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Aborto: la ciudadanía tiene derecho a saber y a decidir

Tania Herrera
Por : Tania Herrera Médico Salubrista
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La visión de la mujer –hecha por una propia mujer– como un ser incapaz de tomar una decisión voluntaria, muestra hasta qué punto nuestro país continúa sumido en una sociedad patriarcal. La razones por las que una mujer decide abortar son diversas y totalmente personales, y no solo el resultado de una victimización que se ha querido mostrar como “solucionable” con otras estrategias.


Restringir los argumentos a favor o en contra del aborto a la defensa de la vida, es caricaturizar un debate que en Chile se ha ido extendiendo poco a poco, pero que le queda mucho por avanzar.  Las aristas desde donde iniciar este debate son muchas: derechos humanos, posiciones políticas o religiosas, repartición del poder en la sociedad, ciencias biológicas, salud pública, patriarcado, y muchas otras que sería imposible plasmar en un solo artículo. Pero para seguir el hilo conductor del debate, y en respuesta a Andrea Balbontín y su columna del 19 de febrero, quisiera que se consideraran algunas apreciaciones.

Dice Balbontín que el tema del aborto es un asunto de valoración de la vida humana y de los derechos humanos fundamentales. Concuerdo. La vida humana es un proceso que pasa por diversos estadios a partir de la formación del cigoto, pero la valoración que se da a estos estadios, como cualquier valoración, es una mezcla que se produce en cada persona como el resultado de una serie de otras creencias y de su integración al colectivo. En las personas creyentes, por ejemplo, el momento de la aparición de un ser con un alma determina que esa vida humana es valiosa por sí misma, pero nadie pediría a un ateo que tuviese el mismo argumento para definir cuándo esa biología pasa a tener un valor humano. Así, entonces, el hecho de que exista un código genético diferenciado en nada cambia la discusión sobre la valoración.

[cita]La visión de la mujer –hecha por una propia mujer– como un ser incapaz de tomar una decisión voluntaria, muestra hasta qué punto nuestro país continúa sumido en una sociedad patriarcal. La razones por las que una mujer decide abortar son diversas y totalmente personales, y no solo el resultado de una victimización que se ha querido mostrar como “solucionable” con otras estrategias.[/cita]

Por otra parte, en la discusión sobre el aborto se ven enfrentados los derechos fundamentales de la mujer y los del cigoto-embrión o feto. Una mujer con un embarazo no deseado en un país donde el aborto es ilegal, pierde su derecho a la libertad, dignidad e igualdad, y es obligada a rendirse a su condición biológica y social y a convertirse en “el receptáculo de la vida en gestación”.

En relación a los métodos para resolver un aborto, recomiendo a Balbontín acercarse al documento “Aborto sin riesgos. Guía técnica y de políticas para sistemas de salud”, de la Organización Mundial de la Salud, donde se establecen lineamientos para la realización de abortos seguros en distintas etapas del embarazo. Actualmente el aborto se realiza mediante un procedimiento médico con medicamentos orales o vaginales que tiene una efectividad de hasta un 90%, reservándose la aspiración al vacío para los pocos casos en que lo primero no funciona. Por lo tanto, la información que entrega la autora es errada y no contribuye al derecho a saber de la ciudadanía.

La visión de la mujer –hecha por una propia mujer– como un ser incapaz de tomar una decisión voluntaria, muestra hasta qué punto nuestro país continúa sumido en una sociedad patriarcal. La razones por las que una mujer decide abortar son diversas y totalmente personales, y no solo el resultado de una victimización que se ha querido mostrar como “solucionable” con otras estrategias. La maternidad debe ser una decisión libre que hace cada mujer y, para asegurarlo, la sociedad completa, a través del Estado, debe poner a su disposición todas las herramientas necesarias para no vulnerar este derecho.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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