Opinión
Cuarentena o no cuarentena ha sido el centro del debate desde el inicio de la pandemia. Pero las principales estrategias de control son otras. En su acta del 29 de junio, el comité asesor, dice con claridad que la contención del brote se logra con una estrategia integral que contiene dos «aspectos básicos», la detección y aislamiento de casos y contactos (conocida como Testear, Trazar, Aislar o TTA) y las medidas voluntarias de higiene y distanciamiento que las personas deben mantener. Con esto, en la misma minuta pasan a describir una propuesta de criterios para el desconfinamiento progresivo basada en un conjunto de indicadores que evalúan tres ámbitos generales: el nivel de transmisión, los recursos disponibles del sistema de salud y la capacidad para detectar un rebrote y realizar la estrategia del TTA. Los diversos países que «llevan la delantera» tienen planes en varias etapas que consideran criterios para levantar o restringir los niveles de confinamiento. Aún así, todos los países han tenido dificultades, y si bien en Chile vemos una reducción en el número de casos diarios, sabemos que permanece latente un riesgo de nuevos peaks. En las palabras de esta lunes del director de la Organización Mundial de la Salud, “no habrá regreso a la normalidad en el futuro previsible”.
Recién este mes, el Ministerio de Salud publicó, en un documento sin fecha, el protocolo nacional para la estrategia de TTA. Así mismo, hemos visto un trabajo arduo de servicios de salud y municipios por poner en práctica estas normas en los territorios si es que aún no lo hacían por cuenta propia, y el gobierno ha dispuesto esfuerzos para facilitar los sistemas de información necesarios para lograrlo. Esperamos pronto tener un TTA funcionando. Cabe preguntarse entonces, ¿qué sucede con el segundo punto de los «aspectos básicos» mencionado por el comité asesor? Ha trascendido que el gobierno prepara una campaña comunicacional para el desconfinamiento, pero esto puede no ser suficiente. La posibilidad de reactivación económica con un «retorno seguro» requiere un cambio cultural profundo que implica modificar todas nuestras actividades. No basta un plan en etapas, indicadores, protocolos y una campaña. Las personas deben conocer y entender los conceptos que hay detrás para que tengan sentido, para empoderandose y transformar en hábito las medidas de cuidado. La sobrecarga de información ha generado la situación paradójica que las personas tienen muchos «datos» pero no logran jerarquizar su importancia. Entonces suceden situaciones como por ejemplo, una obsesión por la calidad de una mascarilla, y poca preocupación por auto-aislarse al tener síntomas.
Evidentemente, los protocolos con estricta supervisión son necesarios, pero se requiere aún más. La única manera que tengamos una primavera, es enfrentar este Desafío Cultural con mayúsculas, y con todo lo que aquello implica. Ya está comenzando, pero se puede acelerar. No sólo una estrategia publicitaria, se requiere un trabajo territorial. Se requiere hablar uno a uno con las personas. En los trabajos, en las casas, en las calles. El liderazgo necesario para esto debe provenir del gobierno, no hay otra institución que reúna la fuerza y despliegue que se requiere para sentar a todos en la mesa y coordinar a todo el Estado y sociedad civil en este desafío. La mayoría de las personas todavía no asume que esto es una situación permanente. Se requiere que todos incorporen en sus formas de trabajo, transporte, socialización, aprendizaje, en todas las áreas de la vida, la importancia que sus conductas tienen sobre el resto. Se requerirá deconstruir el mensaje que este sistema nos ha transmitido a palos por 40 años: que tus acciones te afectan solo a ti, y habrá que recuperar el sentido solidario en la sociedad, junto a una educación masiva sin precedentes.
