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La rebelión de los bastones

Loreto Barril
Por : Loreto Barril Líder de Retiro de Mercer
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Según la Encuesta de Calidad de Vida de la Universidad Católica, realizada en 2010, un 53% de los adultos mayores, a pesar de haberse pensionado, desea continuar trabajando, mientras que sólo un 9% desea dejar de trabajar.


A muchos habrá llamado la atención la “Marcha de los bastones” que protagonizaron los adultos mayores el sábado 13 de diciembre, una asistencia que bordeó las mil personas, exigiendo una rebaja preferencial en las tarifas del transporte público.

Hemos sido mudos testigos también de la lucha que han dado por la eliminación del descuento de salud de sus pensiones y el cobro de impuestos en las mismas.

Hoy, cada vez se ven más jóvenes, se mantienen activos, hacen deporte, estudian y participan silenciosamente de todos los ámbitos de una sociedad que hace esfuerzos por ignorarlos; marcan presencia y se hacen oír.

No deja de llamar la atención que sean adultos mayores los que abren las cartas que los niños le envían al Viejito Pascuero para pedir un regalo, en el marco de la tradicional campaña de Correos de Chile.

Estos particulares ayudantes de Santa Claus realizan un trabajo ad honórem meticuloso, ordenado y con mucho cariño. Además, lo hacen sin la prisa de la mayoría de las personas más jóvenes, quienes podrían hacer esta tarea más rápida, pero, tal vez, sin la misma dedicación.

[cita]Según la Encuesta de Calidad de Vida de la Universidad Católica, realizada en 2010, un 53% de los adultos mayores, a pesar de haberse pensionado, desea continuar trabajando, mientras que sólo un 9% desea dejar de trabajar.[/cita]

Son muchos los adultos mayores que, a pesar de estar en edad de un merecido descanso, optan por seguir trabajando y continuar siendo un aporte para la sociedad. Sin embargo, el problema está en lograr que el mercado laboral genere oportunidades para ellos y en vencer la resistencia a contratarlos por no confiar en su adaptabilidad y/o productividad.

El mercado laboral enfrenta una contradicción: por una parte busca perfiles para puestos que requieren gran especialización, pero por otra, “castiga” a las personas más experimentadas privilegiando la contratación y permanencia de personas más jóvenes, cuyo sueldo no implica una trayectoria. Además, existe una sobrevaloración de la juventud, lo que se suma a que muchas empresas no tienen una cultura organizacional preparada para aprovechar a personas de la tercera edad.

El número de adultos mayores ocupados entre 2010 y 2013 aumentó en un 35%, según datos del INE, lo que demuestra un avance en esta materia. Sin embargo, la presencia de éstos sigue siendo insuficiente considerando la tendencia demográfica de nuestro país. Hacia los años 2025 y 2050, la población adulta mayor del país aumentará a 16% y 23,5%, respectivamente.

Por estos días la Comisión Bravo prepara la reforma previsional, y es clave que en este análisis se tenga presente que el país necesita un mercado más flexible, que se adapte un poco más a las personas mayores de 60 años, y que considere la transición demográfica.

Según la Encuesta de Calidad de Vida de la Universidad Católica, realizada en 2010, un 53% de los adultos mayores, a pesar de haberse pensionado, desea continuar trabajando, mientras que sólo un 9% desea dejar de trabajar.

En este escenario, algunos supermercados, bancos y empresas de retail han incorporado a personas mayores en sus equipos laborales, en trabajos por temporada e incluso en jornada completa para ciertas áreas que requieren de una imagen al cliente que proyecte más experiencia, o en la entrega de servicios o productos en los que es clave la dedicación, buena atención e interés en aportar. Esto ha llevado a incrementar la presencia de la tercera edad en el mercado del trabajo.

En la última década, el porcentaje de personas que siguen trabajando –a pesar de estar en edad de hacer uso de su derecho a pensión– creció en un 65%, pero aún falta bastante camino por recorrer y no podemos seguir pasivos, es hoy cuando debemos comenzar a transitarlo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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