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¿Sabe por qué las marchas no se acabarán? Opinión

¿Sabe por qué las marchas no se acabarán?

Rafael Urriola U.
Por : Rafael Urriola U. Director Área Social Chile 21
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No hay peor sordo que el que no quiere oír. Todo el malestar de Chile no es extraño ni original ni reciente. Claro que para muchos de nosotros cuesta comprender el grado de violencia al que se ha llegado, aunque siempre el ser humano en momentos críticos de saturación de su paciencia adopta reacciones desproporcionadas, con excesos y extremas. Un taxista que recorre Santiago por todas las comunas me comentaba: “No sé de dónde sale tanta gente con ganas de armar líos y, lo peor, es que todos los días hay muchos. …yo no sé qué hace esta gente” He ahí la clave del asunto.

Un estudio publicado en julio de este año por Actitud Lab en base a los resultados de la encuesta Casen de 2017 indicaba que Chile tiene 528.754 jóvenes de entre 15 y 29 años que ni estudian ni trabajan, popularmente denominados como “ninis”. Además, de los 4.161.947 jóvenes entre  estas edades que tiene Chile, otro 46.1% (alrededor de dos millones) solo estudia. Nuestro país ocupa el cuarto lugar a nivel mundial con más proporción de jóvenes en la categoría Ninis (21%), destacaba la OCDE en el informe sobre el Panorama mundial de la educación de 2017. El desempleo en estos jóvenes es de alrededor de 25%, casi 4 veces superior a la media, es decir, la mayoría de los ninis buscan trabajo, pero no lo encuentran.

Se podría decir que entonces debiesen estudiar porque así les será más fácil encontrar trabajo lo cual también vale la pena examinar. La Fundación Sol en un estudio de 2017 mostraba que estudiar es un mejor negocio para los bancos que para los estudiantes. En efecto, el total de recursos entregados por los Bancos entre 2006 y 2016, a través del CAE, a las instituciones de educación superior beneficiados, es de $4,1 billones (millones de millones). Sólo tres bancos se han adjudicado el 90 % de los créditos: Scotiabank, Estado, e Ita´u-Corpbanca.

Tampoco el fisco gana con esto porque, mientras en 2006 el CAE representaba el 2,4 % del presupuesto de la partida de Educación Superior, hoy ya llega al 36,5% y el Fisco compromete recursos por $726.427millones. Este monto es casi idéntico al que se destina a gratuidad, el cual representa un 37,6 %.

Los jóvenes deudores pasaron de 270.000 en marzo de 2010 a más de 730 mil en 2016. En pocas palabras, en Chile, educarse y endeudarse son parte de la misma ecuación, concluye la Fundación Sol.

Las 10 comunas que registran mayor tasa de morosidad en el Gran Santiago, tienen casi el doble de pobreza multidimensional, el triple de pobreza por ingresos y la mitad de los ingresos autónomos del hogar, que las 10 comunas que registran menores tasas de morosidad. Es decir, con las reglas actuales del sistema chileno, invitar a la gente a estudiar más parece una trampa porque los resultados concretos son alto endeudamiento y pocas posibilidades de obtener trabajos que le permitan sobrevivir y pagar la deuda.

Así, hay miles de jóvenes que deambulan sin ninguna expectativa ni esperanza porque el sistema los entregó a su suerte. No tienen nada que hacer. Juntarse en
Plaza Italia al momento de las manifestaciones recientes -decía un adolescente que habita en hogares del Sename, entrevistado por The Clinic- es una manera de sentirse parte de algo. De otro modo no tienen nada que hacer.  Javier Krawicki, cofundador de TuPrimeraPega.cl, agrega que, además, «hay muchos jóvenes, en especial en sectores vulnerables, que finalmente se desmotivan. También se desmotivan con el famoso “pituto”…” del cual, por cierto, ellos no tienen. Krawicki, agrega -en entrevista a emol de enero de 2018- que «de alguna manera los ninis son un síntoma de una sociedad de pocas oportunidades para las personas con menos recursos y el nini es finalmente un realista frente a esto. Su cálculo es “para qué me voy a esforzar si voy a ganar una miseria». El gran problema, agrega, es que una parte de este grupo de jóvenes cae en el tráfico o en la delincuencia.

Estos jóvenes se han unido a las protestas porque acumulan rabia y desesperanza. Las reacciones de la élite política y empresarial de Chile al cabo de 50 días ha sido soltar algunas dádivas marginales y, aunque seguramente volverá la calma a las calles, si no se adelantan soluciones estructurales que den esperanza a millones de jóvenes, sepan que ante cualquier coyuntura hay gente muy disponible a volver a salir a las calles y, lamentablemente, no siempre a proponer alternativas, sino a veces a descargar la ira de la impotencia; la rabia contra el abuso; los sentimientos del excluido. Son millones y no son solo ninis. A ellos se suman estudiantes sin perspectiva; trabajadores ocasionales y, de manera más pasiva pero no menos comprometida, los millones de pensionados que perciben ingreso que lo les alcanzar ni para pagar los medicamentos del mes.

La elite ha planteado, con un cierto tono de ingenuidad, que se han sentido sorprendidos de la masividad de los acontecimientos de estos 50 días. Hace muchos años que se dice lo mismo y parecían sordos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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