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Un momento para digitalizar los comercios Opinión

Un momento para digitalizar los comercios

Federico Álvarez
Por : Federico Álvarez CEO de Ordéname
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Instaurar el uso de boletas electrónicas supone una serie de beneficios, tanto para el Estado como para cada contribuyente, entre ellos: menor impacto ambiental al dejar el papel, que el SII cuente con un riguroso registro que evita la evasión de impuestos, eficiencia y ahorro de tiempo en los trámites, y alimentar un sistema de reportería de ventas que ayuda a los comerciantes a entender en profundidad sus márgenes e ingresos.

Un sistema de facturación digital contribuye en el ahorro de pagos a terceros y evita la burocracia de las diligencias presenciales. Además, proporciona un seguimiento de transacciones que otorga a los comerciantes un conocimiento acabado de su negocio, mejora el control de compraventas y previene los errores contables, teniendo al día sus documentos tributarios. Sin embargo, todos estos beneficios no son palpables en el acto.

Una imposición con fecha definida siempre presentará casos de borde que no logran subirse al carro de la transformación y necesariamente requieren un plazo extendido. El cambio de conducta –pasar de anotar con lápiz a registrar digitalmente cada monto– es un conjunto de actos ampliamente flexibles y sin control, que precisa un esfuerzo adicional al momento de la transacción.

Cabe mencionar que, además de acceso a un smartphone o computadora, el comercio digital también necesita de una infraestructura de comunicación básica, las mismas que se utilizan para ver YouTube o conversar por Whatsapp. Ahora, dado que se trata de negocios, se espera que la continuidad de las comunicaciones sea más robusta, lo cual puede involucrar un nivel de inversión adicional.

Es primordial contar con un soporte de redes y comunicaciones eficiente y masivo a lo largo del territorio nacional. Una plataforma que permita emitir documentos de venta, y si necesita más gestión, un sistema de planificación de recursos ERP (por sus sigla en inglés) con mayor profundidad. Estos sistemas se han democratizado, entrando en negocios cada vez más pequeños gracias a la nube, que permite su utilización sin necesidad de invertir en infraestructura. El SII ha hecho un gran trabajo en facilitar y entregar las herramientas mínimas necesarias para cumplir con la normativa de documentos electrónicos y algunos formularios como el  F29 y F22, en donde gran parte de la información ya viene propuesta.

No obstante, la obligación de virtualizar el sistema tributario no se hace cargo de la formalización de negocios por burocracia, como tampoco le saca provecho a la digitalización. Es importante ajustar la normativa a la realidad tecnológica y de negocio actual, para apoyar también a los emprendedores y pequeños comerciantes a formalizar; pues el Estado pide documentación que enfrenta reglas y tiempos muertos que complican y alejan la regularización de negocios.

Si consideramos estos elementos, no me cabe duda que se requiere de algunos años más para lograr la virtualidad total del sistema tributario y el comercio. Capacitación y comunicación con el contribuyente son también dos esferas importantes a mejorar para nutrir esta realidad. Extender los soportes a todo el territorio nacional y explicar los objetivos de manera sencilla y clara, para que los beneficios sean realmente comprendidos por los usuarios.

Quienes nos enfocamos en el desarrollo de soluciones tecnológicas, buscamos apoyar a los comercios y resolver en una sola aplicación la certificación electrónica, firma digital, verificación de los requerimientos del SII para emitir documentos tributarios vía web, y cumplir de manera simple con la emisión de boletas electrónicas; para que –finalmente– los contribuyentes puedan palpar los beneficios de su utilización. Pero el uso de herramientas más completas que generan beneficios al negocio aún no se ha masificado para toda la población, y la clave es hacerlo de manera fácil y rápida.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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