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El senador Pizarro debe dejar la presidencia del PDC

El senador Pizarro debe dejar la presidencia del PDC

Pablo Jaeger
Por : Pablo Jaeger Abogado y profesor de derecho de aguas. Accionista minoritario de El Mostrador
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Chile está inmerso en una muy profunda crisis de confianza y credibilidad, la cual afecta principalmente a la actividad política. Los chilenos tienen buenas razones para desconfiar de quienes han hecho de la política su profesión. El financiamiento irregular de la política le ha hecho mucho daño al país.

Estamos lejos de las convicciones del antiguo pueblo griego, el cual consideraba “idiotas” a los ciudadanos que no se ocupaban de los asuntos públicos. Hoy la opinión pública estima, muy mayoritariamente, que los políticos no son confiables y utilizan sus cargos en beneficio personal.

Siendo indiscutible que los países que se desarrollan de buena forma en el largo plazo son aquellos que tienen una “buena política”, cuyas instituciones funcionan correcta y eficientemente y en que la corrupción se castiga ejemplarmente, debemos adoptar medidas urgentes para devolver la confianza de los ciudadanos en sus políticos.

En el caso del PDC, que hoy está presidido (legítimamente, porque ganó por amplio margen las elecciones) por el senador Jorge Pizarro, cuestionado por temas de probidad, su permanencia en el cargo es inconveniente, ya que les trae perjuicios al sistema político y a su partido. Esta situación es independiente de reconocer los grandes servicios que el senador Pizarro ha prestado al país y el partido durante su larga vida política.

Los hechos conocidos hasta el momento son los siguientes: sus hijos Jorge y Sebastián facturaron y cobraron a SQM, a través de su empresa (que tuvo solo dos clientes) Ventus Consulting, 11 facturas por un total de 45 millones de pesos, por asesorías verbales referentes a temas en los que no son especialistas (mercado del yodo y el posible ingreso de Ucrania a la Unión Europea).

El Ministerio Público (Fiscalía) cree que tales trabajos no se hicieron. SQM, por su parte, ha declarado ante el SII que esos trabajos no están justificados. Así, la presunción es que ese dinero fue, como en otros casos similares que involucran a SQM, a financiar irregularmente la política. Y quien se dedica a la política en esa familia es el senador Pizarro.

Los hijos Pizarro no han procedido como lo hacen los inocentes, poniendo a disposición de la Fiscalía todos los antecedentes para que investigue, sino que han buscado, y logrado hasta ahora, que el destino final de los dineros continúe siendo oscuro.

 El próximo año el PDC deberá someterse nuevamente al escrutinio público de los ciudadanos, presentando candidatos a alcaldes y concejales, además de llevar adelante un exigente proceso de refichaje de sus militantes. Será muy injusto para el PDC y sus militantes tener que “cargar con el presidente” a sus espaldas.

Pues bien, los chilenos ya tienen un juicio formado al respecto: la situación del senador Pizarro es, al menos, sospechosa, y probablemente esté involucrado en un financiamiento irregular de la actividad política. Tenemos que aceptar que los ciudadanos tienen buenas razones para tener esa opinión.

El PDC se ve actualmente expectante y perplejo. La situación de su presidente aún demorará bastante en ser completamente esclarecida. El partido debe seguir activo y participando en el Gobierno, pero la situación de su presidente todo lo complica y contamina.

El próximo año el PDC deberá someterse nuevamente al escrutinio público de los ciudadanos, presentando candidatos a alcaldes y concejales, además de llevar adelante un exigente proceso de refichaje de sus militantes. Será muy injusto para el PDC y sus militantes tener que “cargar con el presidente” a sus espaldas.

Pido entonces, para el PDC, y también para todos los partidos chilenos, que quienes estén cuestionados por el financiamiento irregular de su actividad política, se hagan a un lado y permitan a los demás caminar con la frente en alto.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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