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Opinión: colusión, sinceramiento de la desidia Opinión

Opinión: colusión, sinceramiento de la desidia

Fernando Balcells Daniels
Por : Fernando Balcells Daniels Director Ejecutivo Fundación Chile Ciudadano
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Puede ser que los alcances de la colusión, sus redes y sus fuentes, se extiendan más allá de la esfera de la economía y que no existan instituciones capaces de investigar independientemente las trabas a la libre competencia. Puede ser que los centros de estudio especializados en consumo estén capturados por los financiamientos empresariales. Si así fuera, esa es una distorsión necesaria de corregir.


Al parecer, la autodelación se ha convertido en el ojo único del cíclope burocrático. Habrá que evaluar en su momento la eficacia del expediente para detener las prácticas de colusión, pero lo que interesa examinar ahora son las capacidades propias de los investigadores para descubrir estas prácticas discretas.

Lo que primero llama la atención es la inexistencia de malicia, la ausencia de toda sospecha y de un marco teórico que permita anticipar los lugares y las modalidades de ocurrencia de estas prácticas. A la luz de lo que se ha conocido en otros países, parece prudente investigar si ha habido colusión en el área de papeles para imprenta de la CMPC. Cualquiera con un mínimo de curiosidad y de honestidad, sospecharía que las prácticas monopólicas no son extraordinarias sino que son habituales en Chile.

La curiosidad de las instituciones de estudios y de fiscalización es escasa; pasa por alto la sintomatología del abuso y las advertencias de una mínima prudencia inquisitiva. No sabemos si por deshonestidad, por incompetencia, o si ambas posibilidades son solidarias en la ceguera y la indiferencia. Puede ser que la crítica ética esté disociada de la crítica jurídica y que un comentario valórico sin arraigo legal esté condenado a repetirse, una y otra vez, en su ingenuidad y en su segura improcedencia práctica.

[cita tipo= «destaque»]Esta discordancia no se explica solo por la lentitud con que la ley transforma la cultura. Ella habla más bien de una resistencia de las empresas y una tolerancia de los mercados que solo está empañada por los consumidores y los pequeños emprendedores. Ambos sectores constituyen variables invisibles en el mercado.[/cita]

Puede ser que los alcances de la colusión, sus redes y sus fuentes, se extiendan más allá de la esfera de la economía y que no existan instituciones capaces de investigar independientemente las trabas a la libre competencia. Puede ser que los centros de estudio especializados en consumo estén capturados por los financiamientos empresariales. Si así fuera, esa es una distorsión necesaria de corregir.

Como en todos los conflictos que enfrentamos, en relación con los monopolios es necesario sincerar nuestras opiniones y no dar por cerrado ningún debate. Es cierto que el tema está zanjado legalmente y que los atentados a la libre competencia están prohibidos. Sin embargo, cualquier observación atenta se encontrará con innumerables situaciones que, si no corresponden a conductas monopólicas, se parecen como dos moscas en un vaso de leche.

Esta discordancia no se explica solo por la lentitud con que la ley transforma la cultura. Ella habla más bien de una resistencia de las empresas y una tolerancia de los mercados que solo está empañada por los consumidores y los pequeños emprendedores. Ambos sectores constituyen variables invisibles en el mercado.

Para muchas autoridades, políticos y economistas, los monopolios cumplen papeles de dinamización y de modernización de la economía. Nos permiten competir internacionalmente y participar a través de ellos en la globalización. El problema son las cantidades desdeñables, los sujetos descartados y las opciones de modelo de desarrollo.

El país debe decidir si su modelo es el de un capitalismo monopólico sustentado por el Estado o el de una economía de consumidores que, no solo ha mostrado ser más eficiente en países desarrollados, sino que también más justa y más pacífica.

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