Publicidad
¿De quién son esos niños?: Nunca jamás Opinión

¿De quién son esos niños?: Nunca jamás

Patricia Castillo Gallardo
Por : Patricia Castillo Gallardo Psicóloga Clínica. Pontificia Universidad Católica de Chile. Magister en Psicoanálisis. Universidad de Buenos Aires. Ph.D en Psicología. Université Paris VIII
Ver Más

“Nunca jamás” es un viaje único en el que Samuel (Nicolás Pavez), un exniño del Sename y actual dueño de una fundación que sostiene residencias, busca a la psicoanalista Mariana (Nicole Vial). En ese trayecto, se encuentra con sus fantasmas personificados por Dafne (Belén Herrera), quien representa a la activista “No más”; la infiltrada; la niña perdida; la Peter Pan; la hermana; y la parte de sí mismo que aún no encuentra consuelo.


La obra de teatro “Nunca jamás”, la más reciente producción del Teatro Nacional, explora una pregunta fundamental: ¿De quién son esos niños? ¿Cuáles niños? Esos a los que sus padres no pueden cuidar. Lo interesante es que responder a esta pregunta implica una serie de axiomas referentes a la infancia en Chile que rara vez han sido explicitados:

  1. Los niños pertenecen a sus familias, lo que implica que estas, en cualquier circunstancia, deben ser capaces de satisfacer por sí mismas todas las necesidades afectivas, económicas y sociales de estos ciudadanos. ¿Son considerados ciudadanos los niños?
  2. Los niños que no tienen a nadie que los cuide parecen ser responsabilidad del Estado o debieran estar bajo su protección. ¿Qué significa esto?
  3. Cada sociedad define la protección estatal de acuerdo con las normas de su hegemonía ideológica, lo que implica que en Chile, por ejemplo, la protección “estatal” debe ser lo suficientemente rentable como para atraer el interés de entidades privadas en la prestación de ese servicio. 

En una obra de teatro, lo verdaderamente importante no es tanto el contenido, lo dicho, como la forma en que se presenta. “Nunca jamás” nos permite entrelazar las múltiples capas que están en juego en la cuestión de la infancia en Chile. Por un lado, lo que sabemos de la experiencia de institucionalización y, por otro lado, lo que esa experiencia nos dice sobre la sociedad en la que vivimos, sobre las responsabilidades del Estado, sobre la impotencia de los adultos y las familias, sobre lo que los niños y niñas tuvieron que hacer en esos contextos para no enloquecer y sobre lo que, aun siendo adultos, no ha dejado de dolerles.

“Nunca jamás” es un viaje único en el que Samuel (Nicolás Pavez), un exniño del Sename y actual dueño de una fundación que sostiene residencias, busca a la psicoanalista Mariana (Nicole Vial). En ese trayecto, se encuentra con sus fantasmas personificados por Dafne (Belén Herrera), quien representa a la activista “No más”; la infiltrada; la niña perdida; la Peter Pan; la hermana; y la parte de sí mismo que aún no encuentra consuelo.

En el viaje de Samuel, ocurren una serie de eventos en los que Sebastián Carez-Lorca, el dramaturgo de “Nunca jamás”, logra abordar de manera impresionante casi todos los aspectos políticos, económicos, históricos y subjetivos relacionados con el tema. Estos elementos, bajo la dirección de Mario Monge y la propuesta escénica de Norton Maza, permiten crear una experiencia en la que el humor, la magia y la ternura se entrelazan, y Chile puede confrontar sus sombras. Sí, sus sombras.

En realidad, “Nunca jamás” no es una obra sobre el ex Sename, sino más bien una obra que explora cómo en una investigación sobre el ex Sename puede tocar los aspectos universales de la condición humana. Aborda temas como el neoliberalismo, la soledad, la infancia abandonada, el cuidado, la importancia de los semejantes, la necesidad de un proyecto de futuro, de la mirada y el reconocimiento para crecer y salir de Nunca jamás. Esta obra es una clase magistral, una experiencia conmovedora y una invitación a hacerse cargo de los niños del pasado y del presente. Tienen que ir a verla. 

Hasta el 28 de octubre en el Teatro Nacional Chileno. 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias