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Salud mental: el costo de la excelencia en la educación

Por: Alfonso Mohor, ex presidente FECH Francisca Ochoa, Secretaria de Comunicaciones


Señor Director:

Durante los últimos años ha habido diversas muestras de una situación realmente compleja con la salud mental al interior de los planteles educativos, la más reciente fue una manifestación realizada por estudiantes de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCH la semana pasada. Lo que antes no era tema hoy no pasa desapercibido, y es que para cualquier estudiante, en casi cualquier casa de estudios no es nada extraño hablar de ansiedad, estrés, crisis de pánico, depresión, como quienes hablan de la prueba que tienen la otra semana.

Lamentablemente, constatar esta situación ha hecho surgir diversas opiniones muchas veces diametralmente opuestas, y pues parece obvio, si no hace tantos años atrás podíamos escuchar adultos justificando la violencia hacia las y los niños como método “correctivo” apelando a que su generación había sido criada de esa manera y que se consideraban a sí mismos “personas sanas”. Hoy, afortunadamente, cada vez son menos quienes se atreven a decir semejante barbaridad. Pero, de la misma manera aparecen ahora quienes tildan de “llorones”, “cómodos” y “flojos” a quienes nos atrevemos a denunciar un modelo educativo arcaico, que entiende la excelencia en base a la competencia, que deshumaniza y humilla a quienes no encajan en el concepto de estudiante modelo, aquel que por lo demás no existe.

Es por esto que aún abundan los juicios de valor que vienen a ser la guinda de la torta en una dinámica de pisoteo entre pares. Muchas veces las comunidades universitarias se dividen por este tipo de discusiones, donde las y los académicos no logran empatizar con lo que conciben como un efecto, a su entender, provocado por lo que ven con desprecio como una “generación milenial”, de manera que no creen que haya un problema real ni una discusión que abordar porque “nosotros/as pasamos por lo mismo y aquí estamos”.

Es realmente triste constatar que hay quienes prefieren instalar una pseudo superioridad a partir de posicionarse en un pedestal moral más alto frente a quienes hemos tenido alguna dificultad para desempeñar nuestras actividades académicas producto de desórdenes, trastornos o enfermedades asociadas a la salud mental.

Así que para clarificar las cosas es necesario hacer algunos puntos:
1. Sufrir cualquier tipo de trastorno asociado a la salud mental no te hace automáticamente menos, ni débil, ni peor persona.
2. Las personas en esta situación tienen derecho a recibir apoyo, comprensión y a no ser discriminadas.
3. El problema es real y debemos hacernos cargo, poco importa si las generaciones anteriores prefirieron obviar el tema, porque la generación que hoy se prepara para mañana tomar las decisiones importantes sobre nuestra sociedad entiende cada vez con mayor claridad que esto no es un juego.

Urge encontrar soluciones a este problema, no solamente aumentando la dotación de especialistas en nuestras instituciones educacionales como una medida parche, sino que generando políticas que vayan en la dirección de transformar y modernizar los procesos educativos, donde los costos de la creación de conocimiento, no sean nuestras vidas. De una vez por toda, practiquemos un poco más la empatía y avancemos en garantizar condiciones para que el proceso formativo sea plenamente enriquecedor y no innecesariamente tortuoso.

Alfonso Mohor, ex presidente FECH
Francisca Ochoa, Secretaria de Comunicaciones

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