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La inclusión laboral de personas en el espectro autista: un desafío de cambio y crecimiento Opinión

La inclusión laboral de personas en el espectro autista: un desafío de cambio y crecimiento

Cristhian Rodriguez Schneider
Por : Cristhian Rodriguez Schneider Director de empresas – Miembro de Directorio de Fundación BAO
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El talento neurodivergente se está quedando al margen en la educación y el sistema laboral chileno y del mundo.  


El 2 de marzo del año pasado se marcó un hito importante en el camino hacia una sociedad más inclusiva y justa. La promulgación de la Ley de Autismo 21.545, en 2023, representa un avance en la protección de los derechos para las personas en el espectro autista. 

Esta nueva legislación nos invita a reflexionar sobre la importancia de gestionar las condiciones sociales, educativas y laborales, reconociendo las particularidades y habilidades de las personas.  

Estudios en USA señalan que alrededor del 40%-50% de autistas adultos no desempeñan ninguna actividad, y en el caso del 85% de autistas con titulaciones universitarias, no ejerce.

En Europa, el panorama es similar. De acuerdo con Autismo Europa, muchas personas con autismo se titulan de carreras por debajo de su potencial, debido a la falta de adaptación eficaz a sus necesidades en educación superior. Más aún, entre el 75% y 90% de autistas adultas está desempleada.

En Chile, el panorama no es mejor. Ni hablar de posiciones hostiles de docentes universitarios y de educación técnico profesional resistiendo adecuar sus actividades, o instituciones educativas que se ajustan a lo mínimo que indica la ley chilena y las orientaciones de  Senadis –las cuales son insuficientes– y además indicando “en la medida de lo posible”. En un país con una Ley de Inclusión laboral y una ley de autismo, los derechos constitucionales no pueden ser en la medida de lo posible. No es tampoco objetivo que te den un empleo por mera cuota, sino porque tuviste una preparación con niveles de apoyo en la enseñanza básica, media, y la educación superior supo estar a su altura.

Sin embargo, existen muchas personas de espectro autista –y me incluyo– ocupando lugares destacados en muchos sectores en Chile y el mundo, aunque muchos, todavía, lo mantienen en reserva. Hace algunos días una reconocida actriz chilena lo comunicó públicamente. Ese gesto valiente ayuda a sensibilizar y acercar que no somos tan distintos. Ni estereotipados, ni romantizados, ni subvalorados. También habla de un país con cierto sesgo discriminador que algunos prefieren evitar. 

Un amigo autista realizaba el año pasado docencia en una institución educativa con 6 años de acreditación; y una docente con quien no tenía ninguna vinculación se refería despectivamente a él como “el tontito”. Habiendo él hecho las denuncias formales vía conducto regular, la única respuesta de la autoridad de dicha institución fue bajarle el perfil, “esperemos a terminar el semestre”, reconocer como único error institucional, a pesar de haber hecho llegar la situación por canal regular, no haberse comunicado con él. Y todo quedó en nada. Ni siquiera una disculpa. Él tiene otro empleo y puede desenvolverse, pero a muchos estudiantes y trabajadores les toca vivirlo silenciosamente, sin tener a veces cómo enfrentarlo.

Pero tenemos evidencias de que en la neurodivergencia hay talento. Empresas como JP Morgan muestran que empleados autistas pueden mostrar hasta un 140% más de productividad que sus compañeros neurotípicos en cargos similares.

Otros estudios revelan indicios de que personas neurodiversas pueden ser más creativas, menos propensas a sesgos y más coherentes en la toma de decisiones. 

El talento neurodivergente se está quedando al margen en la educación y el sistema laboral chileno y del mundo. Las empresas están perdiendo un gran potencial. Chile pierde un gran potencial. El sistema educativo está todavía al debe. Nuestra legislación, mucho más.

La inclusión laboral no solo es un acto de justicia y equidad, sino también una inversión en el crecimiento y desarrollo de nuestras organizaciones. Al abrir las puertas a la diversidad, nos enriquecemos como sociedad y aprovechamos al máximo el potencial humano. 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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