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Emprender para ser MERCADOS|OPINIÓN

Emprender para ser

Lorena Gallardo
Por : Lorena Gallardo Psicóloga organizacional y CEO de Fundadoras
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Durante años me ha tocado conocer mujeres que piensan en renunciar a sus trabajos para dedicarse a emprender, proceso que la pandemia aceleró de una manera brutal. Sin duda que planear una decisión así trae consigo muchas cosas, entre estas, que la mayoría tuviera o intentara tener dos trabajos por algún tiempo. El tradicional y también su emprendimiento, lo que permite asegurar mayores ingresos y una especie de preparación para el futuro retiro de su empleo formal.

Todos los seres humanos somos talentosos en algo y hay veces en que no nos ubicamos en donde podemos dar lo mejor de nosotros. Esto puede tener muchas razones. Miedo, las necesidades económicas, el no querer cuestionarnos nada o desear mantenernos en piloto automático. Sin embargo, la pandemia despertó a muchas personas que se mantenían en esa velocidad.

Podíamos vivir distinto y nos dimos cuenta que no hacía falta todo eso que antes nos parecía imprescindible. Empezamos a cuestionarnos si lo que estábamos haciendo para ganarnos la vida merecía o no nuestro tiempo, energía y talento. ¿Esto realmente tenía sentido? Y si no lo tenía, ¿cómo salimos de aquí?

La vida es una sola y en conjunto. No empieza cuando juntamos dinero para algo o salimos de vacaciones, ni cuando tenemos hijos o terminamos de trabajar a las seis de la tarde. Esto es algo que sabemos las emprendedoras y emprendedores desde un inicio, ya que como no encajamos en los moldes tradicionales, diseñamos nuestro propio espacio. Nuestro propio trabajo donde dar lo mejor de nosotros es ley. La pandemia vino a confirmarnos que muchos de esos cuestionamientos ya los habíamos enfrentado, y en parte, ya los habíamos resuelto.

Quienes emprendemos trabajamos en lo que brillamos, en lo que nos hace sentido y con lo que cambiamos el mundo todos los días, aunque sea con un poco, con un grano de arena, porque somos lo mejor de nosotros. Si las grandes empresas no le dan sentido rápidamente al trabajo de sus colaboradores, tendrán en el mediano y largo plazos una salida masiva de personas talentosas que simplemente no supieron encontrar su lugar, como sí podrían hacerlo con su propio negocio.

El estallido social de 2019 trajo consigo la dignidad como valor fundamental, y ser dignos es comprender nuestro valor y, básicamente, que este no se transa, porque no tiene precio. Ser dignos es ser fieles a nuestros valores, a elegir con valentía y darnos cuenta que merecemos estar en espacios donde se nos cuida y respeta. El concepto “seguridad laboral” ha intentado conquistarnos durante años en lugares donde muchas veces no somos refrendados. Pregunto, entonces, ¿seguridad a costa de qué? Lo único seguro para mí es que siempre hay un lugar valioso donde cada ser humano vale, aporta e importa. Sea el trabajo que sea. Cada talento tiene su zona y, en lo posible, debemos buscarlo activamente, aunque tome tiempo.

En Fundadoras, como lo venimos realizando ininterrumpidamente desde 2017, estamos recibiendo a una maravillosa estampida de “inconformistas” y “cuestionadoras” en nuestros programas de capacitación, a quienes las ayudamos a encarar sus propósitos y negocios como empleos que les reporten felicidad, porque ninguna merece una vida sin sentido. Hoy todas las emprendedoras debemos ser capaces de tender la mano a otras y darles a conocer cómo construir sus propios trabajos y llevar su día a día desde un propósito.

Personalmente, como psicóloga y CEO de esta escuela de transformación empresarial, mi propósito es aportar con herramientas emocionales y técnicas a mujeres que buscan emprender y fortalecer sus negocios. Soy testigo de esas transformaciones y de cómo esa prosperidad favorece a todas esas mujeres valientes. Como dijo Albert Einstein: “Todos somos genios, pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar un árbol, vivirá su vida pensando que es un idiota”. Hoy siento que hay muchos peces trepando árboles. ¿Y si los ayudamos a llegar al mar?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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