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La decisión comunista

Guillermo Marín Vargas
Por : Guillermo Marín Vargas Cientista Político, M(c) en Estudios Sociales y Políticos Latinoamericanos. Coordinador de nuevociclo.cl. Secretario Ejecutivo en observatoriodecide.cl.
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Bachelet es la carta presidencial con mayores posibilidades de ganar, lo que constituye una gran oportunidad de construcción de una nueva mayoría que logre –de una vez por todas- acabar con el legado de Pinochet e inaugurar un nuevo ciclo de reformas para refundar nuestra democracia.


Tras la decisión del PC de apoyar a Michelle Bachelet en las próximas primarias del 30 de junio las reacciones de sus propias bases, como de personas simpatizantes y militantes de la izquierda extraparlamentaria no se han hecho esperar. Las redes sociales se han llenado de frases que con cierta argumentación basada en imperativos morales y/o en cierto imaginario histórico del PC critican el gesto diciendo -en términos generales- que éste vínculo PC- PS/PPD es una traición al legado de los comunistas chilenos. El respaldar a Bachelet es un gesto político que quebraría el vínculo entre el PC y su identidad como partido de izquierda, lo que lo alejaría del “pueblo y los trabajadores”.

Ésta argumentación deja entrever cierto imaginario colectivo en torno al PC que lo vincula a posiciones de izquierda revolucionaria, a la lucha armada, a las guerrillas latinoamericanas, y a un partido que no cree en la democracia “burguesa” y sus instituciones. Claro está que si el PC se hiciera cargo de estas pretensiones de ciertos grupos que ni siquiera son sus militantes no habría tomado la decisión que tomó.

Si revisamos la historia del PC y su tradición como partido es posible apreciar su férreo compromiso con la construcción de mayorías sociopolíticas como plataformas o bloques por los cambios, como también, su constante interés y compromiso por participar de elecciones. Incluso, cuando han sido excluidos, han dado una férrea lucha por lograr participar de los procesos electorales, convirtiéndose así en un partido que valora el ejercicio electoral como una forma de alcanzar posiciones de poder que logren visualizar sus demandas y construir gobiernos con carisma comunista.

[cita]Bachelet es la carta presidencial con mayores posibilidades de ganar, lo que constituye una gran oportunidad de construcción de una nueva mayoría que logre –de una vez por todas- acabar con el legado de Pinochet e inaugurar un nuevo ciclo de reformas para refundar nuestra democracia.[/cita]

En los 60, mientras la izquierda latinoamericana estaba cada vez más seducida por revolución cubana como modelo de generar transformaciones mediante la guerra de guerrillas, el Partido Comunista chileno optó por la vía electoral y de construcción de mayorías, junto a un PS quebrado y a los radicales que poco a poco perdían el poder electoral de centro político por la aparición del PDC. Fiel a esa estrategia logra con la Unidad Popular ser gobierno.

Qué duda cabe, sin los comunistas el gobierno de Salvador Allende hubiese sido aún más caótico en su interior de lo que fue. El PC, a pesar de que Allende no era su candidato, primero bajó la candidatura de Pablo Neruda, segundo apoyó al candidato socialista poniendo a disposición a su militancia y su enorme maquinaria cultural, tercero fue fiel al programa de Allende y a sus convicciones democráticas y constitucionales, y cuarto combatió al propio partido del presidente el que mostraba posiciones más radicales que estaban en contra del proyecto inicial de la Unidad Popular. El PC fue en ese entonces el partido que estuvo con la vía institucional y democrática, no sólo por su lealtad con Allende, sino porque también esto expresaba su larga convicción de generar bloques sociopolíticos con capacidad transformadora en democracia.

Sin embargo, tras el golpe militar y el fracaso de la estrategia institucional, con un contexto regional en el que florecían las revoluciones nacional-populares en centro américa y con la enorme represión de la que fueron víctimas junto a los demás militantes y simpatizantes de la Unidad Popular, da un giro en su estrategia y junto a otros grupos optan por la vía armada y la insurrección popular para derrocar al dictador. De ésta forma envían a parte de su militancia a entrenarse a diferentes lugares del mundo. Reciben apoyo de Cuba y los países del bloque soviético, con lo que intentan insertar armas al país.

