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Historia repetida Opinión

Historia repetida

Maximiliano Ríos Gallegillos
Por : Maximiliano Ríos Gallegillos Alcalde de Lo Prado y Presidente de la Comisión de Educación de la AChM
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Hace poco se celebraron algunas primarias para elegir a los candidatos a Presidente de la República que estarán en las papeletas el mes de noviembre. En el tiempo de espera de ese trascendente evento, un sentimiento de indignación cundió en las conciencias de parte importante del centro izquierda aglutinado como Unidad Constituyente. Esto, porque inevitablemente volvía a la mente el fracaso en las presidenciales del 2017, donde nuestro sector no presentó candidatos a primarias, en una demostración de pobreza política y de mezquindad participativa difícil de aceptar.

Una demostración de incapacidad para comprender el presente político del país que, ineludiblemente nos lleva a preguntarnos si es bueno para nuestras organizaciones partidarias, continuar con los mismos directivos en un momento tanto o más decisivo que el anterior de 2017 y volver a repetir el ciclo. Los acontecimientos están indicando que, allí, entre los responsables de los principales partidos del centro izquierda, poco o nada ha cambiado.

Por el contrario, se siguen imponiendo los usos y costumbres de la vieja política. Aquella que se auto flagela en acuerdos entre cuatro paredes; sin ánimo de interacción con las bases, de autocrítica, de comprensión del momento político, y sin nada que se parezca al sentido común. No en vano, proliferan tanto la falta de auténticos liderazgos como la mezquindad que involucra la defensa férrea de las parcelas partidarias. Como ayer, no hay capacidad de convocatoria ni de conducción, más hay una abulia contumaz, que no se conmueve ni con los llamados a la unidad ni con los datos duros del delicado momento político del país.

Ante este espectáculo, es viable y legítimo preguntarse si las bases de los partidos del progresismo seguirán aceptando la permanencia de los actuales dirigentes al frente de sus partidos (léase PPD, PS y PR). Desde luego, la renovación ya golpea fuerte al otro lado de sus bastiones de confort.

Está explicitado por la vía de la evidencia histórica, y por los datos del presente, que la ciudadanía no perdona la falta de unidad ni las lecturas mañosas e interesadas del cambio que viene significando, sin tregua, el ejercicio ciudadano del 18 de octubre. Menos va a perdonar que sus dirigentes, cruzados de brazos, sometan el destino de sus partidos a veleidades que el oponente político común se da el lujo de refregarnos en el rostro por aclamación.

Tal como está ocurriendo con el Candidato ganador de la lista de Chile Vamos, y hoy abanderado del Gobierno, quien, montado en muchas ideas ajenas, cree estar oxigenando apropiadamente a un enfermo agónico, como es la derecha.

Ahora, lo necesario, es una lucha contra el tiempo para recomponer unidad y definir factores de organización competitiva. Insistiendo en que la legitimidad de nuestra visión de gobernanza política vinculada al Gobierno Ejecutivo del país, está intacta, pues nuestro fondo programático, desarrollado sistemáticamente en la comprensión del movimiento del 18 de octubre, está legitimado por nuestro contacto diario con las personas. El pacto Unidad Constituyente tiene la bancada de alcaldes y concejales más grande del concierto nacional.

Sin embargo, conscientes de las dificultades que impone el calendario, y satisfechos de las coincidencias que nos vinculan con el ganador de la primaria legal entre Boric y Jadue, quizá sea bueno y coherente, colocarse a disposición de quienes legítimamente se han ubicado a la vanguardia de los cambios y han abrazado con mayor legitimidad las transformaciones que el país exige. En ese caso, el tiempo nos favorecerá con nuevos caminos a seguir ante los desafíos sociales que se avecinan; y en la unidad encontraremos nuevas y alentadoras razones, las que nos permitirán mañana, aspirar a mayores y más exigentes tareas para reencontrarnos con convicción, unidad y nuevas razones para gobernar.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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