Publicidad

Don Otto y las bolsas plásticas

Por: Jorge Ivelic S


Señor director:

Todos hemos reído alguna vez con el famoso chiste en que Don Otto sorprende a su mujer siéndole infiel en el sillón del living. Ante ello se deshace del sillón para que no puedan seguir engañándolo. La ingenuidad del personaje que estima que eliminando el sillón se termina el problema de infidelidad, es análoga a la de quienes creen que eliminando la bolsa camiseta terminan con la contaminación y alcanzan de inmediato un estatus de vanguardia en la protección del medio ambiente. No obstante, por más ingenua e inútil que sea la medida, hay autoridades que insisten en retirar el sillón con el convencimiento que es la solución al problema.

En Europa se utiliza la bolsa camiseta porque los europeos, con varios siglos más de experiencia política y social, son pragmáticos y el Estado incentiva económicamente al ciudadano a separar sus residuos en contenedores establecidos para tal efecto y si bien tienen una cultura eminentemente ecológica, han desarrollado también el sentido común asumiendo la realidad diaria de sus residentes permitiéndoles utilizarla para depositar su basura doméstica, dejándolos vivir sin atormentarlos con medidas insensatas y radicales.

Nos guste o no, vivimos en la era del plástico. Aquel que impugne esta realidad debiera considerar afincarse en una montaña y vivir como sus ancestros cazadores recolectores ya que todos los productos para su sobrevivencia de una u otra forma utilizan este material. Es cosa de recorrer un supermercado y comprobar que más del 97 % de los productos, desde los porotos, pañales, embutidos, carnes o salsas hasta los tallarines pasando por las bebidas “desechables” vienen en envases plásticos que se botan directamente a la basura una vez vaciado su contenido, perdiendo así toda posibilidad de reciclaje, por lo que empecinarse en eliminar sólo la bolsa camiseta, que tiene la doble utilidad de transportar mercadería y luego reutilizarse en la contención de residuos domiciliarlos, evidencia un proyecto incoherente y populista.

Las consecuencias de estas medidas irreflexivas y autoritarias, que no han considerado ni como anexo la opinión de expertos como Asipla o el Dituc de la Universidad Católica, serán desastrosas para el medio ambiente y la mantención del aseo, higiene y limpieza de la ciudad. Ante la imposibilidad de obtener la bolsa que le entregaba sin costo el supermercado o su almacenero, el vecino se verá obligado a comprar bolsas de basura “plásticas” para la evacuación de sus desechos. Los ciudadanos de menos recursos, como siempre, serán los que resentirán más aún su exiguo presupuesto. Eventualmente, y ante la imposibilidad económica de comprarlas, se usarán cajas de frutas, de cartón o papel de diario para botar la basura doméstica. Los desperdicios se esparcirán por la ciudad mientras Don Otto, haciendo gala de su ingenuidad, seguirá convencido que el problema era el sillón.  

Jorge Ivelic S.

Magister en Ciencias Sociales

Publicidad

Tendencias