Publicidad

Sobre el concepto de meritocracia

Por: Pablo Rojo


Señor Director:

Respecto a la reciente discusión sobre el proyecto “admisión justa”, propulsado por el gobierno, se ha cuestionado ya bastante el doble estándar con el cual la elite del país hace uso del término meritocracia. Todo esto viene al caso. Sin embargo, falta mencionar –hasta donde he visto- un aspecto esencial del concepto. Cracia –como es sabido- quiere decir poder, autoridad. Meritocracia es la idea de que la autoridad debe ser acreditada por el mérito, la competencia. Pero la autoridad que confiere el mérito no es un derecho, ni una recompensa por el trabajo, el talento y el esfuerzo. Por el contrario: es la vocación de responsabilidad que los mejor preparados pueden asumir ante la comunidad. Meritocracia es, en definitiva, el criterio con el que se mide la aptitud para el servicio, no un índice de prerrogativas para los talentosos. La mentalidad capitalista, sin embargo, es incapaz de percibir esta distinción.

La segregación de los estudiantes excelentes no es meritocrática: presenta lo que es un derecho universal como una recompensa reservada a los esforzados. Pienso que es, más bien, una prolongación de la división del trabajo sobre el sistema educativo. A tal punto ha degenerado la educación escolar en una mera proto-capacitación laboral, orientada por los parámetros del mercado del trabajo, que incluso cuando se intenta introducir reformas, estas mismas llevan invariablemente la impronta de valores puramente instrumentales. Y entonces ese derecho civil que estaba llamado a igualar a todas las personas, se transforma, bajo el título espurio de “meritocracia”, en un nuevo campo de “selección natural”, donde recrudece la competencia hostil, la dinámica cruel de “porros” y “mateos”, la angustiosa certeza de que los espacios sociales que permiten una vida digna son escasos, y sólo le pertenecen a los “mejores”.

Pablo Rojo

Publicidad

Tendencias