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Convencionales Constituyentes y su imagen personal Opinión

Convencionales Constituyentes y su imagen personal

Sebastien Leroux
Por : Sebastien Leroux Director FutureBrand
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Ha comenzado la Franja Electoral de Convencionales Constituyentes donde muchos se juegan mucho en pocos segundos.

Pero entendiendo que no todo se juega en la franja de TV y sí mucho en el puerta a puerta y en otras formas de establecer vínculo con sus votantes (no podemos desconocer que los recursos son importantes), quiero recordarle a los candidatos independientes o apoyados por partidos, lo que es esencial en el marketing político, puntualmente en el manejo de la “marca personal”, para que puedan evaluar su accionar de aquí al 8 de abril.

De partida, hay tres grandes temas en los que deben fijarse: sus audiencias, saber qué es lo que quieren escuchar, conocer sus insights; luego, analizar a los competidores para conocer sus relatos y ver dónde se tiene un territorio de oportunidad para diferenciarse. Y tercero, deben tener claro cuál es su ADN, el “quién eres tú”.

Respecto a esto último, al igual que la de una empresa, la “marca” de las personas se construye desde la Reputación + Identidad. Lo primero tiene que ver con la promesa realizada, y si lo dicho coincide con lo que hice o dije. Si cumplo con lo prometido, mi Reputación se mantiene o sube. Por su parte, la Identidad tiene que ver con la expresión verbal, cómo te muestras desde la personalidad, cómo te relaciones con la gente y qué les haces sentir, y hasta cómo te vistes o peinas. Si eres doctor, “usa el delantal… eso vende en Chile”, decían algunos políticos.

Las personas votan por personas y no por sus programas políticos. ¿Cuántos leen un programa de un político por el que votaron? Casi nadie. Se busca a alguien que conecte conmigo, que represente mis valores. Donald Trump, guste o no, tenía un estilo particular desde un punto de vista de la comunicación, transmitía mensajes que podían sonar horribles, pero eran simples de entender. La simpleza y sencillez del mensaje es clave en una sociedad que no tiene tiempo para profundidades, o no se da el tiempo para ello.

Simpleza. Sencillez de los mensajes. Retomo lo del ADN: se debe ser fiel a uno mismo, no aparentar ser algo distinto. En este punto, muchas veces la gente se lleva una decepción y la reputación cae. Luego, hay que ser súper consistente y claros en el relato y mensaje, no decir después “esto lo dije en el ámbito privado y no como candidato político”. Que no te pillen en el “me sacaron de contexto”. Sigues siendo la misma persona en la casa, con los amigos o en un discurso político. A partir de ahora ya no eres Juan Pérez, sino que el candidato Juan Pérez. Ese error de dividir las aguas, lo hemos visto múltiples veces en Chile.

Tener un ADN con domicilio conocido no implica que no se pueda cambiar de opinión. Muchos políticos avezados lo hacen y es natural que así sea. Mal que mal, todo cambia…  el entorno o contexto, los consumidores (votantes) y sus preferencias a lo largo de la vida. Como político, hay que adaptarse a estos cambios, tal como lo hacen las marcas. Pero hay un puñado de cosas esenciales, raíces, que debieran mantenerse siempre en cada persona. Que el votante sepa que el viento puede mover sus ramas, pero no el tronco.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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