Publicidad

El mito de la subsidiariedad

Por: Carlos Muñoz Lecerf


Señor Director:
Los medicamentos son un elemento esencial en la salud pública, así lo ha demostrado la pandemia y a pesar de ello, no era algo necesario de probar. Sin embargo, el gobierno no realiza una actividad importante en la distribución de estos, sino que solo actúa en situaciones graves y excepcionales, dejando a los particulares amplio espacio para la especulación y comercio de los remedios. Ante la polémica por el cartel de colusión entre las grandes farmacias en el año 2008, se abrió la discusión sobre el rol estatal respecto a estos insumos, cualquiera hubiera pensado que había llegado el momento del legendario «Estado Subsidiario», sin embargo, así como todo ser mitológico en la actualidad, esta mágica entidad no apareció. Finalmente, unos pocos municipios usando ingeniosas artimañas jurídicas, consiguieron suplir con pequeños stocks, parte de la demanda comunitaria por un tiempo igualmente limitado.
Entonces, la pregunta que cabe hacer es ¿Qué tan deficiente debe ser el sector privado en la entrega de un producto y servicio básico para que el Estado se pronuncie?
Por ejemplo, podríamos considerar que el mercado del gas es deficiente en proveer adecuadamente contra la demanda, pero ¿en qué momento consideramos que es tan imperfecto y necesario para activar la profetizada subsidiariedad?
En Chile no existen esas respuestas, porque nunca hubo interés por determinar las circunstancias en que el Estado debía actuar, más bien todo se concentró en lo que el sector privado podía hacer sin supervisión gubernamental.
En estos días, la Convención Constitucional apuesta por dejar atrás del borrador toda huella del Estado Subsidiario, lo que no es difícil, pues en realidad este nunca existió, ni siquiera constitucionalmente donde el texto no lo menciona en ningún párrafo. La Ley de Quórum Calificado exigida para las actividades empresariales del Estado, nunca requirió de un pronunciamiento sobre la subsidiariedad de tales actividades, es más, con los votos necesarios para tal tipo de normativa, bastaba solamente el acuerdo de los congresistas para autorizar la creación de empresas fiscales de la más diversa naturaleza. Entonces ¿por qué no se utilizaba tal herramienta?
Sinceremos el debate, recién ahora conversamos sobre el rol que tendrán los futuros gobiernos en la entrega de productos y servicios básicos; pues hasta el día de hoy, tales actividades eran contadas con los dedos y su ampliación a otras imperativas necesidades, era entorpecida por parte de aquellos que se aprovecharon de un concepto tan indeterminado como imaginario.
Carlos Muñoz Lecerf,
abogado – contador.
Publicidad

Tendencias