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Titanes del ring Opinión

Titanes del ring

Jaime Retamal
Por : Jaime Retamal Facultad de Humanidades de la Usach
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Interpelación o diálogo de sordos usado comunicacionalmente para volver a escuchar lo que todos sabemos, tanto por la esquina del ministro como por la de la diputada Hoffmann: estamos ante una reforma que no satisface el anhelo por una nueva educación, que no es un cambio paradigmático relevante; otra vez una reforma hecha en la medida de lo posible, esta vez, en la medida que no descomponga a la coalición gobernante. Ya no es el miedo ante el dictador, sino el cálculo ante la pérdida del poder entendido como roma administración burocrática.


Finalmente lo más interesante en la interpelación realizada al ministro Nicolás Eyzaguirre fue constatar el abismo existente entre lo que viene demandando la calle y el debate político en torno a la reforma educacional.

La interpelación es sólo un nombre más para una institución que, gastada por abuso, no ofrece ninguna claridad distinta a la que ya hemos escuchado, día a día, en el insufrible “tagadá comunicacional” en el que nos ha metido la clase política este año, a través de la reforma educacional de la Nueva Mayoría. La interpelación es un fenómeno lingüístico contrahecho: cachetadas de payaso para hacer reír a la galería; sólo que, en este caso, no sabemos si hacerlo o llorar.

Interpelación o diálogo de sordos usado comunicacionalmente para volver a escuchar lo que todos sabemos, tanto por la esquina del ministro como por la de la diputada Hoffmann: estamos ante una reforma que no satisface el anhelo por una nueva educación, que no es un cambio paradigmático relevante; otra vez una reforma hecha en la medida de lo posible, esta vez, en la medida que no descomponga a la coalición gobernante. Ya no es el miedo ante el dictador, sino el cálculo ante la pérdida del poder entendido como roma administración burocrática.

La diputada Hoffmann, con un guión bien pensado sólo en las primeras preguntas, cumplió las expectativas de su sector. Usando recursos que rozaron un dramatismo que, si fueran más que eso, más que pura puesta en escena, es decir, recursos con fundamento real, podrían haber pasado la cuenta al ministro. El buen guión sufrió el efecto del caballo inglés, pues se diluyó pronto en una repetición de argumentos que ya conocemos de la derecha. Apeló a la victimización de quienes dudosamente pueden llevar la razón en esto: los sostenedores que lucran, los padres y apoderados segregacionistas de la Confepa.

[cita]Interpelación o diálogo de sordos usado comunicacionalmente para volver a escuchar lo que todos sabemos, tanto por la esquina del ministro como por la de la diputada Hoffmann: estamos ante una reforma que no satisface el anhelo por una nueva educación, que no es un cambio paradigmático relevante; otra vez una reforma hecha en la medida de lo posible, esta vez, en la medida que no descomponga a la coalición gobernante. Ya no es el miedo ante el dictador, sino el cálculo ante la pérdida del poder entendido como roma administración burocrática.[/cita]

Sin embargo, la diputada usó en su mejor momento un recurso que francamente era un búmeran que no sólo arrasaba con el ministro y con ella, sino que con todo el hemiciclo de congresistas. Y el ministro, en vez de obviarlo, le aumentó velocidad y efecto corrosivo. Esto nos permitió ver uno de los principales espejismos de este pretendido cambio paradigmático: esta es la reforma sobre “los hijos de los otros”.

Así es. Los hijos de los otros, no mis hijos, están en juego en esta discusión. Si es ostensible que la derecha es irresponsable usando el recurso populista a través de la Confepa, es también evidente el clasismo –sin paradoja– en el progresismo de la Nueva Mayoría.

Cuando la diputada Hoffmann le enrostró al ministro Eyzaguirre su capacidad de poder elegir un colegio particular pagado para sus hijos porque él es de la elite, el ministro olvidó la rutina y, en vez de esquivar la cachetada, la recibió de lleno en el rostro.

Puso en evidencia todo el clasismo en cuestión. Torpemente respondió que, cuando vivía en Estados Unidos, él no tuvo problemas para matricular a sus hijos en la escuela pública. ¿Por qué allá sí y acá no? ¿Dónde está la diferencia? ¿Estará la diferencia en el barrio dónde vivía el ministro o está la diferencia en el barrio donde actualmente vive? ¿Es que allá aprovechó la oportunidad de no pagar, oportunidad que acá no tiene? Nadie medianamente informado puede desconocer que la educación pública en Estados Unidos está en crisis, tanto o más que nosotros proporcionalmente, y que, muchas de las veces, el barrio hace la diferencia, pero –ojo– tal como acá, el barrio también nos ayudará a predecir la diferencia, pero otra diferencia.

Muy temprano había comenzado “la previa” de esta interpelación; y lo hizo la misma Presidenta de la República a través de una condescendiente entrevista en Radio Cooperativa, a eso de las diez de la mañana. Siguió prácticamente el mismo guión de la performance del ministro en la tarde, performance que fue incluso felicitada por el diputado Boric (por “nobleza”, dijo), aunque tan solo ayer lo llamaba a dar una paso al costado.

Una interpelación más. Interpelación que no interpela. Pero, como nunca en los Titanes del Ring –esa hilarante lucha libre nacional–, decidimos levantar los brazos de ambos luchadores. La risa rozó las lágrimas y los aplausos van parejos para los dos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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