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Ser mujer migrante en Chile

Por: Bárbara Lepin Quijada


Señor Director:

Respecto a la nota: “Ser mujer migrante en Chile: discriminación racial, cosificación sexual y violencia económica”. Me parece indignante el acto de la discriminación racial de parte de algunos chilenos, en el que se supone es “un país de nuevas oportunidades”. El hecho de que la población no comprenda que ellas llegan con la mentalidad de comenzar una nueva vida, buscando nuevas oportunidades para ellas y sus familias, que tuvieron el valor de dejar sus raíces, en lugar donde crecieron, muchas veces impulsadas por problemas políticos o económicos. Es lamentable que existan chilenos que sólo piensan que es gente extraña que viene a invadir su país y a quitarles las oportunidades de trabajo.

Si bien es cierto, al llegar ellas los sistemas de educación y atención médica pública colapsan, pero no es por causa de ellas sino, esto viene de un problema mucho más antiguo, problema que el Estado no ha logrado resolver, pero no es el tema de esta carta.

Me impresiona cada vez más la incapacidad de la sociedad de ser empáticos y razonables con mujeres que vienen por ayuda, sobre todo considerando el hecho de que hay más chilenos fuera del país que extranjeros en él.

A fin de cuentas la situación empeora, las mujeres extranjeras están siendo discriminadas, abusadas y violentadas, lo que en mi opinión, resulta totalmente necio el hecho de que la gente rechace y trate como menos a mujeres que, en muchas ocasiones, como ellos/as poseen un título universitario y pueden ser un aporte a nuestro país, sin considerar además, el esfuerzo que ellas realizan al tratar de encajar en nuestra sociedad donde incluso a veces tienen que aprender un nuevo idioma, pero lo que reciben son ofensas, discriminación, estigmatización, reclamos de personas de su mismo sexo, ósea ¿dónde quedo la sororidad?, somos nosotras, las mujeres chilenas, las que deberíamos empatizar, ya que muchas veces sufrimos las mismas discriminaciones y desigualdades frente a los hombres, deberíamos comprender y ponernos en sus zapatos frente a los desafíos que ellas asumen.

Lo que quiero decir es, no por ser una mujer extranjera tienen derecho a pagarle menos, abusar de ella, discriminarla y mucho menos violentarla. Somos seres humanos, y estoy de acuerdo con el pensamiento de que debemos recibir los mismos tratos y derechos.

Bárbara Lepin Quijada

Estudiante del Colegio Santa Cruz Santiago

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