Señor Director:
Durante los últimos días ha resurgido un tibio debate en torno a la calidad profesional de los abogados, proponiéndose cómo una posible solución la incorporación de un examen nacional para ejercer la profesión, citando al efecto, la forma de operar de otro sistema político y jurídico. No considero que el planteamiento adoptado sea el mejor, principalmente porque introducir una prueba más al largo camino formativo chileno, se encargará únicamente de retardar aún más la entrada a la arena práctica de los postulantes y abogados. Por otra parte, confrontar dos sistemas de enseñanza de esta ciencia, que guardan entre si profundas diferencias, es una comparación ingrata. Hay que acordarse que en nuestro país el tiempo exigido en cuanto a preparación teórica para obtener el grado de Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, sigue siendo una de las más extensas, a pesar de los convenios que regulan la materia. Siendo esta, entre otras, una de las la más notorias diferencias.
Confío en que el camino adecuado para los nuevos postulantes no está de la mano con la interpelación intelectual, pretensión ya saciada por las escuelas de nuestro país. Más bien, conocer y adquirir el conocimiento directamente de su fuente de ejercicio, unido al traspaso efectivo de la experiencia profesional de los docentes y añadir una enseñanza práctica de las reglas desde el primer momento de la formación profesional, son solo alguno de los factores que pueden generar el cambio en la calidad que con justa razón se espera.
Claudio Pimentel Pérez
Abogado
