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Recordando a un irreverente: Alejandro Montesino Heyer

Guillermo Bown
Por : Guillermo Bown Periodista, escritor y ex diplomático
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El exilio reunía a los chilenos en diversos países europeos. Coordinábamos políticas para ayudar a la caída de Pinochet, lo mismo que celebrábamos cumpleaños o la simple felicidad de conocernos. En el Partido Radical, el «Conde» Montesino aparecía como uno de los dirigentes importantes que coordinaba acciones en Italia, con la gran ayuda de Bettino Craxi, Primer Ministro de ese país, quien tenía a Alejandro como asesor político, especialmente para Latinoamérica.


Hace diez años, un 15 de diciembre, dejó esta tierra Alejandro Montesinos Heyer. Un cáncer terminó con la vida del todavía joven político chileno. Sociólogo, ex Presidente de la Internacional Socialista Juvenil, IUSY, con sede en Viena, vivió su largo exilio en Roma. Presidente de la Juventud Radical Revolucionaria en la época de Allende, columnista de pluma filuda, ágil y aguda de El Mostrador, Montesino resulta inolvidable.

Recuerdo largas tertulias con jóvenes socialistas vieneses, muchos de ellos hoy parlamentarios. En ellas Alejandro vaciaba sus dotes intelectuales, hablando de política internacional, área que dominaba con destreza. Variadas cepas de diferentes cervezas, vinos y licores adornaban la mesa del café. En medio del humo de los cigarrillos –entonces parte de la libertad de consumir- se debatía el conversador culto y ameno, escuchado con atención, pasando del presente a la relación histórica de las culturas de la antigüedad. Personajes griegos y romanos brotaban de la retórica de Alejandro, no sin el leve dejo de ironía que siempre lo caracterizó. La poesía, la pintura y el bell canto también acudía, para la gala de su memoria de elefante. Grados más, cantaba tarantelas y partes de óperas, todo era tema. Citas textuales de grandes pensadores, políticos viejos y actuales salían al ruedo y más de alguien pensaba si serían exactos o una invención espontánea en medio de la amena tertulia. Es que no hay exilios sin noches de conversación y Alejandro era un buen ensayista, de literatura oral y escrita, por ser destacado sociólogo y mejor conversador. De esos que en la cultura de la modernidad tecnológica que aísla a las personas, ya no existen en los magros salones políticos del país y Latinoamérica.

[cita] El exilio reunía a los chilenos en diversos países europeos. Coordinábamos políticas para ayudar a la caída de Pinochet, lo mismo que celebrábamos cumpleaños o la simple felicidad de conocernos. En el Partido Radical, el «Conde» Montesino aparecía como uno de los dirigentes importantes que coordinaba acciones en Italia, con la gran ayuda de Bettino Craxi, Primer Ministro de ese país, quien tenía a Alejandro como asesor político, especialmente para Latinoamérica.  [/cita]

El exilio reunía a los chilenos en diversos países europeos. Coordinábamos políticas para ayudar a la caída de Pinochet, lo mismo que celebrábamos cumpleaños o la simple felicidad de conocernos. En el Partido Radical, el «Conde» Montesino aparecía como uno de los dirigentes importantes que coordinaba acciones en Italia, con la gran ayuda de Bettino Craxi, Primer Ministro de ese país, quien tenía a Alejandro como asesor político, especialmente para Latinoamérica. Alejandro, por tal motivo, era llamada obligada para los dirigentes chilenos de la ex Unidad Popular que deseaban encontrarse con él o solicitar alguna ayuda.

En su partido trabajaba con Carlos Parra, Aníbal Palma, Jorge Tapia, Lucho Ayala, Carlos Martínez, Marco Álvarez, Luis Pavez , Coco Villegas y yo, entre otros, para ayudar a las labores con los partidos chilenos y europeos. Anselmo Sule, uno de los Vice Presidentes de la Internacional Socialista fue un gran amigo y adversario de Alejandro. Se querían y se odiaban a veces, discutían hermanablemente y se peleaban en los foros partidarios, pero concordaban en las tribunas internacionales, especialmente la IS. Allí se rozaban con los principales cancilleres de los países europeos como Willy Brandt, Bruno Kreisky, Francois Mitterand, Felipe González, Olaf Palme, Mario Soares. Alejandro conversaba con ellos y a pesar de su juventud era escuchado con interés y respeto por ellos.

Numerosos y destacados cargos políticos tuvo Alejandro tanto en el país, como con gobiernos extranjeros, destacando Costa Rica en que asesoró a uno de sus presidentes. En Italia fue un sobresaliente asesor de Bettino Craxi Primer Ministro de ese país y tuvo una destacada actuación diplomática como embajador en Suiza, durante el gobierno del Presidente Aylwin.

¡Cuánta falta le hace hoy al Partido Radical políticos como Montesino, con voz propia, capaz de  exponer y defender posiciones, sobre todo para utilizar los valores y trayectoria del radicalismo en el Gobierno de la Presidenta Bachelet!

Hay mucha cosa que decir del amigo Montesino. Todos quienes lo conocimos entretejimos una historia con él y sobre él. Hombre controvertido, peleador duro, cultísimo memorión, gran defensor de la justicia, inspirado en los valores de la revolución francesa, pegaba duro, sin pelos en la lengua, irreverente con calidad y devoción. Chile perdió temprano a un político de excepción, soñador de firmes principios laicos y democráticos.

Los bronces de Navidad tañen y los amigos de Alejandro Montesino, a una década de su partida, le recordamos con nostalgia y cariño, siempre hermanos en el mismo ideal.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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