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Salud mental: la gran deuda de nuestro país y del mundo

Por: Carla Mendoza Núñez y Soledad Schott Gaete


 Señor Director: 

El día 10 de octubre se conmemoró el Día Mundial de la Salud Mental, esto en el marco de una pandemia que ha afectado a todos los seres humanos con graves repercusiones justamente en la salud mental. Nos encontramos con la realidad que nos choca en la cara, sabemos que Chile presenta altas tasas de enfermedades mentales, cuyos costos directos e indirectos afectan negativamente a las personas que las padecen, sus familias y a todos y todas como sociedad.

Sin salud mental no hay salud, por esto, es muy importante invertir recursos financieros y humanos especialmente en prevención. El impacto de no hacerlo tiene efectos no es sólo en la salud, sino también en la economía de los países. La ONU advierte que la ausencia de intervenciones trae consigo una “pérdida económica mundial de un billón de dólares anuales”. Si bien las autoridades de nuestro país, han reconocido crecientemente la relevancia de los problemas de salud mental, el financiamiento de esta, no ha aumentado. El gasto público en el área llega solo al 2,4% del gasto total en salud, muy lejos de la recomendación mínima de la OMS y de la media de los países miembros de la OCDE.

Además, de las 85 enfermedades que actualmente cubre AUGE/GES, cinco de ellas corresponden a patologías neuropsiquiátricas, las que constituyen casi un cuarto de la carga total de enfermedades en Chile. Muchos compatriotas mueren año a año en nuestro país a la espera de que la salud mental sea visible y justa para todos en nuestra sociedad. La pandemia ha exacerbado muchos de los determinantes sociales del suicidio, la pobreza, la cesantía, entre otros, lo cual empeorará el escenario en relación a la salud mental.

Para los entendidos en el tema, no es secreto que en nuestro país no existe una legislación específica sobre esta materia. Su tratamiento figura de manera dispersa en varios cuerpos jurídicos, frente a esta realidad es necesario trabajar en una ley de salud mental, que asegure el acceso oportuno a los y las miles de chilenos y chilenas, que requieren tratamientos y procesos terapéuticos de calidad. Porque una combinación adecuada de programas de tratamiento y prevención en el campo de la salud mental, en los marcos de estrategias públicas generales, puede evitar años vividos con discapacidad e, incluso, la muerte prematura, reducir el estigma que rodea a las enfermedades mentales, aumentar considerablemente el capital social, ayudar a reducir la pobreza, promover el desarrollo del país. En definitiva tener personas y sociedades más felices.

 

Carla Mendoza Núñez, coordinadora unidad clínica Centro de Psicología Aplicada de la Universidad de Talca

Soledad Schott Gaete, directora Centro de Psicología Aplicada de la Universidad de Talca.

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