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El comando de Michelle y los partidos: preludio de una tormenta Opinión

El comando de Michelle y los partidos: preludio de una tormenta

Edison Ortiz González
Por : Edison Ortiz González Doctor en Historia. Profesor colaborador MGPP, Universidad de Santiago.
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Históricamente el PS ha sido una fábrica de “liderazgos aluvionales”, como se llamó a esa capacidad para producir caciques de la talla de Salvador y Bachelet, cuyo potencial no logra ser canalizado por la organización y que culminan enfrentándose. Así le ocurrió a ambos. Se agrega, además, su condición y lógica de médicos: los dos se rodearon de equipo de economistas independientes y concluyeron muy mal con su relación con el PS.


Se queja Gómez de que el PR y su candidatura no están en calle Guacolda. Ricardo Hormazábal acaba de lanzar un misil al presidente del PDC al indicarle que René Cortázar no está allí en representación del partido sino del empresario Andrónico Luksic. El PPD parece que tampoco está, y el PC casi como un saludo a la bandera. ¿Entonces quiénes están? Sabemos que hay varios economistas (muy liberales) de la Universidad de Chile, Espacio Público y Res Pública, incluso algunos con doble militancia. Y aquellos que pensaban que Velasco ya estaba sobrerrepresentado, se equivocaron: al volver de sus vacaciones ha  dicho que recién “pensará en nombres para sumar al comando”.

El PS no, está en el Comando

Seguramente si Michelle fuera requerida por un medio respondería contundentemente que “el PS está: Carmen Andrade, hermana del presidente; el secretario general, Alvaro Elizalde; los vicepresidentes, Felipe Barnechea y Mahmud Aleuy, además de varios destacados militantes más, como su propio jefe programático Alberto Arenas, Andrés Santander y un grupo de jóvenes. La ex ministra del Sernam le colabora en contenidos de género, aunque en el PS no juega ningún rol. A Alvaro Elizalde no se le reconocen grandes talentos y como ex presidente de la JS se le recuerda más bien como “un cabro muy conservador”, y operador de José Miguel Insulza. Bajo su mandato la gloriosa FECh de los 80’ feneció en 1993. De Barnechea no se sabe mucho salvo que está a cargo de hacer paquetes. Del ex vicepresidente Andrés Santander se indica que llegó allí por una petición expresa de una parlamentaria, solicitud que Osvaldo Andrade acogió muy bien pues le otorgaba más independencia en la sede de calle Paris. De Alberto Arenas, a quien todos sindican como el próximo ministro de Hacienda o Director de Presupuestos, se sabe lo siguiente: que fue comunista en su juventud, que luego se integró a trabajar con Mario Marcel y durante la administración Frei, fue director de la empresa de agua potable de Antofagasta, lo que le permitió conocer a Osvaldo Andrade, quien también se desempeñaba en esa misma función, aunque Arenas se mantuvo más cerca de los renovados hasta que éstos cayeron en desgracia. Allí, entonces, se aproximó a la nueva izquierda. En la administración anterior, fue el segundo de Hacienda y todos lo caracterizan como “un tipo afable”, un “yes, men”, que goza de la confianza absoluta de la ex Presidenta, vínculo que se afianzó con el tiempo ya que era él, a quien, en última instancia, Bachelet consultaba si se trataba de abrir un poco más la billetera fiscal. El caso de Aleuy es distinto y aunque aparece en un área difusa del comando, tiene una fluida relación con la ex mandataria y con los dos hombres que tienen hoy su relación rota: Andrade y Escalona, es por tanto, un puente que le da algún grado de confianza a Camilo, en especial, en un partido donde ya casi nadie se habla. Respecto de Francisco Díaz, si bien se pensó que tenía quebrada su relación con Michelle por su prematuro apoyo a Velasco, aquello no resultó cierto. Ya hemos visto que fue a los canales el día del triunfo haciendo el papel de vocero y se le ve merodear con frecuencia por calle Tegualda, algunos incluso lo ven junto a Arenas, Peñailillo y Jupi Álvarez en “La Moneda chica”.

