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Contactos estrechos en la Convención LA CRÓNICA CONSTITUYENTE Crédito: Aton

Contactos estrechos en la Convención

Patricio Fernández
Por : Patricio Fernández Periodista y escritor. Ex Convencional Constituyente por el Distrito 11.
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Era para todos evidente el jueves -al iniciarse la votación de las normas de los reglamentos- que se nos venían jornadas largas, exigentes y extenuantes. Con las decisiones por venir terminaba la etapa de instalación. Y la tónica fue que la inmensa mayoría de las indicaciones confrontacionales o provocadoras no obtuvo la mitad más uno. Además, fueron muchos los votos cruzados y a nadie se le negó la sal y el agua. Va quedando claro, eso sí, que la construcción de los 2/3 para las normas constitucionales será un trabajo arduo que exigirá flexibilidad y creatividad. Romper fronteras, como al comenzar la mañana conversamos con Alejandra, Tania, Giovanna y Woldarsky. A raíz de los casos de Covid, este lunes sesionaremos muchos de manera remota. Pero todo es nuevo en esta Convención. Y así como no somos los mismos que partimos, nos queda muchísimo por aprender.


El jueves 23 de septiembre, los constituyentes volvimos a encontrarnos en el edificio del Congreso tras nueve días de dispersión, durante los cuales estudiamos por separado y junto a nuestros grupos de pertenencia -en mi caso, el Colectivo Socialista- las 1.128 indicaciones presentadas a las normas de los reglamentos que esa mañana empezaríamos a votar.

Llegué a eso de las 9, esquivé a la prensa apostada como de costumbre en el frontis de la Cámara de Diputados para estacionar mi bicicleta de la otra parte, junto a las columnas del Senado, donde a esa hora no había nadie, salvo Alejandra Pérez, Manuel Woldarsky y Tania Madariaga, recién renunciados a la bancada Pueblo Constituyente. Me acerqué a ellos mientras tomaban café sentados en las escalinatas. El ajetreo periodístico de la entrada, donde sus ex compañeros de lista daban declaraciones, contrastaba con la calma casi bucólica de este sector convertido en patio trasero.

– ¿Quién es la persona más pesada de la Lista del Pueblo? -le pregunté a Ale Pérez, invitándola a «pelar».

– Quizás yo- respondió, al mismo tiempo que ordenaba con la mano su pelo azul.

Pocos minutos después llegó Giovanna Grandón (la Tía Pikachú), que también abandonó esa bancada, y conversamos acerca de lo importante que era romper fronteras entre los grupos, conocernos más, salir a tomar y comer juntos. Les comenté que no era tarea nuestra replicar la lógica parlamentaria, donde las diferencias culturales e ideológicas están llamadas a perpetuarse hasta el infinito. “Si bien representamos distintas sensibilidades, nuestra misión termina cuando acordemos un texto en común”, les dije. El diaguita Erick Chinga se nos sumó en ese momento, y por ahí saltó la talla: “Llegaron los caños reservados”.

La paz del lugar se vio interrumpida por un piquete de camarógrafos que corrieron a filmar la entrada de Elisa Loncon y Jaime Bassa por la puerta de Morandé. Venían de reunirse con el ministro Juan José Ossa. El día antes, el Gobierno le había negado a la Convención el presupuesto acordado para que continuara sus funciones, reavivando un fuego cruzado que a estas alturas parecía extinto. Si durante estos dos meses el proceso constituyente se vio crecientemente enfrentado a sus propias dificultades, el insólito y mal intencionado tuit de Piñera comentando un debate inexistente entre nosotros acerca de la libertad de enseñanza y ahora esta provocación negándonos los recursos necesarios, volvieron a despertar la animadversión en su contra. Cuesta entender que el Presidente de la República prefiera el lugar de enemigo que el de cómplice de esta institución democrática que, por mucho que algunos en su sector desprecien, está llamada a construir la paz social. Todavía no he escuchado a ninguno de sus enemigos plantear una mejor alternativa.

Pasadas las 10 AM, la presidenta Loncon dio la bienvenida, y dijo que ojalá llegáramos “con las energías necesarias para cumplir con los mandatos que tenemos”. Era para todos evidente que se nos venían jornadas largas, exigentes y extenuantes, y lo cierto es que los días previos no habían sido para nada relajados. Con las votaciones por venir terminaba la etapa de instalación. Todo el trabajo realizado culminaba aquí.

John Smock, tras leer los oficios llegados a la mesa, dijo que partiríamos poniendo en votación los artículos del Reglamento General que no habían sido objeto de indicaciones. Sólo Harry Jürgensen y Rodrigo Logan se abstuvieron, mientras que todo el resto de los convencionales aprobamos, en el entendido de que ya lo habíamos hecho antes al votar la totalidad y no proponer correcciones a cada una de esas normas. Alguien se preguntó en voz alta: “¿Qué habrá pensado Logan?”. Uno respondió: “Son los misterios de Logan”. Y otro: “A propósito, ¿qué será de Logan?”

La indicación número 5, que agregaba la categoría de “originario” al poder constituyente, fue aprobada por 83 votos a favor, entre ellos los del Frente Amplio, cosa que nos sorprendió a muchos, porque en todas las últimas discusiones sus miembros habían dejado en claro la importancia de reconocer y obedecer las normas constitucionales que nos dieron lugar. Ya en los pasillos, sin embargo, algunos de sus integrantes explicaban que no pasaba de ser un gesto declarativo, sin consecuencias concretas. Se trató de una de las pocas concesiones hechas en la jornada a sus socios del Partido Comunista, con quienes, a decir verdad, hace rato que se ven distanciados. El PC presentó todas sus indicaciones con la complicidad de Movimientos Sociales, la ex Lista del Pueblo y escaños reservados, mientras que el FA lo hizo con los INN, el Colectivo Socialista y los del Apruebo. La mayoría de estas últimas fueron aprobadas, no así las otras.

