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La apicultura una oportunidad para la paz mundial

La apicultura una oportunidad para la paz mundial

Víctor González Kowal
Por : Víctor González Kowal Periodista. Estudiante de acupuntura.
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Hay consenso respecto a que en las ciudades está precisamente la oportunidad para revertir el CCD y así dar una nueva oportunidad a estos maravillosos insectos, y de paso a nosotros mismos, esta posibilidad se dará más contundentemente en lugares dónde existen parques y árboles gigantes que puedan alimentarlas y albergarlas, así también se beneficiarán otros insectos tales como los abejorros.


Es pleno verano. El trigo negro, el olor de la miel rancia de la manzanilla, los acianos, y en el bosque el silencio,sólo en la cima de los árboles zumban sin cesar las abejas, los insectos.

Diario Personal León Tolstoy

En muchas ferias, entre la voz viva que sale de los mercaderes ofreciendo la fruta, la papa, el pescado y la animosidad de los compradores por encontrar la oportunidad de las tres B (Bueno – Bonito -Barato) que todo chileno se empecina en desarrollar al máximo en su experiencia de ir a comprar los comestibles para la semana, siempre podemos encontrar, hoy en día con mayor sensibilidad, que antes, al señor, señora que exclusivamente vende miel y los productos de las abejas.

Fue así, en tal ejercicio de visitar una mini verbena que se instala los sábados en la comuna de El Quisco, donde en una pequeña fila de puestos levantados para ofrecer los productos que nuestra ñuke mapu produce con generosidad; los visitantes fuimos absorbidos por las fragancias a cebolla, a cilantro, a melón a punto de podrirse en su propio almíbar y todo presentado bajo una atmósfera a eucaliptus y a sal marina omnipresente mientras el verano contribuía con fuerza y vigor a la jornada de compras.

Entre los distintos puestos visitados nos encontramos con uno en particular, muy bien levantado bajo su toldo, con mantel blanco y un centenar de frascos en cuyos adentros, la miel lucía en colores distintos: Blancos, amarillos, canelas, barnices, etc. se notaba seriedad en el ejercicio de la apicultura, que en su definición etimológica, une los vocablos latinos «apis» abeja y «cultus» cultivar.

Don Jorge González, vende miel de sus apiarios, es un hombre que a diferencia de todos los demas oferentes, definidos en el bullicio de sus mercaderías, gritadas a garganta fulminante, se destaca en vender el producto de su trabajo en el más absoluto silencio. Tal aplomo viene de «la experiencia que trae paz a quien dedique su vida al cultivo y cuidado de las abejas», esto es una de las primeros comentarios que testimonió sobre su oficio. También nos contó que él era capaz de colocar su mano desprotegida en la piquera (la puerta de entrada a la colmena) sin temor a ser atacado por estos insectos «porque ellas continuarían en su labor por los cuales han sido creadas, y si uno no las molesta, ellas no se defienden».

Admirado ante paradójica táctica de venta y aprovechando una compra, le pregunté por la interrogante que cae de cajón: es verdad de la extinción de las abejas?.

Si las abejas desaparecen, en cuatros años la humanidad también lo hará. Albert Eisntein

Desde cierto tiempo a la fecha hemos sido bombardeados por gran cantidad de documentales, reportajes y relatos sobre el advenimiento de una gran extinción de estos seres dorados y oscuros, producto de las aplicaciones de pesticidas a los procesos agrícolas, las ondas electromagnéticas de los celulares; desertificación, sequía, ignorancia, destrucción ecológica a gran escala, ninguna de las anteriores, todas las anteriores. Los expertos plantean soluciones y variopinta son las iniciativas en cuanto a tomar conciencia sobre esta realidad entomológica en particular a la que los expertos han denominado Síndrome de Despoblación de las Colonias, CCD por sus siglas en inglés (Colony Collapse Disorder). Se establece como una aproximación a lo que está sucediendo con la apicultura industrial en Chile, pero más precisamente con la de Estados Unidos y Europa.

Precisamente en la respuesta sobre la producción apícola, la mortandad por un lado y el abandono de los panales por otro, Don Jorge nos comentó: «es cada vez más dificil cosechar miel, cada vez hay menos propóleo para recolectar, cada vez hay menos lugares para instalar los apiarios», pero al mismo tiempo en acuerdo a su convicción, nos comentó una experiencia que nos permita dar vuelta la tortilla sobre el destino de las abejas.

Yo le voy a contar una historia -nos dijo Don Jorge con su delantal muy bien vestido- en una ocasión, hace varios años ya, en la zona del Bio Bio, había instalado en una huerta, unos colmenares con objeto de polinizar un campo, tenía como vecino una plantación forestal de pino, cuento corto, de un día para otro, miles de hectáreas ardieron arrasando con todo a su alrededor, incluyendo granjas, animales y mis abejas. Sin embargo semanas después, pasada la tragedia, controlado ya todo el infierno, pudimos constatar de la supervivencia de dos colmenas ¿Cómo pasó eso? Ahí Ud. ve que capaz que nosotros seamos los que nos extingamos y no ellas.

