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El rol social del humor es diagnosticar que somos un mejor país

Andrés Mendiburo
Por : Andrés Mendiburo @amendiburo Doctor en Psicología Social, Profesor Asociado Facultad de Administración y Economía, Universidad de Santiago de Chile.
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Definir el humor es difícil. Es un concepto plástico. En los estudios que hemos realizado con Darío Páez y otros colegas, solemos verlo como un prototipo emocional ligado a la alegría. Esto sería, en resumen, una capacidad de capturar un elemento del entorno (sentido del humor), la capacidad de procesarlo, la sorpresa que nos causa y la forma en que se demuestra (risa, carcajadas, sonrisa).

Lo que sí se sabe es que el humor es un fenómeno social. La gente ríe más estando acompañada que estando sola e, incluso en estas situaciones, puede pensarse en que son situaciones pseudosociales (por ejemplo, viendo una serie, recordando un chiste, etc.). Necesitamos a otros para reírnos.

Respecto a los humoristas en el Festival de Viña se ha opinado bastante y quisiera referirme a dos temas que han surgido en estas opiniones y comentarios. El primero se refiere al chiste de Edo Caroe respecto a la diputada Camila Vallejo. El segundo se refiere al contenido crítico del humor respecto a políticos en Chile.

Creo necesario tocar tres temas antes de dar una opinión sobre esto. Será breve y servirá –espero– para contextualizar mi opinión.

[cita tipo=»destaque»]Hay investigaciones que muestran que tanto hombres como mujeres prefieren chistes donde la mujer es “víctima”, mientras que otras muestran que cada sexo prefiere chistes que tengan de víctimas a personas del sexo contrario. No podemos culpar al humor de lo que alguien opine. Si hay misóginos, machistas, extremistas políticos u otros que usen el humor para decir cosas, es justamente porque son misóginos, machistas, extremistas políticos.[/cita]

El primer tema se refiere a las teorías que buscan explicar el humor desde la psicología, cada una con aportes interesantes y que, a mi parecer, envuelven de manera muy completa este fenómeno. De ellas hay dos que me parecen adecuadas para examinar ambos temas. Una de ellas es llamada la “teoría de la diferencia” (que en realidad son teorías), la cual plantea, básicamente, que nos reímos de la desgracia del otro, para sentirnos superiores, para ganarles. La segunda tiene que ver con la teoría del juego psicológico. El humor es un estado que se puede denominar paratélico: no tiene una finalidad en sí mismo, es como los juegos que tuvimos de niños que no eran una competencia, sino que eran un puro juego.

El segundo tema se refiere a los diferentes estilos de humor. Rod Martin propuso en 2003 la existencia de cuatro estilos de humor que toda persona utiliza, algunos más y algunos menos. Dentro de ellos estaría el humor agresivo, que implicaría usar el humor para criticar, ridiculizar, ofender, o usarlo en situaciones inadecuadas. Este estilo de humor puede ser muy negativo, pero también puede tener funciones de afrontamiento psicológico. El humor agresivo ayuda a escudar opiniones, a separar grupos. Presos lo utilizan muchas veces para burlarse de sus captores. Mi novia me comentó de un colega abogado de ella que le contó la historia de un grupo de detenidos del Partido Comunista en dictadura que, ante la orden de encerar una habitación, comenzaron a cantar “enceremos” con la melodía de la canción “Venceremos”. Es gracioso, es negro y es una forma de afrontar.

El tercer tema se refiere al humor en contexto social. Las investigaciones que hemos revisado y realizado, tanto a nivel individual como colectivo, muestran asociaciones entre el uso del humor negro y la distancia al poder, la masculinidad y el individualimo (como factores sociales). Se usa más humor agresivo cuando hay menor distancia con el poder, mayor individualismo y mayor masculinidad (nuevamente, como variable cultural).

¿Por qué se puede pensar que fue ofensivo el chiste de Edo Caroe sobre Camila Vallejo? He escuchado varios argumentos, pero aparece de manera constante el hecho de que la diputada es mujer. Uno podría pensar que también sería ofensivo para el diputado Jackson. He escuchado también a hombres que se sintieron ofendidos con la ruta de Natalia Valdebenito (quien me pareció bastante graciosa, por cierto). No pretendo dar una solución a si es o no ofensivo, porque el humor no es en sí ofensivo o no. Lo que sí puedo decir es que la gente encuentra menos gracioso lo que no entiende, lo que no la sorprende y lo que ofende a algún grupo con el que se identifique.

Personalmente, detesto los chistes sobre lo mal que está jugando la Universidad de Chile. Hay investigaciones que muestran que tanto hombres como mujeres prefieren chistes donde la mujer es “víctima”, mientras que otras muestran que cada sexo prefiere chistes que tengan de víctimas a personas del sexo contrario. No podemos culpar al humor de lo que alguien opine. Si hay misóginos, machistas, extremistas políticos u otros que usen el humor para decir cosas, es justamente porque son misóginos, machistas, extremistas políticos. Personalmente, el chiste me pareció bueno.

Respecto a las críticas que se hacen a políticos desde el humor, pienso que el humor no tiene una función social. El humorista no es el encargado de decirnos cosas que, por cierto, ya sabemos. El rol del humor en este caso es permitirnos ver que hay menor distancia al poder, que no tenemos miedo de criticar, que somos un país con valores más femeninos que antes, que no permitimos la homofobia y que, por ende, no nos parece graciosa. El humor está diagnosticando que somos un mejor país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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