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El disímil acceso al agua potable en Chile: la crisis invisible Opinión

El disímil acceso al agua potable en Chile: la crisis invisible

María José Terré
Por : María José Terré Directora Mundial de Comunicaciones Water is Life
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Debemos generar conciencia sobre la crisis invisible del agua: no todos los habitantes del país tienen acceso al agua potable. Hace tiempo que vivimos una crisis hídrica yel cambio climático no ayuda a mejorar las cosas. Pero muchas veces cuando dejamos correr el agua del lavamanos más de la cuenta, por poner un ejemplo, nos olvidamos que hay chilenos sin el privilegio de acceder a agua limpia y segura para el consumo humano.

Al cierre del año pasado, el 53% de las comunas de Chile fueron declaradas con escasez hídrica, mientras que más de 8 millones de personas señalaron vivir con racionamiento. Cifras históricas que definen al 2021 como uno de los años con mayor sequía en la historia del país. Si bien las estadísticas nos están alertando respecto del acceso al agua, los chilenos – privilegiados en materia de agua potable- perdimos la noción sobre su cuidado.

Hace unos días pude conocer a Katy, una esmerada dueña de casa que vive hace años en los cerros de Viña del Mar en uno de los tantos campamentos de la comuna. Tomarse un vaso de agua para ella no es tan simple como para muchos otros. Con gran esfuerzo no solo debe conseguir el vital elemento y almacenarlo para su uso familiar, si no que además debe hervir el agua cada vez que quiera beberla para así eliminar la mayor cantidad de bacterias. Saciar la sed para Katy requiere más tiempo y mucho más trabajo que para la gran mayoría de la población.

Según la información del último Censo realizado en Chile el año 2017, son 383.204 las viviendas en el país sin agua potable. De hecho, en el mundo rural, el 47,2% de la población se abastece de pozos, ríos, vertientes, esteros o camiones aljibes.

En el caso de personas como Katy, el 98% de las familias que viven en campamentos no tiene acceso a agua potable. ¡98%! Según el Catastro Nacional de Campamentos 2020-21, hay 81.643 familias que residen en 969 campamentos en el país, y en su gran mayoría no tiene acceso al agua. Claramente un gran porcentaje de la población vive una situación sin preocupaciones con respecto al acceso de un bien que necesitamos todos los seres humanos para subsistir. El otro, que no deja de ser, aun no lo tiene en su día a día.

Es verdad que en términos generales podemos estar mejor posicionados que otros países de la región. La realidad en Latam y el Caribe es más alarmante: según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) publicadas en 2021,el 65 % tiene pleno acceso a agua potable y el 22 % al saneamiento, lo que implica que todavía 166 millones de personas todavía no tiene asegurado un servicio hídrico básico.

Y fijémonos en este punto. Son muchas las enfermedades asociadas que se generan debido al consumo de agua, donde algunas incluso pueden llegar a la muerte. Desde enero de este año, distintas zonas del mundo como Haití, Siria, Malaui y El Líbano han reportado preocupantes brotes de cólera, enfermedad causada por el consumo de agua o alimentos contaminados.

Y un signo de lo contradictorio que puede resultar esta crisis invisible, es que provistos de agua potable muchas veces nos damos el lujo de comprar bidones de agua y de echar a correr el agua como si nada. Debemos no sólo entender la suerte que tenemos, sino que hacernos cargo de este problema mundial de manera conjunta entre todos los sectores apostando por la innovación y el trabajo colaborativo.

Un llamado que también ha realizado la ONU al plantear que la sociedad debe trabajar en conjunto con el Estado para rendir cuentas de los avances y exigirles invertir en investigación y desarrollo para el manejo de los recursos hídricos de sus territorios, más aún en el escenario actual de cambio climático. Pero no solo eso: es necesaria una participación y colaboración activa entre el sector privado y público, entre la academia de universidades privadas y estatales y distintos estamentos de la ciudadanía para que esta crisis invisible sea visible y podamos eventualmente ampliar el acceso al agua potable en Chile y el mundo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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