Las abejas han sobrevivido por millones de años a múltiples escenarios hostiles tales como glaciaciones, erupciones volcánicas, maremotos, y a una variedad magnánima de ecocidios, provocados por la civilización humana o no. En tales escenarios estas bellas guerreras pueden sobrevivirnos (y así lo han hecho) mediante una organizada capacidad de lucha, resiliencia y adaptabilidad.

Versiones jóvenes

Con Don Jorge también comentamos sobre el despertar de decenas de jóvenes apicultores que en todas las regiones del país se han plegado al rescate de esta monarquía con el sano propósito de aprender y aplicar concepciones ecológicas a un mundo exigido por los cambios que el desarrollo está imponiendo a la humanidad chilena hoy en día.

apicultura-orgánica-1Un ejemplo de ello es Natalia Sobarzo Galleani, ex santiaguina, hoy de Catemu, dedicada a este oficio desde hace 4 años, nos comentó sobre su experiencia, directamente relacionada con una propuesta de retorno, de transición a la naturaleza : «… el trabajo apícola, te invita a estar en el aquí y en el ahora, ese ejercicio de estar con todos tus sentidos trabajando con las abejitas te lleva a un estado mental de mucha atención pero a la vez de mucha calma. Si yo me distraigo o comienzo a divagar, siempre experimento una picada. Nunca trabajo con las abejas sin antes proponerme estar en un estado de paz mental. A mí me pasó que cuando murió mi papá estaba en una depresión heavy y sólo este trabajo me ayudó a salir de ese angustia».

Marcela Arredondo, habitante de La Florida, sector de El Panul, nos relata que el año 2007 se inició en el oficio gracias a que un vecino le regaló una colonia «y aprendiendo sobre la marcha» pudo multiplicar familias y obtener rica miel casera. Para ella «…existe un enamoramiento con las abejas, uno comienza con sorprenderse ante tanta perfección, organización, y lo principal, tanta conexión con los ritmos naturales, ellas son de los seres más conectados con el sol, las flores, el clima, etc». Uno tiene que adoptar una actitud muy respetuosa y pacífica frente a ellas al manipularlas e interferir lo menos posible, privilegiándolas al sacar la justa cantidad de miel. Ellas están totalmente conectadas y procuro seguir su filosofia de vida, o al menos intentarlo». Concluye.

El futuro de la apicultura, de las abejas y por ende de la humanidad toda, pese a las contrariedades de una civilización que semeja un ferrocarril, cuyo maquinista, conduce al despeñadero su convoy en cuyos carros van atestados de pasajeros en fonda permanente o disparándose, está en una generación de ciudadanos de todas las edades que persisten en este oficio, como negocio, como terapia o como estrategia de supervivencia que en forma curiosa, viene acompañándonos desde tiempos inmemoriales y que hoy en día se plantea desde la encrucijada del CCD.

Apicultura natural: Una visión ética

Muchos apicultores como Emanuel Canales, director del Ecocentro El Espino, en Cauquenes, donde imparte cursos de apicultura en base a una técnica de manejo natural de abejas, fruto de 10 años de experiencias y observaciones, plantea que: …» paradójicamente es en las ciudades, y no en el campo, donde se podrá trabajar con las abejas con la seguridad de no exponerlas a campos rociados con pesticidas que puedan dañarlas». El CCD en parte, tiene que ver con una forma de hacer apicultura que podríamos denominarla industrial, por un lado y de saqueo por otro; bajo este sistema, a la abeja se le aplican químicos, antibióticos que provocan dependencia y le adormecen sus propias capacidades para defenderse. Se les alimenta con alimentos basados en azúcares y fructosas ya que la miel, su alimento natural, recolectada durante la temporada, le es extraída casi en su totalidad, provocando de esta manera, su desnutrición y exposición a enfermedades en las temporadas invernales. También errónea práctica ha consistido en acumular la mayor cantidad de apiarios en un solo lugar, lo que significa que si una colmena está enferma, inmediatamente infecta a todas las demás. «Las abejas no viven en condominios, sino que en comunidades relativamente aisladas unas de otras», asevera Canales en sus cursos.

Hay consenso respecto a que en las ciudades está precisamente la oportunidad para revertir el CCD y así dar una nueva oportunidad a estos maravillosos insectos, y de paso a nosotros mismos, esta posibilidad se dará más contundentemente en lugares dónde existen parques y árboles gigantes que puedan alimentarlas y albergarlas, así también se beneficiarán otros insectos tales como los abejorros.

Preparémonos para entender la apicultura como otro hito urbano de una sociedad que avanza hacia su felicidad y bienestar. Tal cual como Don Jorge, Natalia, Marcela y Emanuel, nos contaron acerca de la gran paz que les producía trabajar con ellas, así nosotros podremos en cierta manera, acceder a ese estado mental y emocional, si plantamos árboles y creamos condiciones para que las abejas visiten nuestros jardines y balcones.

Mayor información: http://biourbanizando.blogspot.comww.apiculturanatural.wordpress.com – Don Liborio Colmenares: liboriocolmenares@gmail.com.

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