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Algo le pasa a la UDI Opinión

Algo le pasa a la UDI

Maya Fernández
Por : Maya Fernández Ministra de Defensa
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El video “Yo me rebelo” que elaboró la UDI merece sin duda nuestra atención. El título por sí solo es revelador, apela a la rebelión, cosa extraña en un partido que hace del orden una de sus principales razones de existencia. Para llegar a ocupar estos términos y hacer este llamado, el estado de ánimo debe estar bien malo, pareciera que viven una incomodidad tal, que son capaces de perder la compostura. Claramente la incomodidad es producida por las reformas que estamos implementando.


Algo le pasa a la UDI: están inquietos, nerviosos, ansiosos. Las declaraciones de su candidata presidencial derrotada denotan ese estado anímico del partido situado al extremo derecho del espectro político de nuestro país. Cuando la derecha empieza a golpear a la autoridad, es signo de un malestar profundo en ellos, y lleva a reflexionar sobre el tipo de oposición que desplegarán ante las reformas que estamos implementando. Este enojo y malestar de la derecha debería preocupar al país, porque es la expresión de los poderosos de Chile. Es importante comprender las razones de esta crispación para que podamos llevar adelante las reformas de forma exitosa; ellos quieren dividir el país, nuestro desafío es unirlo en torno al propósito y sentido de éstas.

En el ánimo de comprender, la entrevista de la candidata presidencial aporta un solo dato relevante: la lógica de menoscabar la autoridad, intentar humillar y menospreciar a la figura presidencial. Esto es importante en un país presidencialista como el nuestro, donde buena parte del capital simbólico de la administración del poder descansa en la Presidencia. Doblemente dañino, si se tiene presente que además se denigra a la jefatura del Estado. Pero, en este caso, eso no le importa a la derecha.

En cambio, el video “Yo me rebelo” que elaboró la UDI merece sin duda nuestra atención. El título por sí solo es revelador, apela a la rebelión, cosa extraña en un partido que hace del orden una de sus principales razones de existencia. Para llegar a ocupar estos términos y hacer este llamado, el estado de ánimo debe estar bien malo, pareciera que viven una incomodidad tal, que son capaces de perder la compostura. Claramente la incomodidad es producida por las reformas que estamos implementando.

[cita] Cuando la derecha empieza a golpear a la autoridad, es signo de un malestar profundo en ellos, y lleva a reflexionar sobre el tipo de oposición que desplegarán ante las reformas que estamos implementando. Este enojo y malestar de la derecha debería preocupar al país, porque es la expresión de los poderosos de Chile. [/cita]

El discurso que despliegan es muy sencillo: todo está malo. Recogen temas sensibles para la población –en los que efectivamente es necesario seguir avanzado para lograr mejoras–, para afirmar que se está en una situación intolerable, ante lo cual ellos se rebelan. La idea es pintar el país como mediocre y decadente con la finalidad de contaminar a la opinión pública con su propio estado de ánimo. Con ello se restan a contribuir al debate que abren las reformas sobre el tipo de sociedad en que queremos vivir.

El fundamento de la desconexión del discurso de la UDI con la realidad en que se encuentra el país, lo da su propio contexto: ellos hablan desde verdes jardines, donde no se escucha el ruido de las micros o de vendedores ambulantes, desde un ambiente plácido le dicen al país que todo está malo. Hablan desde su sede partidaria ubicada en el barrio alto de Santiago. La honestidad es absoluta, hablan desde donde ellos son y del sector social cuyos intereses representan y defienden. Así, el discurso de preocupación por las problemáticas sociales tiene un tufillo de manipulación populista.

Sin duda estamos ante una coyuntura política complicada. Las reformas que estamos impulsando están chocando con una derecha que pareciera querer pasar del debate democrático a la instalación de un ánimo confrontacional. Este dato debe redoblar nuestros esfuerzos para politizar el contenido y sentido de las reformas que estamos llevando adelante. Debemos ser autocríticos con los errores cometidos, en particular con los referidos a poder explicar a la ciudadanía los verdaderos alcances de lo que estamos implementando. Esta capacidad de explicar a la ciudadanía es un acto político en el cual hemos fallado, no hemos dotado a las reformas de discurso, con lo cual no hay épica ni movilización social para apoyarlas.

Justamente porque hemos despolitizado el sentido de las reformas, la derecha puede articular y desplegar una retórica pesimista, alarmista y, finalmente, populista. Todavía no logran constituir un movimiento social, pero pueden llegar a hacerlo si no logramos instalar en la opinión pública un debate democrático sobre el tipo de sociedad a la que aspiramos con la reformas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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