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Lo que la Ley de Teletrabajo (y la empresa) olvidó Opinión

Lo que la Ley de Teletrabajo (y la empresa) olvidó

Agustina Bellido
Por : Agustina Bellido Líder de Carrera de Mercer Chile. Economista de la Universidad Torcuato Di Tella, Argentina. Cuenta con una mención en Educación Ejecutiva en Recursos Humanos y magíster en Negocios Internacionales, Relaciones Internacionales y Comercio Exterior de la Universidad de Ciencias Sociales y Empresariales del mismo país.
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Poco más de un año ha pasado desde que entró en vigencia la Ley de Teletrabajo –que vino a regular una opción laboral que cada día adquiere más fuerza entre empresas y trabajadores– y que llegó justo cuando comenzaban los confinamientos por la COVID-19 que obligaron a millones de chilenos a realizar sus labores a distancia.

Esta ley ha incorporado un marco legal a una práctica que se realizaba en alrededor del 30% del mercado en Chile, pero en forma muy desigual entre industrias y niveles jerárquicos. Es por ello que el gran desafío de las normativas es que hay muchas cosas que no cubren o no incluyen Es que el teletrabajo, más aún en tiempos de pandemia y cuarentenas, no es ese paraíso soñado en que la tranquilidad del hogar permite concentrarse en las tareas más importantes de la jornada, mientras que, de paso, se evitan las aglomeraciones y la congestión vehicular. Hoy las casas, para la mayor parte de las personas, incluyen niños, mascotas, ruidos y una serie de pequeñas distracciones, las que, en mayor medida, son atendidas por las mujeres.

Esto ha generado, por un lado, una caída importante en la participación laboral femenina, que ha tenido que relegar el camino ganado por no poder atender a la casa y el trabajo, como también un mayor estrés y sobrecarga para estas, que siguen teletrabajando mientras intentan controlar todo lo que ocurre dentro de la casa. La corresponsabilidad parental, ese ideal donde el hombre se hace cargo de los niños y las tareas de la casa, está muy lejos de ser alcanzada en la mayor parte de las familias de Chile (y probablemente de buena parte del mundo).

Es por esto que, ante un niño que llora o un timbre que suena, suele ser la mujer la que deja lo que esté haciendo para atender el llamado. Ni que decir frente a la necesidad de guiar a los hijos en sus clases online que, entre dudas, problemas de conexión y la ansiedad de mostrar lo aprendido, acuden constantemente a ellas. Este contexto, sin lugar a dudas, va en detrimento de la mujer. Y, mientras la cultura al interior de los hogares cambia lentamente, las empresas también tienen tareas que hacer para facilitar la vida de sus teletrabajadores, hombres y mujeres especialmente.

Decenas de ideas se han implementado para ayudar a compatibilizar estos dos mundos que antes no convivían, desde el bloqueo de agendas a horarios flexibles. De todas formas, ninguna de estas medidas tendrá éxito si se da por sentado que las políticas son suficientes o que con comunicar su existencia el problema está resuelto. Lo más importante no es lo que se dice, es lo que se hace.

Por esto es que lo fundamental es propiciar los espacios de conversación –los que son más que decir, ya que implican una escucha activa– que nos permitan ver qué pasa con cada persona dentro de la organización y así ayudarlas a adaptar su quehacer diario, de manera que el mundo hogar y el mundo laboral puedan convivir sin problemas.

Como en todo ámbito de la vida profesional y la relación laboral, entonces, hoy más que nunca debemos pasar de la opción a la acción. Los líderes deben ser ejemplo para sus equipos: horarios de desconexión y bloqueos de agenda deben ser respetados, se deben habilitar estas conversaciones a las que se hacen referencia arriba respecto al balance vida laboral y personal; es decir, en un contexto en donde lo personal se mezcla con lo profesional, debemos ser cada vez más empáticos y cercanos. Los estudios nos muestran que las organizaciones y organismos empáticos tienen algunas millas ganadas en el camino al éxito.

El resultado de esta escucha y hacer será un desafío para las empresas, las que sin duda también recibirán el beneficio de menores licencias médicas, un mayor compromiso con la organización y la tranquilidad de saber que sus colaboradores están bien.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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