Algunos definen la gobernanza como el manejo del poder y, cuando el poder está en disputa, acordar las reglas del “juego” es imprescindible. La defensa de intereses y la construcción de acuerdos no se da en el vacío, por el contrario, se da en un marco delimitado en que las partes definen un modo de recorrer juntos el camino de lo posible. Visto de este modo, la definición del reglamento en el proceso constituyente será definitorio para casi todo lo que viene. El reglamento no solo marcará el cómo, sino que tendrá además innumerables implicancias en los mismos temas a debatir. En este tipo de casos, los académicos dicen: “La forma domina la función”.
Pese a las diferencias evidentes, estas definiciones que se tomarán en el reglamento constituyente son similares a lo que se hacen en los gobiernos corporativos y en las familias empresarias cuando construyen protocolos familiares o acuerdos de socios. Por lo tanto, algo de esos aprendizajes nos sirven para considerarlo en esta corta ventana de tiempo, y preciosamente previa, a las vitales definiciones del reglamento constituyente.
En estricto rigor, no existe un reglamento capaz de incluir toda la complejidad cambiante de los seres humanos. Sin embargo, un buen reglamento como un buen pacto de socios familiares o protocolo, explicita las bases comunes y los límites necesarios para permitir conversaciones y el desarrollo de acuerdos legítimos, estables y efectivos.
Como lo demuestran las masivas investigaciones de la primera Mujer Premio Nobel de Economía, Elinor Ostrom, en los cinco continentes, contar con miembros de la propia comunidad que será afectada por las decisiones, es probablemente la mejor manera de asegurar soluciones a la medida, ponderadas y prácticas para resolver problemas que requieren acción colectiva.
Por ello, resulta clave la participación de miembros “reales” de la sociedad, más que celebridades mediáticas, políticas o expertos de lato vuelo. Si prima la cercanía a la consecuencia de las decisiones, podemos estar optimistas que se generará un buen reglamento y se lograrán mejores decisiones. Eso, las familias también lo saben y elijen sistemáticamente a sus integrantes más validados y confiables para participar como constituyentes en su propio Protocolo Familiar.
Lecciones desde las trincheras para un proceso que determinará nuestra forma de vivir el futuro.