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Nuevas formas de maltrato estructural hacia las personas mayores

Carolina Riveros
Por : Carolina Riveros Académica, Universidad de Talca
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En medio del descanso veraniego, hemos tomado conocimiento por la prensa de una misma noticia, aunque expresada en dos países. En Turquía y en Suecia se han anunciado sendos programas que ofrecen un pago a las abuelas por cuidar de sus nietos.  Se trata de 100 euros (68.100 pesos chilenos, aproximadamente), lo que supondría una ayuda supletoria para sus pensiones y, de paso, fomentaría el empleo femenino. Como requisito, las abuelas no pueden tener más de 65 años y los nietos deben tener entre 6 y 12 meses.

A simple vista, parece una buena iniciativa. Se trataría de enfrentar los desafíos del cuidado, mejorando de alguna forma la disponibilidad de recursos financieros en el caso de las mujeres mayores y fomentando su empleabilidad en un sector que, como el de los cuidados, se hará más importante en el futuro. Pensemos que la humanidad se encamina hacia la llamada «cuarta edad», integrada por personas mayores pero cada vez más autónomos e independientes.

Pero la medida en cuestión, implementada en dos países además muy distintos desde el punto de vista de las brechas de género (Suecia en cuarto lugar y Turquía en el ciento treinta del índice global que elabora anualmente el Foro Económico Mundial), deja en evidencia que el maltrato estructural hacia las personas mayores puede expresarse, incluso bajo modalidades aparentemente inofensivas. En nuestro país, el Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama) denomina como tal a «aquel que ocurre desde y en las estructuras de la sociedad mediante normas legales, sociales, culturales y económicas que actúan como trasfondo de todas las otras formas de maltrato existente». En este caso, se detectan-al menos-dos tipos de desigualdades: el primero, porque se asocian las tareas del cuidado a las mujeres pero, además, con una remuneración muy baja.

[cita tipo=»destaque»]Dejemos de estigmatizar a los adultos mayores como personas vulnerables y generemos las condiciones necesarias para que no lo sean. Chile se vuelve añoso, por ello, necesitamos una mirada amplia e multidisciplinaria a un tema que nos afecta a todos. Trabajemos ahora para que los adultos mayores no deban marchar a exigir que el sistema y la sociedad no los maltrate.[/cita]

Debemos observar con detenimiento este tipo de políticas para los adultos mayores en un país que, como Chile, carece de una agenda adecuada para este segmento de  la población. Envejecemos a pasos agigantados. En el 2050 se proyecta que en tendremos 6,3 millones de personas con más de 60 años. Ello corresponderá al 29,5% de la población según los datos de la comisión de expertos convocada para mejorar el sistema de pensiones, también conocida como Comisión Bravo. Por ahora, nuestro sistema jurídico y económico no está preparado para dar respuestas para un grupo que irá en ascenso. Con la campaña presidencial encima, cabe esperar que los candidatos de los distintos sectores enfrenten los silencios que, por ahora, han recibido quienes integran este sector de la población.

En marzo se anuncia el proyecto de reforma de pensiones por parte del gobierno.

Las normas relativas a la capacidad legal no se han adaptado a la realidad de los adultos mayores, puesto que –según la legislación actual contenida en el Código Civil- en Chile las personas son capaces o son incapaces. No existiendo una normativa más “amigable” que permita acompañar el tránsito de las personas desde la plena capacidad hasta la disminución de ella. Hoy por hoy, en otros ordenamientos jurídicos este asunto está ampliamente regulado y se entiende que a la luz de la dignidad de las personas adultas mayores es menester fijar distintos estadios de competencia y capacidad según la salud física y mental de las personas.

En materia de trabajo tampoco se está aprovechando toda la experiencia que poseen adultos mayores y además las disposiciones laborales y de seguridad social dan cuenta de discriminación en muchos sentidos.
Ya existe una Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, lo cual nos llevará necesariamente a ajustar los estándares nacionales en el tratamiento de los adultos mayores. Estamos a la espera de su ratificación por Chile.

Dejemos de estigmatizar a los adultos mayores como personas vulnerables y generemos las condiciones necesarias para que no lo sean. Chile se vuelve añoso, por ello, necesitamos una mirada amplia e multidisciplinaria a un tema que nos afecta a todos. Trabajemos ahora para que los adultos mayores no deban marchar a exigir que el sistema y la sociedad no los maltrate.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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