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Encuesta CEP como efecto de Agenda Setting


¿Es fiable una encuesta realizada por un Think Tank que es financiado por los principales grupos económicos y que ha designado como director al ex ministro de Educación de Piñera, Harald Beyer? ¿Tienen rigurosidad investigativa las preguntas formuladas en dicha encuesta o no están contaminadas con un sesgo ideológico cuando en su metodología participa la consultora de Roberto Izikson, quien estuvo a cargo de los sondeos encargados por La Moneda durante el periodo de Piñera?

Es evidente que, posterior a la destitución de Arturo Fontaine como director del CEP y la salida de Carolina Segovia, ex encargada de la encuesta de esa institución, se ha hecho más notoria la vinculación de ese centro de estudio con la derecha más “dura”. Los sociólogos y especialistas en sondeos de opinión pública consultados, han coincidido en señalar que algunas de las preguntas formuladas en la reciente encuesta eran capciosas y sesgadas para coaccionar un resultado acorde con las posiciones de la derecha que se opone a la reforma educacional, especialmente al fin del lucro, al copago y a la selección.

Toda encuesta tiene una influencia en el debate público y genera climas de opinión favorable o desfavorable respecto a la temática abordada. Sin embargo, cuando se incurren en prácticas y metodologías tendenciosas se arriesga perder la legitimidad y la valoración publica que esa encuesta tenía como fuente de información estadística fidedigna. Los sondeos y las técnicas cuantitativas de análisis son instrumentos necesarios para obtener “representaciones de tendencias” de una determinada población, pero estas deben cumplir con ciertos estándares metodológicos ampliamente compartidos por los profesionales que se especializan en las mediciones de opinión pública. Los cuestionamientos expresados a la última encuesta CEP, desde diversos profesionales en la materia y los analistas políticos, claramente pone en tela de juicio los resultados de la misma y la rigurosidad investigativa de ese centro de estudios.

El propósito del cuestionario de la última encuesta CEP no estaba destinado a la obtención sistemática de información sobre las opiniones o cogniciones de la población de las variables que tradicionalmente venía indagando esa institución, sino que a influir a nivel de las subjetividades de los chilenos en torno a las ideas del modelo de educación postulados por Harald Beyer durante su paso por el Ministerio de Educación. Lo demuestra la elaboración de las preguntas con “matices”, sin claridad sobre las opciones de manera tal que el encuestado pudiera indicar su preferencia válidamente o evitar la evasión de una respuesta, lo que aumentó el sesgo de error de la muestra de estudio respecto de algunas temáticas indagadas. En definitiva, la intención de las preguntas formuladas fue proveer insumos para confirmar una hipótesis sobre la cuestión problematizada en el sondeo, ya previamente elaborada por los investigadores del CEP y sus mandantes.

Ejemplo de las preguntas capciosas es la siguiente: ” ¿Piensa Ud. que el Estado debiera financiar a las escuelas y liceos municipales y a los colegios particulares subvencionados, o sólo debería financiar a las escuelas y liceos municipales, pero no a los colegios particulares subvencionados?“. Esta pregunta es demasiada larga y confusa, por tanto demanda un tiempo prolongado de tiempo para captar el significado de la misma, impidiendo una afirmación o negación reflexionada de las opciones establecidas. También es cuestionable la pregunta que asocia el copago con la calidad de la educación, suponiendo de antemano que con el copago mejora automáticamente la calidad de la misma. En otras preguntas se hacen dos o tres preguntas unidas en una sola, lo que puede incidir a que el resultado refleje un sesgo o se está abiertamente condicionando la respuesta. En general las preguntas relacionadas con educación están saturadas de juicios de valor y desprovistas de alternativas.

Cualquier profesional bien informado en metodologías de opinión pública, al analizar esta encuesta, tenderá a calificarla, a lo menos como deficiente, y que su objetivo es más bien “confirmatorio” que “indagatorio” para darle un respaldo de”muestra poblacional” a una hipótesis ya planteada: validar las voces que se oponen a la reforma estructural del sistema educacional chileno. La canalización mediática que ha tenido la encuesta en los medios de comunicación de derecha está indicando, sin ambigüedades, que el objetivo político que se busca es rediseñar la agenda del gobierno, como lo explicito sin rubor el mismo Harald Beyer en la entrevista de este domingo en El Mercurio al advertir que “El gobierno no “conversa” con lo que está pensando la población”.

Es innegable que la reforma educacional del gobierno se ha complejizado y ha generado una incertidumbre en algunos sectores sociales. Asociar lo anterior a un rechazo a esa reforma por parte de la población es un esquematismo analítico. Si se analizan las encuestas anteriores del CEP se puede deducir todo lo contrario, lo que nos lleva a sostener que el problema no son las reformas en sí mismas, sino la forma como se presentan y la manera como se procesan.

Para Pierre Bourdieu la opinión pública es una construcción social que en la mayor cantidad de casos es configurada y enunciada por los medios de comunicación a partir de las técnicas de encuestas. Estos medios posteriormente se encargan de transmitir y ampliar los resultados de los sondeos encargados, autoasignandose el rol de interlocutor representativo entre los miembros del público y las elites políticas. De esta manera se han transformado en entes que imponen las coordenadas de la agenda pública, creando y marcando (o ignorando) las temáticas “socialmente” relevantes, circunscribiendo el debate exclusivamente al sesgo ideológico acotado por los medios –en el caso de Chile, el duopolio periodístico controlado por la derecha.

Por consiguiente, siguiendo este razonamiento, lo que se busca a través de las encuestas es establecer la “agenda setting” para que la población asuma como propia las pistas de relevancia planteadas por los medios de comunicación, determinando en definitiva que la agenda de los medios de información se convierte en la agenda pública, ergo: en opinión pública. De esta manera se relevan los temas que les interesan a los mandantes de las encuestas y se procede a silenciar a los demás.

La fiabilidad que la encuesta CEP tuvo bajo la dirección de Arturo Fontaine solamente podrá recuperarse adoptando medidas, autorregulaciones, códigos de ética a seguir por los encargados de implementar el sondeo para evitar cometer las distorsiones y sesgos de la encuesta ahora en comento. Por eso el directorio de ese centro de estudios debería ser muy consciente de la responsabilidad social que tienen, ponderando el riesgo de volver a incurrir en una práctica que puede ser vista como una directa manipulación de la opinión pública, especialmente si los resultados de la encuesta tienen el potencial de distorsionar las coordenadas del debate público.

También es fundamental que los profesionales dedicados a las ciencias sociales levanten su voz para exigir que las encuestas en Chile se realicen con mayor rigurosidad metodológica con el fin de impedir que se abra un espacio a la impunidad para desinformar a través de los sondeos de opinión pública.

Finalmente, sorprende la interpretación que la prensa de derecha efectua sobre la evaluación positiva de algunos personajes públicos, dándole una connotación de respaldo electoral en una eventual candidatura presidencial. Otra manipulación mediática, ya que la encuesta está referida, en este caso especifico, a la imagen positiva que se tiene de las personas que aparecen en el listado y no de votar por ella/el.

(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl

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