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Transformando estereotipos de género Opinión

Transformando estereotipos de género

Macarena Cárcamo Morel
Por : Macarena Cárcamo Morel Jefa del Departamento de Admisión Usach
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Un análisis realizado por el Departamento de Admisión de la Universidad de Santiago de Chile (Usach), en que tomó los datos de los matriculados en carreras de pregrado en lo últimos 5 años, muestra que aún existen estereotipos al momento de elegir qué carrera estudiar: un fuerte porcentaje de matrícula masculina en carreras del área de ingeniería, tecnologías y ciencias, incluso presentando un porcentaje bajo el 15% en carreras como informática, telecomunicaciones y mecánica.


Desde que el ser humano comenzó a organizarse como sociedad se han impuesto roles según el género. Es así como los hombres se encargaban de proveer y las mujeres de cuidar y criar. En la prehistoria, por ejemplo, los hombres salían a cazar y las mujeres cuidaban de la familia y sus cultivos. A su vez, al pasar el tiempo y llegar a la época de reyes y sultanes, los hombres iban a la guerra, mientras las mujeres se quedaban en palacio cuidando del hogar. Con el paso del tiempo, la realidad no fue muy distinta, el hombre salía a trabajar mientras la mujer se mantenía en casa, cuidando de la familia. 

Todo lo anterior es impuesto. Son costumbres o creencias según nuestros ancestros, mandatos según algunos terapeutas y normas según la sociedad. ¿Están escritos? No, solo lo sabemos y escasamente los discutimos, ya que se nos ha integrado a nuestra conducta desde la primera infancia. A esto se le conoce como estereotipos de género.

Estos se encuentran fuertemente arraigados en la sociedad y nos señalan cómo la sociedad espera que actuemos, desde nuestra manera de vestir, los colores, hasta de qué forma nos comunicamos según nuestro sexo determinado al nacer. Nos imponen roles e identidades, controlando comportamientos y decisiones de cada individuo. Y lo que es aún más determinante con el futuro, impone qué carrera debemos estudiar en la universidad, según nuestro género.

Un análisis realizado por el Departamento de Admisión de la Universidad de Santiago de Chile (Usach), en que tomó los datos de los matriculados en carreras de pregrado en los últimos 5 años, muestra que aún existen estereotipos al momento de elegir qué carrera estudiar: un fuerte porcentaje de matrícula masculina en carreras del área de ingeniería, tecnologías y ciencias, incluso presentando un porcentaje bajo el 15% en carreras como informática, telecomunicaciones y mecánica. Por otro lado, aquellas carreras orientadas al cuidado y la formación del ser humano, como obstetricia y puericultura, pedagogía general básica y psicología, muestran porcentajes altos de mujeres, presentándose porcentajes menores al 10% de hombres en algunas de ellas.

En el transcurso de mi desempeño en el área de admisión he conocido jóvenes estudiantes, los que ahora son grandes profesionales desempeñándose en carreras estereotipadas, enfrentando las diversidades de mujeres insertas en mundos masculinizados, como también de hombres en áreas fuertemente feminizadas. Todos ellos profesionales que se destacan en su labor, validándose día a día en su propia realidad laboral, porque ¿quién nos dice que una mujer no se destacará en el mundo de la construcción? O bien, ¿por qué un hombre no puede ser un excelente matrón? Nadie puede hacerse cargo de ese juicio, son estereotipos.

Ante esto, como universidad estatal y pública, nos hacemos cargo de ser protagonistas de los cambios sociales que necesitamos, siempre con el fin de entregar al país los mejores profesionales. Ante ello, diseñamos e implementamos el cupo “Transformando Estereotipos de Género”, vía directa de acceso a la educación superior, entregando cupos para hombres y mujeres en carreras estereotipadas.

Esta vía de acceso entrega requisitos menores al ingreso centralizado y las y los postulantes podrán postular a carreras según su sexo registral. Tenemos la convicción de que estamos avanzando en acortar las brechas de género en la educación superior. Sabemos, también, que es un primer gran paso para abrir, más adelante, otras vías de ingreso que vayan en la misma dirección. Todavía queda mucho trabajo por hacer. 

A pesar de que la sociedad ha ido avanzando, paulatinamente, seguimos viviendo en una sociedad estereotipada: un hombre será mejor ingeniero y una mujer será mejor enfermera. Cada una y cada uno de nosotros somos actores reales en el desarrollo de la sociedad, y quienes estamos insertos en el mundo de la educación debemos hacernos cargo de este llamado y así contribuir a transformar estereotipos de género. Formemos profesionales apasionados por su labor, sin importar el qué dirán. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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