Opinión
El próximo 4 de septiembre viviremos un momento histórico no solo para chilenas y chilenos, sino que también para todas aquellas personas que, por uno u otro motivo, viven en Chile y provienen de diferentes países del mundo. Las y los migrantes, qué duda cabe, han ayudado a cambiar Chile. Más allá de los discursos de odio, racismo y xenofobia, que lamentablemente escuchamos a menudo, las personas migradas viven con nosotros, trabajan duro, van a la escuela, crían y educan a sus hijas e hijos, en definitiva, proyectan sus vidas en Chile. La migración nos ha permitido crecer como sociedad, con mayor diversidad y riqueza cultural.
Este 4 de septiembre están convocados 514.623 electores extranjeros habilitados para votar, que representan el 3,4% del padrón total del país. En su mayoría son personas de países muy cercanos a nosotros, cultural y geográficamente: Perú, Colombia, Venezuela, Bolivia y Argentina, entre otros. Ellos representarán al casi millón y medio de migrantes que viven en Chile —según la estimación del Servicio Nacional de Migraciones— y que a todas luces ha quedado corta. Ellas y ellos tendrán la voz de aquellos que viven entre nosotros y podrán participar, decidir respecto al país en el que quieren vivir y contar como uno más.
La propuesta de Constitución incluye aspectos de gran relevancia para la población migrante. Por ejemplo, establece que son chilenas y chilenos quienes hayan nacido en el territorio de Chile. Con ello se elimina la categoría de hijo de extranjero transeúnte que afectaba particularmente los derechos de los hijos e hijas de migrantes en situación irregular. Los extranjeros y extranjeras que obtengan la carta de nacionalización no tendrán que renunciar a su nacionalidad de origen. Adicionalmente, se consagra el derecho a la libertad ambulatoria y a libre circulación, el derecho al asilo y refugio, y la prohibición de expulsión para aquellos/as que cuenten con la ciudadanía chilena.
Asimismo, hay que destacar disposiciones que, siendo de carácter universal, tocan la vida cotidiana de las personas migrantes y sus familias, como son el Estado intercultural y plurinacional, la participación ciudadana, el derecho a un trabajo digno, a la salud, a la educación y a la vivienda, entre otros.
Desde el proyecto CRISOL: Movilidad Humana y Derechos y la Red Nacional de Organizaciones Migrantes y Promigrantes de Chile, entendemos que un voto informado es un voto más libre, por ello desarrollamos la campaña MI VOTO CUENTA, que busca promover el voto informado de las personas migrantes, y cuyo material se puede descargar a través de www.crisolchile.org
El momento es ahora, las personas migrantes pueden y deben participar, decidir y contar.