El momento clave del desarrollo de ésta estrategia es el fallido atentado a Pinochet. Tras éste episodio el PC se ve en una gran encrucijada: seguir con ésta estrategia que ha generado importantes pérdidas y un desgaste considerable de su militancia o sumarse junto a otras fuerzas de izquierda por la vía del acuerdo nacional para realizar un plebiscito que logre derrocar a Pinochet por las urnas. La decisión es continuar por la vía de la insurrección popular, sin embargo, tras el fracaso de su órgano militar el FPMR, disminuyen sus esfuerzos por continuar con acciones militares.

Tras el triunfo de la vía electoral de la que se hacen parte sus aliados históricos, el PS y PR, el Partido Comunista queda aislado de la lucha electoral e intenta de diferentes formas construir alianzas con sectores que no ingresan a la Concertación. En su militancia se genera un relato cuyo referente histórico más próximo es el partido de la lucha armada de los 80. De ésta manera el transcurrir de los comunistas durante los 90 fue el de un partido fuera de la lucha electoral y con intentos sistemáticos por ser incluidos, frenados por el sistema binominal. El símbolo de éste PC es sin dudas Gladys Marín.

Tras la muerte de Gladys el Partido logra poco a poco mantener una importante votación de alrededor de un 5%, lo que lo posiciona como un actor relevante a la hora de definir elecciones presidenciales. Su estrategia es levantar candidatos por fuera de la Concertación, instalar sus temas y demandas, para posteriormente transformarse en actor con poder en las segundas vueltas. La primera vez que el PC da apoyo oficial a un candidato de la Concertación fue justamente a Michelle Bachelet. En diciembre del 2005 el partido condiciona este apoyo a 5 puntos, entre los que estaban, fin al sistema binominal, permitir una efectiva negociación colectiva para los trabajadores y derecho a huelga.

Los acercamientos entre el PC y la Concertación se fortalecen cada vez más con la estrategia de los pactos por omisión. La coalición de centro-izquierda ve en el PC la oportunidad de reconstruir las mayorías parlamentarias perdidas, tras un fuerte avance de la derecha. Para el PC esta es una oportunidad de insertarse en la lucha electoral y transformar su fuerza expresada en su liderazgo en organizaciones sociales en poder político para conquistar municipios y escaños en el congreso. Así, el PC logra elegir a 3 diputados, aumenta el número de municipios con alcalde y concejales comunistas, y se logra posicionar nuevamente como un actor político relevante tal como hace 40 años.

De esta forma, la decisión que hoy toma el PC no es antojadiza, ni repentina. Es fruto de un largo y complejo proceso de reformulación de su estrategia como partido con legítimas aspiraciones de poder.

Tras el fracaso de la estrategia militar, y con la caída del bloque soviético, el Partido Comunista de Chile poco a poco ha retomado su senda histórica de construcción de mayorías sociopolíticas de cambio. El contexto actual es particular, Chile se encuentra frente a una crisis de las instituciones y del modelo de desarrollo heredado de la dictadura. Bachelet es la carta presidencial con mayores posibilidades de ganar, lo que constituye una gran oportunidad de construcción de una nueva mayoría que logre –de una vez por todas- acabar con el legado de Pinochet e inaugurar un nuevo ciclo de reformas para refundar nuestra democracia. La decisión del PC está en sintonía justamente con ésta oportunidad.

Los comunistas han decidido aportar desde su vereda -sin perder su identidad ni convicciones- a la construcción de una mayoría que logre derrotar a la derecha, en la calle, en las urnas y en el congreso. A pesar de que algunas posiciones de izquierda más “radicales” han cuestionado y criticado fuertemente esta decisión, el PC ha demostrado una vez más su compromiso con la democracia y con la construcción de bloques electorales que logren hacer esas transformaciones tan anheladas por el pueblo de Chile.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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