[cita]Seguramente si Michelle fuera requerida por un medio respondería contundentemente que “el PS está: Carmen Andrade, hermana del presidente; el secretario general, Alvaro Elizalde; los vicepresidentes, Felipe Barnechea y Mahmud Aleuy, además de varios destacados militantes más, como su propio jefe programático Alberto Arenas, Andrés Santander y un grupo de jóvenes. La ex ministra del Sernam le colabora en contenidos de género, aunque en el PS no juega ningún rol. A Alvaro Elizalde no se le reconocen grandes talentos y como ex presidente de la JS se le recuerda más bien como “un cabro muy conservador”, y operador de José Miguel Insulza. Bajo su mandato la gloriosa FECh de los 80’ feneció en 1993.[/cita]

Atrás quedaron los tiempos en que la colectividad aportaba nombres de grueso tonelaje a los equipos programáticos y a los gobiernos: José Miguel Insulza, Camilo Escalona, Germán Correa, Ricardo Solari, Jorge Arrate, Luis Maira, Gonzalo Martner y el propio Carlos Ominami por mencionar a algunas de sus destacadas figuras que durante la transición pusieron valor agregado a la Concertación. Fiel a su estilo, Bachelet se ‘libró’ esta vez de sus mentores, colegas y compañeros (incluso de Juan Carvajal que durante el verano se fue de lengua: “Mis recomendaciones rescataron su popularidad”, dijo a Cosas) de viaje y en su comando hoy, se pavonean sus amigos e incondicionales. Por tal motivo no son pocos los que piensan que ella ha sido un poco ingrata con el PS que la llevó a ser ministra y luego candidata. Hasta Escalona la criticó hace poco. Ven que ha tenido una actitud muy fraccional —“de enemigos internos”— hacia la colectividad, que no se valora como tal, sino sólo para conquistarla. En todo caso, el equipo de recambio, puesto a su imagen y semejanza, está lejos de aproximarse, por ahora, a los pergaminos de la generación anterior.

Allende y Michelle: antes que nada… médicos

Históricamente el PS ha sido una fábrica de “liderazgos aluvionales”, como se llamó a esa capacidad para producir caciques de la talla de Salvador y Bachelet, cuyo potencial no logra ser canalizado por la organización y que culminan enfrentándose. Así le ocurrió a ambos. Se agrega, además, su condición y lógica de médicos: los dos se rodearon de equipo de economistas independientes y concluyeron muy mal su relación con el PS. Así como Allende privilegió su vínculo con el independiente Pedro Vuskovic y un grupo de expertos —lo que generaba el enojo de Almeyda pues: “Esa gente no le respondía al partido”—, lo mismo le sucede hoy a Michelle produciendo en su colectividad idéntica reacción. Seguramente en su mentalidad médica —piensen que cuando un cirujano ‘opera’ existe un solo responsable— el mundo del debate, propio de la política, les resulta insoportable y molesto.

Ello explica su relación agridulce con su domicilio político, lo que no impidió que Allende llegase a ser secretario general en 1943, así como Michelle, miembro de su comisión política. Y aunque a ella razones le sobran para resentir del PS, muchos no se explican su constante apuesta por que exclusivamente sus dirigentes paguen los costos del descrédito político y cuya lógica se extiende, también, al resto de las colectividades que la apoyan. Y he allí una diferencia notable con Allende, e incluso con el resto de los presidentes que tuvo la Concertación. Pues ‘el Chicho’, que en general no se llevó bien con su dirigencia, apostó siempre por fortalecer su institucionalidad, en una época donde el predominio de los partidos, en particular los de raigambre popular, no tenía contrapesos. Michelle está lejos de esa actitud y de la que tuvo Aylwin, que coincide con la etapa de mayor estabilidad, cohesión y presencia de los partidos y que, luego decayó lentamente con la administración Frei, donde se evidenciaron los primeros síntomas de ‘Cesarismo’. Y si bien a Lagos no le gustaban, no por ello dejó de entenderse con sus directivas. Bachelet, en su periodo en cambio, no estimuló su fortalecimiento, y más bien miró con indiferencia el desangramiento del PDC, PPD y el PS, entendiéndose solo con la Junta.

Hoy, cuando el prestigio de los partidos y sus líderes está por el suelo —¿vieron Contacto?—, no se la ve contribuyendo a mejorar esa desmedrada situación. Por el contrario, la reciente pugna por la definición de cupos parlamentarios, es otra evidencia de su intención de hacer recaer sobre ellos los costos y sobre su figura los beneficios de las decisiones. Y si bien la Primaria fue una clara demostración de su liderazgo y de que se puede ganar una elección sin partidos, no queda claro si se podrá gobernar sin ellos. Habida cuenta, además, de que los caudillismos en Chile, jamás han tenido un buen fin. Por el contrario, tras ellos no ha quedado más que vacío y desolación.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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