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Facebook: por qué los más jóvenes la odian, pero utilizan

Sergio Morales
Por : Sergio Morales Redactor de Contenidos de ROI, Agencia de SEO y Reputación Online.
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«Era el medio perfecto para mantener un vínculo más que suficiente con familiares y amigos, sin la necesidad de ofrecer un nivel de interacción excesivo. Facebook vio disminuida en gran manera la participación y preferencia de los jóvenes, sin embargo sus perfiles seguían ahí, inmóviles, sin mostrar más de lo necesario».


Amor y odio. Esas son las palabras que definen mejor a Facebook y su público más joven, ese que anteriormente abundaba como la espuma en esta red social, y se expresaba libremente sin tapujos ni restricciones. Ahora sin embargo, todo cambió.
Al existir muchísimas otras redes sociales que se levantaron como competencia directa de Facebook, o habiendo otras opciones que permiten incursionar en el mundo de las redes sociales sin la rigidez de tener un perfil con texto y fotografías, se produjo una extraña estampida. Los jóvenes siguen ahí, sus perfiles continúan intactos, sus biografías permanecen inmaculadas. Pero es como si su espíritu ya no estuviese presente. ¿Qué pasó con Facebook, que ya no logra encantar a los adolescentes, como sí lo hacía en antaño?

Cuando aún existía el amor

A medida que Facebook se hacía más y más popular, la juventud se afanaba en expresarse sin tapujos. Las actitudes típicas de aquella etapa de la vida se hacían manifiestas a cada segundo: biografías que resultaban ser una verdadera radiografía emocional de sus portadores, fotografías personales, mensajes de cariño a amigos y parejas, entre otros. Junto a estas evidentes huellas sociales dejadas indiscriminadamente en esta red social, vinieron los problemas: la aún inmadura presencia de seguridad en Facebook. Era sencillo para los usuarios malintencionados acceder a perfiles de personas que nunca en la vida se llegaría a conocer en persona, y hacer verdaderas pesquisas de material sensible. Varios fueron los dolores de cabeza que Facebook tuvo en aquella época, sin embargo, a los jóvenes parecía no importarles. De manera constante, allí estaban ellos manifestando sus ideas, emociones, proyectos, además, de enseñar sus fotografías y videos al mundo. Sin embargo, y con el pasar del tiempo, Facebook tomó medidas y comenzó a robustecer en gran manera la seguridad al momento de producirse interacciones entre los distintos usuarios. Ya no era tan sencillo agregar a personas desconocidas, mucho menos mirar su material.

La llegada de un público inesperado

La juventud no suele ser muy precavida. No piensa demasiadas veces las cosas que hace, solo las hace y ya. Los adultos en cambio son distintos, mucho más mesurados, más cuidadosos. No es fácil verlos cómodos en un ambiente que los deja totalmente desprotegidos y sin defensas. Y fue entonces, en ese momento en el que Facebook pasó a ser una red social mucho más robusta y segura, cuando se produjo el ingreso de un público inesperado para los adolescentes. Un público que no se esperaban, y que nunca pensaron que se integrarían ahí, en ese ambiente donde solo ellos moraban con libertad. Ya era el momento para que los más adultos también empezaran a interactuar con la magia del internet, con el encanto de encontrar a sus parientes lejanos, a sus seres queridos, a sus compañeros de escuela o universidad. Los adultos entraban en masa a Facebook y les encantaba lo que eran capaces de hacer ahí. Pero a los jóvenes no. Su presencia les incomodaba, les quitaba esa libertad que tenían en un principio. Sumado a eso, las excesivas políticas de seguridad que Facebook había implementado ya no hacía tan fácil jugar a ese juego de la búsqueda libre y ociosa de material atractivo para la juventud. Facebook se había convertido en un lugar aburrido, sin gracia. En un lugar dominado por adultos.

Fue ahí cuando apareció la gran interrogante: ¿qué hacer? ¿Abandonar ese sitio que los amparó por tanto tiempo? ¿Por qué motivo? ¿Será que Facebook ya no tenía ninguna utilidad? La juventud no se sentía cómoda en Facebook, sin embargo de igual forma seguía necesitando Facebook. ¿Por qué? Porque era el medio perfecto para mantener un vínculo más que suficiente con familiares y amigos, sin la necesidad de ofrecer un nivel de interacción excesivo. Facebook vio disminuida en gran manera la participación y preferencia de los jóvenes, sin embargo sus perfiles seguían ahí, inmóviles, sin mostrar más de lo necesario.

¿Dónde se había ido ese público que con anterioridad le daba tanta vida a esa red social? Internet es un lugar inmenso y las posibilidades para emigrar también lo eran. Redes sociales de todo tipo hicieron ingreso para acoger a ese público huérfano de un sitio donde seguir compartiendo lo de siempre, y con la misma libertad de siempre. Instagram, Snapchat, Twitter, Tumblr, Tinder, y un largo etcétera, pero Facebook ya no sería lo mismo de antes. Amor y odio que sigue hasta hoy, y pareciera nunca acabar.

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