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Menos parlamentarios: la añoranza del fantasma binominal Opinión

Menos parlamentarios: la añoranza del fantasma binominal

José Miguel Vergara Hermosilla
Por : José Miguel Vergara Hermosilla Cientista Político con especialidad en Gobierno y Gerencia pública, Universidad Alberto Hurtado
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Mucho se ha hablado y debatido entorno a la la reforma al sistema electoral, “es un traje a la medida” dicen algunos “están entrando con 2% de votos” dicen otros. Sin embargo, es imperativo saber que no existe el sistema electoral perfecto, y que podemos encontrar tanta variedad de ellos como países existen.

Hoy la discusión se ha centrado principalmente en la disminución del número de parlamentarios, es decir, la magnitud que tendrá el congreso. Entre los argumentos que se enarbolan, encontramos principalmente la disminución del gasto público, pues el aumento de parlamentarios fue presentada equivocadamente como una medida costo 0. Ahora bien, no es de extrañar lo popular que se ha tornado esta medida, pues históricamente el Congreso se ha tornado en una de las instituciones peor evaluadas por la ciudadanía, no superando el 25% de aprobación en los últimos años y solo llegando al 16% en la actualidad (Cadem junio 2020).

Es por este motivo, y a raíz de multiples discusiones que han emergido en las redes sociales respecto al “apoyo” de la Diputada Pamela Jiles a que el proyecto se discuta en comisión, es que me animo a presentar una serie de argumentos teóricos con el fin de clarificar algunas ideas y/o consecuencias detrás de la propuesta del proyecto que busca la disminución del número de parlamentarios.

Cuando hablamos de sistemas electorales hablamos de dos “máximas”: mayoritario y proporcional, el primero lo podemos ver claramente graficado en la elección presidencial en el sistema actual (50% + 1 para establecer una mayoría absoluta, mientras que encontramos un sistema de mayoría simple para el sistema en Chile antes de 1973). El segundo, proporcional, está representado en los sistemas electorales normalmente legislativos, donde podemos encontrar sistemas de características más proporcionales o sistemas electorales más restrictivos.

¿De qué depende la proporcionalidad de un sistema electoral? Primero del número total de escaños a repartir (tamaño del parlamento), la fórmula para repartir estos escaños y, por supuesto, la magnitud de las circunscripciones. Estos tres elementos, más las normativas legales sobre partidos políticos van ha determinar el grado en el que el sistema electoral excluye a los partidos políticos del congreso o parlamento.

Dado lo anterior, Colomer (2003) postula la regla micro-mega donde se establece que: partidos grandes prefieren sistemas electorales con magnitudes pequeñas, número de escaños pequeños y cuotas pequeñas (binomial por ejemplo). Por otra parte, partidos pequeños y/o movimientos que buscan representación parlamentaria preferirán magnitudes grandes de representación, más escaños a repartir y magnitudes grandes en las circunscripciones, esto debido a que presentan mayor probabilidad de obtener escaños y verse representados en el congreso.

En este sentido, los partidos grandes optarán por reglas que reduzcan más el número de parlamentarios, de escaños y con ello el número de partidos representados también se verá reducido. En cambio, partidos pequeños optarán por el modelo opuesto: un sistema con reglas más incluyentes, menor reducción del número de parlamentarios y, por tanto, una menor reducción en la proporcionalidad.

Por otra parte, Rodden (2009) realizó un estudio determinante para comprender el componente geográfico de los sistemas electorales, así como el grado de coordinación de movimientos y sectores políticos. Se determinó que existe una concentración de votos de sectores de izquierda en pocas circunscripciones, pero de gran magnitud, determinando a su vez que los sectores de izquierda presentan mayores problemas de coordinación a la hora de movilizar a sus votantes, por tanto son más propensos a preferir sistemas electorales más proporcionales y basados en circunscripciones grandes. Mientras que partidos más coordinados y eficientes geográficamente van a preferir sistemas más restrictivos y excluyentes, como el binomial.

A pesar de estos postulados la máxima argumentativa continúa siendo “el gasto que significa al estado”, instalándose en el subconsciente colectivo como la única medida posible para disminuir el gasto, dejando fuera de discusión incluso la probabilidad de reforma a un congreso unicameral (bastante más coherente con la composición territorial de nuestro país).

La propuesta de discusión en comisión ya está efectuada, el proyecto ya se encuentra un paso más cerca de estar en tabla gracias al populosa afirmativa de la Diputada Jiles y de los Diputados de Chile Vamos, ahora sólo queda esperar cómo se desarrolla la comisión y cómo continúa el curso de este proyecto. Por ahora, la pregunta es ¿estamos dispuestos a desviar la proporcionalidad del sistema electoral para reitemizar el gasto parlamentario? O en realidad lo que se esconde en este proyecto es la añoranza del fantasma del sistema electoral binomial.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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