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Mes del niño, ¿qué podemos celebrar?

Por: Marcelo Sánchez, Gerente general de Fundación San Carlos de Maipo


Señor Director:

Resulta paradójico observar por distintos medios el ambiente de festividad que provoca el día del niño y sin embargo, hemos sido testigos durante los últimos meses de una realidad alarmante que ha comenzado a develarse, a partir de la crisis en el sistema de protección residencial de Sename.

En efecto, la anestesiante seducción que provoca el pensamiento mágico de una sociedad que cuida, que regala, pareciera relegar a la crónica roja la abismante tragedia de niños que mueren, que son violentados, que no tienen oportunidad para la rehabilitación o reinserción. Más aún, pareciera que esta realidad ocurriera en la periferia de la sociedad, en los márgenes donde correctamente segregada no afecte al espíritu festivo con que se manifiesta agosto en la retórica del regalo, de los días de fantasía que para algunos son la norma.

Pero si miramos a fondo, si somos capaces de darnos cuenta lo que este embrujo le hace a nuestro país descubrimos el otro agosto, el de la solidaridad y allí vemos en su real magnitud la crisis por la que atraviesa nuestra infancia. El 22% de la población infantil se encuentra bajo la línea de pobreza, mientras el 7,5% en situación de indigencia. Si miramos más allá veremos un país donde 150 mil desertarán del colegio, en que 4.000 niños son explotados sexualmente, cerca de 3000 viven en la calle, donde un 37% de niños ha probado la droga y 25 mil serán consumidores problemáticos a futuro. Un país donde 11 mil viven institucionalizados, donde 3 de cada 4 sufrieron violencia física o sicológica de sus padres y en 1 de cada 4 casos fue grave.

La radiografía de nuestra infancia nos habla de inequidades territoriales en que el embarazo adolescente es hasta 10 veces superior en comunas pobres, donde no existen áreas verdes para recreación o fomentar la socialización, donde pintar el concreto es la respuesta a un espacio de convivencia. Esta realidad nos habla de la inexistencia de políticas locales, que apunten a la prevención efectiva, con resultados comprobados y no un cúmulo de sobreintervenciones mediadas por burocracia asistencialista a requerimiento de decenas de programas desintegrados e inoportunos. En esta paradoja que nos trae Agosto, debemos cambiar estas realidades, que por duro que sea enfrentarlas, siempre será mejor que vivir de fantasías.

Marcelo Sánchez, Gerente general de Fundación San Carlos de Maipo

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