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Por qué votar por Orrego

Alexander Kliwadenko y Augusto Wiegand
Por : Alexander Kliwadenko y Augusto Wiegand Alexander Kliwadenko R. y Augusto Wiegand C. Ex Director Social y Sub Director de Un Techo para Chile
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Los “moderados” de hoy son los extremistas del pasado reciente. Ellos cargan con una enorme culpa a cuestas: cuándo sus intereses se vieron mínimamente afectados, cargaron los fusiles. Defendieron lo suyo “por las malas”. Y por 17 años. Los legalistas de hoy son los recientes quebrantadores del derecho.


Al contrario de los sin memoria, o de aquellos que creen que la historia comienza con ellos, de los voluntaristas que piensan que los cambios se producen por quererlos o que los pensamientos o ideales agradables por serlo son ciertos, vale reivindicar hoy la idea de que los cambios son graduales, de que todo mejoramiento de la condición humana es paulatino.

Vale la pena reivindicar esa idea. Pero, por cierto, no como una excusa para justificar la inmovilidad o para iniciar la campaña del terror con que se nos intenta hacer creer -a cada instante- que nos estamos moviendo por el despeñadero. Nos dicen “estamos al borde del abismo. Nosotros somos la mesura, la prudencia, el camino de orden y desarrollo”, pero lo que en verdad hacen es cuidar el bolsillo de unos pocos, mantener intangible los privilegios que hacen de  este mundo pequeño. Y cuando les hablamos de la indignidad de las pensiones miserables, dicen “cada cual recibe lo que se merece”, y pensamos que ojalá que no reciban lo que merecen por esa frase,  porqué aún ellos tienen derechos. Los “moderados” de hoy son los extremistas del pasado reciente. Ellos cargan con una enorme  culpa a cuestas: cuándo sus intereses se vieron mínimamente  afectados, cargaron los fusiles. Defendieron lo suyo “por las malas”. Y por 17 años. Los legalistas de hoy son los recientes quebrantadores del derecho.

[cita]Reformismo, sí. Pero con espíritu revolucionario. Indignarse antes las injusticias.  Conocerlas de primera mano. Haber recorrido las calles, las poblaciones, y haber elegido una y otra vez el lado  de los  débiles. Conocer las adversidades políticas,  y seguir adelante; haber superado a los mediocres o a los mal intencionados y siempre en buena lid.[/cita]

¿Podemos reducir la política a un simple juego de más o menos estado? ¿Podemos reducir la política a más o menos libertades individuales? Sí,  podemos. Pero por cierto que se puede aspirar a algo más. No a la construcción del hombre nuevo, pero sí a una donde la dignidad de las personas sea el centro. Dónde demos vuelta a los conductores: sacando a los economistas del volante y poniéndolos donde deben estar, diciéndoles: hacía allá queremos ir. Muéstrennos como lo hacemos de la mejor manera.

Reformismo, sí. Pero con espíritu revolucionario. Indignarse antes las injusticias.  Conocerlas de primera mano. Haber recorrido las calles, las poblaciones, y haber elegido una y otra vez el lado  de los  débiles. Conocer las adversidades políticas,  y seguir adelante; haber superado a los mediocres o a los mal intencionados y siempre en buena lid.

Y comenzar con valentía a hacer las reformas que no pueden seguir esperando. Gradualmente, sí. Pero porque sólo así perduran, y no por miedo. Con toda la delicadeza que se requiera, pero movido por la indignación de alguien que sabe que el país es un lugar lleno de injusticias.

Esto representa para nosotros Claudio Orrego. Y por eso nuestro voto es para él este Domingo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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