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Igualdad: tu cuota y dos más Opinión

Igualdad: tu cuota y dos más

Rodrigo Baño
Por : Rodrigo Baño Laboratorio de Análisis de Coyuntura Social (LACOS). Departamento de Sociología Universidad de Chile.
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El tema de las cuotas se plantea actualmente en política en cuanto al derecho a ser elegidos. Al respecto se sostiene que la selección de los elegidos no es una muestra representativa de la población de electores. Pero, si todos somos iguales, cualesquiera que se elijan son representativos. A la vez, si todos somos únicos e irrepetibles, ninguna elección puede ser representativa, a menos que nos elijamos todos.


Cada ser humano es único e irrepetible, lo mismo sucede con los otros animalitos, con las plantas y hasta con las piedras. En consecuencia, se puede decir que son todos iguales, pues son todos únicos e irrepetibles. Parece un juego de palabras y lo es. También parece un juego de palabras sostener que la discriminación por cuotas es equivalente a la igualdad. Pero las cosas siempre son más simples y más complejas.

En política, lo de las cuotas tiene una doble connotación. Por una parte, es una palabra sucia, que rápidamente deriva al cuoteo, y que hace referencia a prácticas definidas como innobles porque tiende a asignar cargos, poderes y recursos en proporción a la cuota que se tenga en el grupo de poder y no a los méritos. Por otra parte, es una palabra a la que se le saca cada vez más brillo, pues se relaciona directamente con los buenos propósitos de impulsar la justicia y la igualdad. La primera connotación es muy antigua y ya habrá que dedicarse a ella, pero es la segunda la que ahora ha tomado vuelo e imperceptiblemente ha ido adquiriendo una legitimidad que prácticamente impide hasta la más mínima sonrisa. Es cosa seria esto de la igualdad y las cuotas… ¿o no?

Veamos: cuando se plantea el principio de igualdad de los seres humanos, nadie está pensando que los seres humanos sean iguales, sino que simplemente se les está reconociendo el derecho a ser tratados como iguales en cuanto a derechos, reconocimiento y dignidad. Por su parte, el planteamiento de que los seres humanos son únicos e irrepetibles, está reconociendo una evidencia de hecho, puesto que no existe un ser humano igual a otro.

[cita] En fin, es posible que puedan plantearse cuotas para otras categorías sociales, como religión, edad, región, etc. y etc. En política, la posibilidad de que se lleguen a establecer cuotas, y respecto de qué, depende de las correlaciones de fuerza. Lo que sea justo o injusto sólo dios lo sabe… y no da entrevistas. [/cita]

Por causas que desconozco, en política se ha ido estableciendo que el procedimiento para elegir autoridades sea obtener votos en una elección en la cual todos los ciudadanos tienen derecho a ser elegidos y a votar. En cuanto al derecho a votar, desde hace muchos años se estableció que todos los que pertenecían a la comunidad política tenían igual derecho. El corte para tener tal derecho a votar se fundamentó en el principio de razón, dado que, por motivos que también desconozco, se consideró que lo que diferencia al ser humano de los otros animalitos es la razón (algunos creen que es el alma, pero ahí nos meteríamos en los misterios de la religión). La forma de determinar la existencia de la razón ha sido muy variable: administrar bien sus negocios (voto censitario), tener un determinado sexo (voto masculino), saber leer y escribir, ser mayor de cierta edad (que ha ido disminuyendo), etc.

El tema de las cuotas se plantea actualmente en política en cuanto al derecho a ser elegidos. Al respecto se sostiene que la selección de los elegidos no es una muestra representativa de la población de electores. Pero, si todos somos iguales, cualesquiera que se elijan son representativos. A la vez, si todos somos únicos e irrepetibles, ninguna elección puede ser representativa, a menos que nos elijamos todos. Afortunadamente, también es posible agrupar a los seres humanos de acuerdo a características comunes que ellos tengan, independientemente de sus diferencias individuales. De acuerdo a esto último es que distinguimos grupos etarios, de sexo, de nacionalidad, de cultura, de educación, de capacidades, de religión, de tamaño, de orientación política, y de acuerdo a cualquier otro criterio. El problema se pone coqueto, pues sólo se trata de establecer cuáles características, que permitan hacer agrupaciones de seres humanos, deberían ser consideradas para que los elegidos sean socialmente representativos.

En política, tradicionalmente se considera la representatividad en términos de representación de las distintas orientaciones, tendencias o proyectos políticos organizados que se presentan. Naturalmente, las propuestas de cuotas apuntan a otra cosa. En la actual propuesta de reforma electoral para terminar con nuestro original sistema binominal, ya se plantea la exigencia de cuota de candidaturas de mujeres, otros proponen cuota para pueblos originarios, alguien también plantea cuota de ciudadanos con capacidades diferentes. En fin, es posible que puedan plantearse cuotas para otras categorías sociales, como religión, edad, región, etc. y etc. En política, la posibilidad de que se lleguen a establecer cuotas, y respecto de qué, depende de las correlaciones de fuerza. Lo que sea justo o injusto sólo dios lo sabe… y no da entrevistas.

En todo caso, es interesante recordar que la convocatoria que llevó a la conformación de la primera Asamblea Constituyente en Francia en 1789 fue una elección por cuotas, cuota para cada uno de los «estados», de los estamentos sociales de la época: la nobleza, el clero y el Tercer Estado (los no privilegiados).

Es interesante, porque los que plantean cuotas jamás han reclamado cuota de acuerdo a clases sociales o a estratificación socioeconómica, a pesar de que en esto las elecciones no parecen ser socialmente muy representativas. Curioso.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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