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La derecha construye un parapeto Opinión

La derecha construye un parapeto


Hace menos de una semana el Gobierno de Sebastián Piñera sufrió la mayor derrota política de sus dos períodos de mandato. El Parlamento, incluidos diputados y senadores de su propia coalición oficialista, se alinearon con la ciudadanía para aprobar el retiro del 10% de los fondos previsionales y, de paso, enviar un mensaje a Piñera para decirle que estaba muy alejado de las necesidades y deseos de las personas que están sufriendo más la pandemia.

Desde ese instante se instaló la discusión política sobre la necesidad de un cambio de gabinete. La idea era que Piñera necesitaba enmendar el rumbo y recuperar algo del capital político que ha venido perdiendo desde el 18 de octubre y que la gestión de la pandemia pareciera terminó por desfondar.

Uno pensaría que después del revés, Piñera debía dar una señal de acercamiento, de empatía con su pueblo. Pero la política no es lineal. Sus vericuetos y pasillos hacen que lo que parece obvio, muchas veces no lo sea. En lugar de generar un cambio que lo acercara a los que han sufrido con más fuerza la crisis social, económica y sanitaria, Piñera optó por asegurar la supervivencia de la coalición oficialista y un apoyo político mínimo que le permita gobernar los menos de dos años que le restan de mandato.

Pero eso no es todo. Esta tregua que ha propuesto Piñera es una suerte de capitulación. Una sumisión ante los sectores más recalcitrantes de la derecha chilena y de las elites de poder que han dirigido los destinos del país por más de cuarenta años.

En efecto, Piñera no sólo modificó la estructura de poder entregando la jefatura del gabinete a la UDI, sino que lo hizo a un representante del ala más dura de ese partido. El ex Senador Víctor Pérez, hoy flamante Ministro del Interior, ha sido el más duro defensor de la opción del rechazo en el plebiscito que se debe realizar en menos de cien días.

Así entonces, Piñera entrega una potente señal política a los partidos y también a la ciudadanía. La promesa de prescindencia del gobierno ante el plebiscito constitucional fue borrada con el codo en pos de obtener los mínimos de gobernabilidad que requiere para terminar su mandato.

Con esta movida Piñera asume su derrota política y de paso renuncia definitivamente a su programa político. El cambio de gabinete viene a instalar el hito del inicio del fin de su mandato. Ahora la estrategia del gobierno y la coalición oficialista estará centrada en lo que se avecina en octubre y será liderada por Víctor Pérez.

No será una tarea fácil. Chile Vamos y el Gobierno asumen desde ya el triunfo abrumador de la opción apruebo. Por ello, la tarea estará en alinear el voto duro, el voto tradicional que ha tenido la derecha y con ello enfrentar una futura elección de constituyentes que le permita obtener el tercio requerido para evitar reformas profundas.
Y así la historia se repite y la apuesta es la misma de siempre: parapetarse en un 33% de los votos y resistir cualquier deseo de mayor equidad de parte de la ciudadanía.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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