Publicidad
El chorismo de 7,5 kilobytes: el COVID-19 un hiperobjeto Opinión

El chorismo de 7,5 kilobytes: el COVID-19 un hiperobjeto


El COVID-19 consistiría  en solo 7,5 kilobytes de información (A. Díaz Pachón, 2020), sin embargo, podría ser un hiperobjeto. Puede que no cumpla en plenitud la definición de Timothy Morton de hiperobjeto (T. Morton, 2013), pero se parece bastante. Este sería algo que nos envuelve, que nos perturba, que es tan grande (por su impacto) que no podemos manejar, en el más amplio sentido de manejar o asir.

Esta pobre y escasa información genética, que ni siquiera es capaz de reproducirse, que necesita de otros para continuar extendiéndose, que prácticamente es inexistente para nuestros sentidos, ha puesto en jaque al mundo, a nuestra forma cotidiana de vivir, nuestra forma de relacionarnos o más bien de aislarnos. Es este el visceral problema que tenemos frente al COVID19.  Nos agobia. Por eso estamos en un tremendo conflicto vital y social.

Veníamos de años de certidumbre, de un superciclo de commodities, de extraordinarios crecimientos económicos, especialmente para nosotros las elites.  Para la mayoría era solo sobreviviendo, bicicleteando la deuda, chuteando la cuota. Súbitamente algo desmorona todo, y no podemos manejarlo.

Cómo nos recordaba Aldo Francia, “ya no basta con rezar”, ni portarse bien. No podemos predecir su trayectoria con la potencia de los servidores ni inteligencia artificial. Ni diferenciar sus efectos con certeza o fehacientemente distinguir una neumonía por influenza de una por COVID-19 (L.Lin, 2020). Sigue evolucionando, sigue cambiando, se apaga y vuelve a aparecer.

Tenemos antivirales, tenemos sofisticado equipamiento para su detección, tenemos a la Organización Mundial de la Salud (OMS), podemos desarrollar vacunas, sin embargo, parece que se tomará su tiempo como la influenza española. Aunque en esa época tenían una pistola de agua en comparación con lo preparados que estamos ahora.

La injustamente llamada influenza española, ya que el caso cero fue en Estados Unidos (EEUU), era un virus influenza A del subtipo H1N1. Oficialmente se habría producido una pandemia entre 1918 y 1919, pero también se dice que habría comenzado en 1916-1917, con un último brote el año 1920. Y que también producía tormenta de citoquinas y de ahí su alta mortalidad, una historia que hoy parece conocida.

Aquí estamos frente a esta gobal incertidumbre y el desconcierto por esta doble naturaleza del COVID, de algo tan insignificante pero tan demoledor,  por lo tanto, para enfrentar este hiperobjeto solo queda la honradez. La forma de enfrentarse a un hiperobjeto es con honradez, con dignidad y sensatez. Estudiarlo interdisciplinariamente, con mutuo respeto, sin caer en rápidas conclusiones ni desesperadas medidas, cuyos efectos pueden ser peores que la enfermedad. Entendiendo y aceptando nuestras limitaciones. Asumiendo que desde que somos fecundados indeclinablemente dejaremos de existir.

No se trata de una guerra, o un bicho de porquería, el hiperobjeto está y tenemos que aprender a convivir con el. “… Aquí no se trata de héroes… se trata de honradez… la única manera de luchar contra la peste  es la honradez. –¿Qué es la honradez? –dijo Rambert… –No sé lo que es en general. Pero en mi caso sé que consiste en hacer mi oficio” (A. Camus, 1947).

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias