Publicidad
Acerca del precipicio Constituyente Opinión

Acerca del precipicio Constituyente


¿Sabe la gente de qué se trata la Constitución? La verdad – dolorosa por cierto para muchos –  es la negativa, la gran mayoría no tiene ni idea. Sólo cree y aspira ver en un documento formal sus sueños y deseos como obviar sus dolores. Un país más justo y solidario, sin prebendas de ninguna especie.

Pero ¿qué tiene que ver la Carta Magna con aquello, o creerán que porque se redacta una nueva Carta Fundamental, los abusos dejarán de existir, la salud será gratuita, al igual que el acceso a otros bienes o servicios?

La izquierda democrática, como la no democrática, en particular los grupos radicales de esta última, han logrado imponer la idea que, junto, en paralelo a la nueva Constitución, partirá una nueva era para nuestro país. De esto último, qué duda cabe, lo que no sabemos es su porvenir. Sin embargo, frente a este escenario, planteo algunos aspectos y hechos objetivos que cabe considerar.

En primer lugar, el actual Proceso Constituyente tiene un vicio en su origen. La fuerza. Así de simple. No es un proceso logrado democráticamente a través de las urnas, sino que por medio del terror, la angustia, violencia jamás vista para muchos. Lo anterior es un vicio de tal magnitud que en derecho se sanciona con la nulidad o la inexistencia respecto de cualquier acto jurídico. Es más, puede que esta nueva Constitución tenga un vicio más severo que la que se pretende cambiar.

En segundo lugar, si de Proceso Constituyente hablamos, qué ejemplos nos dan. Me perdonen mis hermanos latinoamericanos, pero así como yo no me jacto ni idealizo ni uso como ejemplo el modelo chileno, tampoco me vendan  modelos constituyente como el ecuatoriano, boliviano, venezolano y colombiano. Otros hablan de Europa, Irlanda, España. Lindos países, economías abiertas, pero no estamos hablando de potencias en ningún caso.

Más de fondo, y por feo o fanfarrón que suene, la Constitución, como toda norma específica, debe ser redactada por gente letrada, que entienda. Si hoy vemos parlamentarios de ambos sectores, violando constantemente la norma mediando iniciativas ilegales pirotécnicas, qué queda para el resto. Que alguien me explique qué tiene que ver la señora Juanita en la redacción de la Carta Fundamental. Un sueño no amerita una chambonada. Por más que me guste lo culinario, no pretenderé darle órdenes al cocinero de cómo hacer determinados platos en su restaurant. Lo mío es una expresión de deseo, no una imposición.

Ahora discuten las cuotas, otro error. La protección de las minorías lleva aparejado a que hoy tengamos en el parlamento dirigentes que en cualquier elección sin protección no hubieran resultado electos, pero roncan y dañan como si se trataran de la primera mayoría. Señores, ni la capacidad, o la sensibilidad radica en la cuota paritaria.

Otro aspecto a considerar, para quienes observen los datos duros. Al amparo de esta Constitución han florecido los destinos más exitosos de nuestro país, pero por lejos. Pero a no equivocarse quienes creen que se puede hacer mucho, o más. Bajo la del 25´ se cometieron atrocidades contra el derecho de propiedad como la nacionalización y chilenización del cobre y la Reforma Agraria, así como bajo ésta se han cometido otras tantas brutalidades contra la propiedad como la expropiación de la banca y otras empresas el año 83. Por cerca que venga dicho comentario, a no olvidar, guste o no, que en tanto expropiación fue la tercera en magnitud en la historia reciente. Luego, nada es tan rígido como se piensa. El derecho de propiedad sufre ante cualquier arbitrariedad.

Lo mismo vemos respecto del rol subsidario del Estado. Para quienes creen en un rol benefactor, ¿no observan que de la 2 mayores industrias de esta país, la salud y educación, el rol del Estado es mayoritario, a pesar de que la presente Carta Fundamental nos habla de un rol subsidario? Entonces, el alcance de éste es limitado.

Las cosas a veces no son lo que parece o lo que se pretende exponer. No seamos ciegos. Si la señora Juanita, como yo, pretendemos un país más justo, sin abusos, la nueva Carta Fundamental no traerá ello. Si la señora Juanita quiere parques, arboles y áreas verdes, al igual como yo, no los verá gracias a la nueva Constitución. Eso es faltar a la verdad.

Si la señora Juanita quiere atenderse gratuitamente en un consultorio privado de salud, como yo, eso tampoco lo verá en su nueva Constitución. ¿Quién puede aseverar ello?

Este país requiere un cambio de giro brutal, eliminar beneficios e inyectar competencia a full, más áreas verdes, más caballerosidad, humildad, bondad y tantas cosas; un Estado que recaude y asigne eficazmente sus recursos, que no son pocos, en fin. ¡Ah! y reguladores que fiscalicen porque últimamente duermen en el sueño de los justos. No se trata de una agenda anti abusos ni de mesas de colaboración cuando el diagnóstico está claro hace años, por favor, si la ausencia del regulador no lo suple una que otra norma.  Pero eso da para otra columna.

Por tanto, a modo de conclusión, nada garantiza el Proceso Constituyente, menos el que se está llevando a cabo. Los maleducados de trato seguirán siendo picantes, los delincuentes no desaparecerán, los caballeros lo serán como los nobles de alma perseverarán.

Dado todo lo anterior, entre lo que tengo, y lo que visualizo, prefiero lo primero reformado al precipicio constituyente.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias