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Filosofía y Ciencias, o la agonía de la madre y la hija

Por: Stefan Palma


Señor Director:

Ya lo había dicho el brillante médico Galeno (S.II d.C.), heredero de la tradición hipocrática, en su tratado “el mejor médico es también filósofo”, que su práctica está más allá de una simple técnica; puesto que el médico debe estar enterado de los conocimientos filosóficos, de la lógica y de la ética, entre otros. Galeno había ya tomado la tradición filosófica de Platón y Aristóteles, argumentando que la teoría era fundamental para la observación empírica del universo fenoménico de los síntomas. En este sentido, la medicina es más bien un arte. Donde la conjetura, motivada por la imaginación y la experiencia, permiten una estructura de razonamiento que será clave para el crecimiento del conocimiento. La Filosofía es la madre de las Ciencias, puesto que toda pertenencia al mundo de las cosas, invita necesariamente a una reflexión, por mínima que sea. De ahí se sigue que el pensamiento puede significar el primer gran logro propiamente humano. Siendo estas primigenias cavilaciones, las constituyentes básicas de las posteriores proposiciones y reglas, que con el tiempo, llegaríamos a llamar leyes de la naturaleza; o fascinantes creencias predictivas sobre la realidad, formándose así, como hijas del pensamiento inquisitivo del ser humano.

Ahora bien, cierto es que la filosofía en sí misma no tiene un fin práctico, y es maravillosamente bueno que así sea.

El efecto o la consecuencia que ejerce sobre el ser humano es la capacidad para la creatividad; y encontrar esas verdades llamadas leyes. Es en este vuelo particular que produce la Filosofía en el ser, libre, sin dogmas y apelando al instinto, la instancia por la cual se aspira a una Metafísica general que pueda algún día acercarnos a las respuestas de aquellas preguntas que han impresionado desde siempre: ¿cómo es realmente el ser de las cosas, átomos, estrellas, el mismo pensamiento humano?; ¿cuál es nuestro destino como civilización? U otras más profundas todavía, ¿hacia dónde se dirige el alma humana, al tiempo de perecer?, ¿de qué manera formamos parte de la existencia del Universo?…etc. Cada una de estas preguntas, propias de todo ser humano racional, sólo cabe esperar que se lleven a cabo dentro de una asignatura como la Filosofía.

La Filosofía como área de estudio, no solo se preocupa de la historia de las ideas, sino que también a cómo reconocer nuestras propias formas de razonar, a través de los métodos inductivos, deductivos y abductivos. Las noticias que nos han llegado del CNED constituyen signos de mal augurio; esperemos que, apelando a la misma reflexión filosófica de nuestra evolución como especie, sean capaces de reconsiderar sus ideas y generar espacios para la libertad de pensamiento y fortalecer a la madre y a la hija que, así como están las cosas, agonizan y se corre el riesgo de que se pierdan para las presentes y futuras generaciones de estudiantes.

Stefan Palma, Filósofo semiótico

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