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40 años es suficiente: nos vemos el 5

Valentina Olivares y Salvador Muñoz
Por : Valentina Olivares y Salvador Muñoz Miembro Mesa Nacional Unión Nacional Estudiantil (UNE); y, Presidente Partido Izquierda Unida.
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El Golpe de Estado y la dictadura fueron más que un grupo radical de militares y las escandalosas violaciones a los derechos humanos. Reducirlo a eso es una canallada con la historia y con la actualidad de nuestro pueblo. Su principal objetivo no era asesinar y torturar. Su propósito era acabar con la avanzada social que decantó en la Unidad Popular e instalar un modelo de resguardo de la propiedad y una democracia protegida que imposibilitara la existencia de otro gobierno como el de Allende.


Valentina Olivares es Miembro Mesa Nacional Unión Nacional Estudiantil (UNE) y Salvador Muñoz es Presidente Partido Izquierda Unida.

En las últimas semanas se han multiplicado las imágenes, denuncias y debates sobre los 40 años del Golpe cívico-militar. Son diversas las formas de recordar y hay algunos hitos cuya fuerza conmemorativa resulta hoy más trascendental que otros. Sobre todo cuando las claves del recuerdo, la verdad y la justicia establecerán los marcos del futuro posible y de la disputa por la refundación del país.

La Nueva Mayoría y la Alianza, junto a los principales medios de comunicación del país, quieren recordar un 11 de septiembre aséptico, en el que los protagonistas y las representaciones del conflicto se presentan en un formato reducido, manipulado y despolitizado. Así como secuestran la política quieren confiscar nuestra historia.

Para algunos el 11-S se enmarca en una guerra civil desatada por fuerzas militares obligadas a confrontar la peligrosa radicalidad de determinados grupos yorganizaciones. Otros, caracterizan el hecho como un desenlace lamentableprovocado por la irresponsabilidad de los partidos de la época. Juego de culpas y responsabilidades que niega la disputa política que explica los hechos. Ecuación conveniente para ambos bandos.

[cita]El Golpe de Estado y la dictadura fueron más que un grupo radical de militares y las escandalosas violaciones a los derechos humanos. Reducirlo a eso es una canallada con la historia y con la actualidad de nuestro pueblo. Su principal objetivo no era asesinar y torturar. Su propósito era acabar con la avanzada social que decantó en la Unidad Popular e instalar un modelo de resguardo de la propiedad y una democracia protegida que imposibilitara la existencia de otro gobierno como el de Allende.[/cita]

A más de un siglo del alzamiento y avanzada protagonizada por el pueblo chileno que decantó en el proyecto de la Unidad Popular; para el duopolio, la verdad y el perdón caben sólo entre la clase política de entonces y sus herederos actuales, borrando de paso los proyectos de sociedad que dichas coaliciones representan y representaron.

Pero el Golpe de Estado y la dictadura fueron más que un grupo radical de militares y las escandalosas violaciones a los derechos humanos. Reducirlo a eso es una canallada con la historia y con la actualidad de nuestro pueblo. Su principal objetivo no era asesinar y torturar. Su propósito era acabar con la avanzada social que decantó en la Unidad Popular e instalar un modelo de resguardo de la propiedad y una democracia protegida que imposibilitara la existencia de otro gobierno como el de Allende.

Para el libreto del duopolio, los estudiantes de entonces, las familias trabajadoras, lasorganizaciones de vecinos, sindicales, territoriales y culturales, así como las diversas expresiones políticas de ayer, tienen visa para aparecer en escena sólo en su condición de víctimas de la señalada “irresponsabilidad política” previa al golpe y de las inhumanas violaciones a los derechos humanos durante la dictadura militar. Son así despojadas de todo protagonismo, relegando al pueblo de Chile al papel de espectador pasivo que hoy conviene reafirmar y profundizar.

“Las Imágenes Prohibidas”, “Los Mil Días” y la gran variedad de publicaciones en que irrumpe nuestro pasado por estas fechas son elementos a considerar, pero sin perder jamás de vista que el más grande golpe de memoria de estos últimos años han sido las decenas de movilizaciones estudiantiles, medioambientales, sindicales,territoriales y del aguerrido pueblo mapuche, con un año 2011 como punto de inflexión.

El reencuentro de los humildes, de los endeudados, de los trabajadores y trabajadoras de nuestra patria nos recuerda que el protagonismo y decisión en la apropiación de nuestro pasado y la construcción de un futuro de esperanza recae exclusivamente en el pueblo soberano.

Esta contundente afirmación es la que hoy pretenden negar el duopolio y sus aliados. La ultraderecha se atrinchera para defender la herencia antidemocrática, mientras la Nueva Mayoría amenaza con una refundación gatoparda. Así lo señalan abiertamente sus intelectuales, y lo refleja la aparente diversidad de intereses que hoy componen el comando de Bachelet.

El suyo es un proyecto que ofrece desprivatizar la esfera pública y nuestros derechos,en un horizonte que “supere el neoliberalismo sin negarlo”. Dicho proyecto apela al“interés general” y expone su carácter supuestamente colectivo, en que el interés de la ciudadanía —interpelada en sus discursos— se diluye tras los poderosos intereses económicos llamados a participar activamente en la construcción del espacio público.

La omisión de Bachelet y la defensa de Lagos en el caso Cheyre, así como el descubrimiento de armas químicas en el Instituto de Salud Pública, son dos potentes llamados a la memoria, a no olvidar el carácter de la institucionalidad actual y de los pactos que la han sostenido durante 40 años.

La larga noche neoliberal sólo puede encontrar su fin en un proyecto real de refundación gestado y protagonizado por las grandes mayorías. Esa exigencia brilla hoy en la dignidad de la lucha de Aysén, Freirina, Magallanes y Tocopilla, en la firmeza del movimiento estudiantil y el potencial trasformador de los trabajadores, y ha de traducirse en una alternativa política que supere definitivamente el capitalismo neoliberal.

Nuestra tarea es la construcción de un proyecto que sitúe en el centro de su acción una ética solidaria y democratizadora, un motor que eleve cada vez más los niveles de organización de nuestro pueblo y que ante esta coyuntura electoral se constituya en un contrincante de peso a los proyectos de las minorías que ostentan el poder en Chile.

A 40 años del golpe, el pueblo decidió recuperar el protagonismo y la esperanza haciendo suyo el proyecto Todos a la Moneda y la candidatura presidencial de Marcel Claude. Para recuperar la democracia por medio de una Asamblea Constituyente, para terminar con el robo de las AFP y de las Isapres, y con todos los negociados que lucran con nuestra vida. Para recuperar los derechos sociales y construir de una vez y para siempre una patria para todo

40 años es suficiente. La mejor conmemoración es luchar por nuestros derechos y no permitir que los sacrificios de nuestro Pueblo hayan sido en vano. ¡Nos vemos el 5!

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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