Una vez aprobadas o rechazadas las correcciones propuestas, la totalidad de los artículos se aprobaron por prácticamente la unanimidad del pleno. Dos nombres se repitieron a la hora de objetarlas: María Rivera, trotskista, y Harry Jürgensen, del lado “duro” de RN.

[cita tipo=»destaque»]Con un grupo del Colectivo Socialista, nos reunimos en un boliche de la Plaza de Armas. Habíamos terminado la primera cerveza cuando supimos que al compañero César Valenzuela, con quien varios de los presentes habíamos almorzado horas antes, acababa de recibir un PCR que le daba positivo. Se activaron las alarmas. La mesa comenzó a discutir durante la noche las medidas que correspondía tomar. Apenas recibí la noticia, comencé a sentirme resfriado. Jugarretas de la mente. A primera hora de la mañana se nos informó que de momento la sesión quedaba suspendida. A las 11:00  recibiríamos nuevas informaciones. Entonces se nos comunicó que ese día no habría sesión y, acto seguido, recibí un llamado del SEREMI que me decretaba en cuarentena por los próximos 14 días. “Usted vendría a ser un contacto estrecho de Don César”, me dijo. “¿Tiene dónde quedarse o le proveemos residencia sanitaria?”. “Tengo, tengo”- le dije- “y vivo solo, de modo que no se preocupe”.[/cita]

Como nunca antes, los discursos en el pleno para presentar cada una de las indicaciones tuvieron por objetivo convencer al resto. No fueron, como habíamos visto hasta aquí, arengas destinadas a contentar las propias audiencias. De hecho, quedó clara la importancia de quién argumentaba cada propuesta. Mientras una mala defensa, como la del convencional Eduardo Cretton para remitirse a lo señalado por la Constitución en lo que a las renuncias y reemplazos se refiere, se ganaron la animadversión por su hostilidad pudiendo convocar complicidades inesperadas, la de Rodrigo Álvarez para fijar la anticipación con que la mesa debía presentar las tablas de las sesiones venideras ganó por el tono llano y cómplice de su argumentación. “Como sabía que me iban a rechazar las 24 horas de anticipación, traía lista esta otra de 18 horas”, dijo el exministro UDI. Muchos rieron y más de 100 lo apoyaron. Lo mismo ocurrió cuando Nicolás Núñez, de la Federación Regionalista Verde Social, hizo una graciosa ponencia en que se mofó de los abogados, para a continuación proponer agregar el adverbio “personalmente” a una norma que parecía ensalzar la representación a través de tinterillos.

Fueron muchos los votos cruzados. A nadie se le negó la sal y el agua. A las 19:30 horas, terminada la jornada, reinaba un ambiente festivo y cómplice. Un grupo grande y amplio se reunió en torno a Elisa Loncon para emitir una declaración pública. Los puntos controvertidos habían sido pocos. La inmensa mayoría de las indicaciones confrontacionales o provocadoras no obtuvo la mitad más uno. Va quedando claro, eso sí, que la construcción de los 2/3 para las normas constitucionales será un trabajo arduo que exigirá flexibilidad y creatividad. Romper fronteras, como al comenzar la mañana conversamos con Alejandra, Tania, Giovanna y Woldarsky.

A continuación, con un grupo del Colectivo Socialista, nos reunimos en un boliche de la Plaza de Armas. Habíamos terminado la primera cerveza cuando supimos que al compañero César Valenzuela, con quien varios de los presentes habíamos almorzado horas antes, acababa de recibir un PCR que le daba positivo. Se activaron las alarmas. La mesa comenzó a discutir durante la noche las medidas que correspondía tomar. Apenas recibí la noticia, comencé a sentirme resfriado. Jugarretas de la mente. A primera hora de la mañana se nos informó que de momento la sesión quedaba suspendida. A las 11:00  recibiríamos nuevas informaciones. Entonces se nos comunicó que ese día no habría sesión y, acto seguido, recibí un llamado del SEREMI que me decretaba en cuarentena por los próximos 14 días. “Usted vendría a ser un contacto estrecho de Don César”, me dijo. “¿Tiene dónde quedarse o le proveemos residencia sanitaria?”. “Tengo, tengo”- le dije- “y vivo solo, de modo que no se preocupe”. No era la situación de otros varios en el colectivo. Al final del día nos convocamos en un zoom. Casi todos se hallaban en la misma residencia, pero aislados en sus respectivas habitaciones. Según supieron ahí, estaban en dormitorios contiguos. Tan próximos como aislados los unos de los otros.

Este lunes sesionaremos muchos de manera remota. Es una lástima. No sólo pondrá a prueba las capacidades tecnológicas de la organización de la Convención y la de sus miembros para allanarse a ella -coexisten muy distintos niveles de expertise al respecto-, sino también nuestro talento para dialogar y dejarnos filtrar por razones más allá de los gestos y las presencias. Pero todo es nuevo en esta Convención. Y así como no somos los mismos que partimos, nos queda muchísimo por aprender. Si algo requiere este proceso, más que convicción, es curiosidad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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