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Anticipo Judicial de la Reforma Laboral

Anticipo Judicial de la Reforma Laboral

Es demasiado evidente que la huelga llevada al extremo es equivalente a exigir al dueño de una empresa un pago desproporcionado apuntándole con un arma. Eso no puede ser legal en una sociedad civilizada. Y como hasta la Concertación lo entendió así, mantuvo los reemplazos. Pero el Chile Revolucionario de Izquierda dejó atrás a la Concertación.


Emulando al Pastor Niemöller, en la Alemania Nazi, que decía no preocuparse cuando Hitler perseguía a diferentes grupos, porque no pertenecía a ninguno, hasta que lo apresaron a él y ya era demasiado tarde para arrepentirse de no haber defendido a los demás, de igual manera los empresarios chilenos, hasta ahora indiferentes a la suerte de los militares a manos de nuestra “justicia” de izquierda (“qué me importa, si yo no soy militar”) ven ahora que la misma está prevaricando a costa de ellos.

Pues en el Chile Revolucionario de Izquierda la justicia las ha emprendido ahora con los empresarios. Y el mismo juez Carlos Cerda, que se negaba a aplicar la Ley de Amnistía hace treinta años y que, en la década pasada, procesaba ilegalmente a toda la familia Pinochet por evasión tributaria sin previa querella de Impuestos Internos, como la exige la ley, consagra ahora su propia Reforma Laboral y da una extensión más allá de la ley al derecho de huelga.

Este juez estuvo al borde de ser separado del Poder Judicial en los años ’80 por negarse a aplicar la ley, pero desde que ese poder, a la par que el Ejecutivo, cayeron en manos de la izquierda, sus probabilidades de ascenso a la Corte Suprema aumentaron. Mientras la derecha no desfalleció, la propuesta de su nombre para la Suprema nunca tuvo quórum, pero cuando Piñera proclamó la condición delictiva de la derecha (“cómplices pasivos”), ésta entonces sí entró en pánico y desfalleció, y los “arrepentimientos”, peticiones de perdón, “mea culpas” y “nunca mases” menudearon. Entonces, por fin, la izquierda consiguió de ella los votos para llevar al más alto tribunal a Carlos Cerda. Y éste pasó a integrar la “sala laboral”. Ahora las consecuencias han quedado a la vista: en reciente y muy comentado fallo determinó que, en caso de huelga, la empresa ni siquiera puede emplear a su personal no huelguista para seguir funcionando, aunque esto está permitido por la legislación. Pues el ministro Cerda le ha añadido requisitos que no están en la ley a ese reemplazo. Es que, cuando él no está de acuerdo con la ley, peor para la ley.

La huelga que pretende consagrar el Chile Revolucionario de Izquierda, dominador del Gobierno, el Congreso y los Tribunales, es una medida, como casi todas las que propone la izquierda, contraria a la libertad de las personas. Es un recurso a la fuerza. Fue precisamente por serlo que la reforma laboral del Gobierno Militar, a comienzos de los ’80, inspirada, como todas sus políticas de largo plazo, en los principios de una sociedad libre, mitigó las consecuencias de la huelga mediante diferentes medidas, entre ellas la del reemplazo de los huelguistas por personal no adherido a la paralización. Incluso los gobiernos de la Concertación permitieron contratar, bajo determinados requisitos, a personal ajeno a la empresa para seguir funcionando.

Es que es demasiado evidente que la huelga llevada al extremo es equivalente a exigir al dueño de una empresa un pago desproporcionado apuntándole con un arma. Eso no puede ser legal en una sociedad civilizada. Y como hasta la Concertación lo entendió así, mantuvo los reemplazos. Pero el Chile Revolucionario de Izquierda dejó atrás a la Concertación.

Hasta ahora, mitigada y todo, y todavía sin la “reforma laboral” del ministro Cerda, la huelga llevó a muchas empresas a pagar remuneraciones que las tornaban no competitivas y amenazaban con sacarlas del mercado. Entonces las que tenían sindicatos poderosos que, mediante la amenaza de huelga, conseguían beneficios que en el largo plazo aumentaban los costos en términos de amenazar la viabilidad de la firma, decidieron subcontratar o externalizar algunos rubros de su actividad para dejarlos fuera del control monopólico de los sindicatos principales. De ahí nació el “multirut”: una empresa separada, sin sindicato omnipotente, que podía contratar a su personal de acuerdo con las remuneraciones de mercado y no con los niveles artificialmente altos concedidos “con la pistola al pecho”. Muchas empresas hicieron esta “reingeniería” en momentos de crisis y se salvaron gracias a la externalización, la subcontratación y al “multirut”, pero entonces todo esto también cayó en la mira de los políticos de izquierda.

Bueno, ahora la huelga “mitigada”, aun antes de la Reforma Laboral anunciada por el Gobierno, ha caído bajo los disparos de la Justicia de Izquierda, arrastrando en su derrumbe a la libertad de trabajo y a la libertad de contratación.

Y así el Chile Revolucionario de Izquierda sigue su marcha.

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