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El silencio de los verdaderos inocentes

Daniela Campos y Carlos Palacios
Por : Daniela Campos y Carlos Palacios Daniela Campos, periodista, UDP, Carlos Palacios, licenciado en Ciencias políticas y gubernamentales, Caip.
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Desde que se abrió una nueva arista en el Caso Quemados, luego de que el  conscripto Fernando Guzmán señalara que los militares que iban en la patrulla, en 1986, fueron los que quemaron a Rodrigo Rojas de Negri y a Carmen Gloria Quintana, se han abierto varios debates.

Primero, que la declaración de hace 25 años de Rojas y Quintana siempre fue cierta, ya que un segundo conscripto, Pedro Franco Rivas, reafirmó la versión de Guzmán, demostrando que la verdad siempre se mantuvo enlodada con la declaración del Ejército que decía que los jóvenes eran terroristas y les explotaron bombas que cargaban.  De hecho, Augusto Pinochet dijo en aquel entonces sobre Rodrigo Rojas que le era “muy curioso que la parka que tenía el joven que murió quemado, no estaba quemada por fuera; sólo por dentro. No quiero pensar mal, pero me da la impresión que llevaba, a lo mejor, algo oculto, lo que provocó la quemazón por dentro”.

[cita] El Comandante en Jefe del Ejército, Humberto Oviedo, tiene la responsabilidad política, ética e histórica de romper ese pacto y de ser degradados del Ejército los militares que tienen causas en Derechos Humanos, ya que de esta forma miles de inocentes que guardan silencio con sus muertes tengan un reencuentro con sus familiares para poder despedirlos como se merecen y como corresponde. [/cita]

Segundo, que desde Augusto Pinochet para abajo varios militares sabían lo que había ocurrido y acallaron a los conscriptos con un pacto de silencio, el cual supone lealtad, honor y sobre todo confiabilidad. Un pacto que no es más que un vulgar secreto entre algunos cobardes, que se hacen llamar honorables y valientes soldados, que guarda el silencio de los verdaderos inocentes. Esto se confirmó con los cables desclasificados por el Archivo Nacional de Seguridad de Estados Unidos, el cual ratificó la participación de Pinochet en el encubrimiento en la verdad de los hechos.

Tercero, que Augusto Pinochet se murió y el pacto yace con él. Ahora Manuel Contreras -quien, por si fuera poco, quiere honores si muere teniendo 529 condenas por violación a los Derechos Humanos- está muy enfermo y lo más probable que tampoco rompa el pacto de silencio. Por lo mismo, el Comandante en Jefe del Ejército, Humberto Oviedo, tiene la responsabilidad política, ética e histórica de romper ese pacto y de ser degradados del Ejército los militares que han sido condenados en causas en Derechos Humanos, ya que de esta forma miles de inocentes que guardan silencio con sus muertes tengan un reencuentro con sus familiares para poder despedirlos como se merecen y como corresponde.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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