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Aplanar la curva de la intensificación del trabajo femenino

Por: Elisa Ansoleaga


Señor Director:

No es casualidad que las mujeres presenten mayores proporciones de problemas de salud mental vinculadas al trabajo, y por cierto, no obedece a que tenemos una biología distinta. Buena parte del trabajo de cuidado, de atención de público (75% de mujeres) y de los servicios con personas es realizado por mujeres. Se trata de ocupaciones con mayor presencia de riesgos psicosociales laborales: una de cada dos mujeres presenta altas demandas psicológicas laborales; una de tres señala haber sido expuesta a alguna situación de violencia laboral (externa o interna); la naturaleza de sus trabajos les hace gestionar reclamos; tramitar emociones negativas de usuarios/pacientes, entre otras. Agreguémosle teletrabajo con indicación de “mantener la normalidad de los servicios y la producción”, la carga cotidiana e ininterrumpida del trabajo doméstico y de cuidado en sus propios hogares, y porque no decirlo, el miedo del que somos presa todos hoy. Los científicos nos piden que no salgamos para intentar “aplanar la curva del contagio” cuyo fin último es no saturar el sistema de salud. ¿Qué ocurre con la curva de la carga global de trabajo de mujeres? el sostener en simultaneo las tareas del trabajo remunerado y las tareas del trabajo doméstico y de cuidado con los hijos en casa y con un natural estado de pánico colectivo, nos va a pasar la cuenta en la salud mental. Esa es otra curva pendiente de aplanar para no saturar el sistema precario de la reproducción de la vida en sociedad que descansa aun en las mujeres.

Elisa Ansoleaga
Académica de la Facultad de Psicología UDP

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