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Parisi, bad boy Opinión

Parisi, bad boy

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Veremos si Parisi se arriesga a entregar un respaldo público a Kast o da alguna señal que oriente a sus seguidores, sin embargo, lo más esperable es que gran parte de esos miles de personas que votaron por él no necesiten de ningún lineamiento para escoger entre dos proyectos de país en choque. Y lo que es seguro es que muchos electores –los militantes del PDG apenas representan el 4,7% del total de quienes optaron por Parisi– deben estar desconcertados al escuchar que esas prácticas que su líder condenaba de los otros, hoy están siendo investigadas en el Partido de la Gente. Bueno, algo no tan distinto a lo que le pasó a la Lista del Pueblo, con una diferencia: la cobertura de los medios tradicionales. Después de todo, Franco, el Canal 13, La Tercera y otros, no te tenían tanta mala.


La verdad es que ni el propio Parisi se podría haber imaginado, hace un mes, que en la segunda vuelta cobraría tanto protagonismo. Y no solo porque los votos conseguidos –cercanos al millón– son importantes para ambos candidatos, sino por el rol de una especie de “Gran Hermano” o árbitro moral con que se ha posicionado en unas pocas semanas. Franco Parisi, con un discurso simple, básico, populista y anti la política tradicional, logró capturar en primera vuelta a un votante desencantado del sistema actual y, por supuesto, de sus políticos. A sus seguidores –la mayoría hombres– no les importó un historial que nada tiene que envidiarle al más desprestigiado de los políticos chilenos. Como hipnotizados, lo apoyaron pese a su deuda de pensión alimenticia a sus hijos y el que no viviera en Chile hace años. 

A partir del 21 de noviembre, Parisi asumió que era el dirimente de una elección en que estaba en juego el choque ideológico más importante de las últimas cinco décadas. Los medios tradicionales –esos que Parisi dice que lo odian– aprovecharon esa autopercepción mesiánica del líder del PDG para potenciar su figura, a sabiendas de que el empresario es un hombre de derecha y podría inclinar la balanza por Kast. Y, por supuesto, Franco aprovechó su momento y puso un anzuelo a Boric y Kast para que jugaran en su terreno. Y lo logró. Durante una semana, la campaña de ambos contendores giró en torno a si asistirían o no a dar cuenta ante el “Gran Hermano” en su programa «Bad boys», una especie de reality de trasnoche entre amigos, en que se ríen de todos(as) y donde se autoafirman desde la negación: no somos de izquierda, de derecha, de centro, de nada. 

José Antonio Kast aceptó de inmediato concurrir al Tribunal de Parisi. Bajando el tono a todas las posiciones extremas mostradas en la primera vuelta, con una actitud de complicidad evidente con Parisi y sus boys, y evitando provocar la furia del “Gran Hermano” con la deuda a sus hijos, el exdiputado sonrió de manera forzada. Se notó que el cálculo de su comando había sido que Parisi siempre ha estado en la derecha. Votó por Lavín, por Piñera e incluso fue su representante en Cochilco en su primer mandato. Además, sabido es que quienes se declaran “ni de izquierda ni de derecha” suelen ser de derecha. 

Gabriel Boric, en cambio, declinó finalmente –fue un error no haber despejado el tema desde un comienzo– asistir al estrado de Parisi en Alabama. Creo que fue una decisión correcta y consistente. El abanderado de toda la oposición no podía asistir al programa sin encarar al economista y sufrir una encerrona. La complicidad entre Kast y Parisi había sido evidente y corría un riesgo innecesario a menos de dos semanas de las elecciones.

Parisi ha jugado –de manera astuta– con su silencio público respecto a quién apoyará. Algo parecido a la estrategia seguida por ME-O, quien dejaba el misterio hasta el final para poder aprovechar la exposición mediática. Sin embargo, hasta aquí el supuesto es que Parisi es dueño de los votos que obtuvo y que sus seguidores inclinarán el dedo hacia arriba o hacia abajo resolviendo la elección. 

Claro, el estilo similar a una secta que proyecta el PDG, en que todo gira en torno a su figura, daría para pensarlo. Sin embargo, las denuncias de algunos militantes –no fueron inventos de la prensa, como argumentó el candidato– respecto de manejos oscuros de platas a cuentas personales, sumado esto a la investigación del Servel por una llamada Parisitón, deben haber dejado con muchas dudas a sus 900 mil electores. En la práctica, las mismas críticas que Parisi ha hecho constantemente contra el mundo político le están rebotando ahora a él. Tampoco creo que les acomode mucho a sus seguidores más liberales el acercamiento a la derecha que ha estado estos últimos cuatro años en el poder –Parisi fue muy crítico del actual Gobierno–.

Quedan solo seis días para la elección de Presidente más importante desde los años 70. La penúltima semana de campaña nos ha mostrado a un Boric más humilde, con un cambio de tono y lenguaje –fue capaz de integrar a sectores que antes fueron foco de sus críticas– y que está dando señales de tranquilidad en lo económico y de seguridad pública, los dos focos de la estrategia del miedo –lograda– que implementó la derecha extrema y a la que La Moneda misma se sumó.

Kast pareciera haber sufrido una transformación total. Moderó el lenguaje agresivo y amenazante y se olvidó de su agenda valórica –esa que defendió con dientes y muelas por décadas–, llegando incluso a relativizar temas como su zanja. Sin embargo, en el debate de Archi tuvo un lapsus que refleja las duras posiciones que él tiene y mantiene desde el 18/O. Sin titubear, reafirmó su idea de encarcelar a personas de manera ilegal, al igual como se hacía en tiempos de la Dina y CNI. Pero a las pocas horas, intentaba aclarar –lo mismo que antes con el Ministerio de la Mujer y otros temas controvertidos–, señalando que “no se había explicado bien” y que lo que había querido decir era que esas detenciones –en lugares que no sean cárceles– serían vigiladas por el INDH, el mismo organismo que quería eliminar, y que estaba escrito en el programa con que sacó el primer lugar en primera vuelta. 

Veremos si Parisi se arriesga a entregar un respaldo público a Kast o da alguna señal que oriente a sus seguidores, sin embargo, lo más esperable es que gran parte de esos miles de personas que votaron por él no necesiten de ningún lineamiento para escoger entre dos proyectos de país en choque. Y lo que es seguro es que muchos electores –los militantes del PDG apenas representan el 4,7% del total de quienes optaron por Parisi– deben estar desconcertados al escuchar que esas prácticas que su líder condenaba de los otros, hoy están siendo investigadas en el Partido de la Gente. Bueno, algo no tan distinto a lo que le pasó a la Lista del Pueblo, con una diferencia: la cobertura de los medios tradicionales. Después de todo, Franco, el Canal 13, La Tercera y otros, no te tenían tanta mala.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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