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El Golpe simbólico Opinión Crédito Foto: Rodrigo Fernández. Memoria visual de una nación de Mario Toral, metro Universidad de Chile

El Golpe simbólico

Cristián León
Por : Cristián León Académico Escuela de Arquitectura UDP
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Sin duda septiembre es un mes de gran espesor simbólico en el devenir de nuestra patria, desde sus mismísimos orígenes. Muchos de sus luctuosos acontecimientos deben ser recordados, dado que lo que no se asume, no se puede redimir.

El 11 de septiembre de 1541, el lonco o curaca Michimalonco, junto a cinco mil o diez mil guerreros picunches del Valle del Aconcagua, atacan la recién fundada capital de Chile, Santiago de la Nueva Extremadura, destruyéndola casi por completo. El 11 de septiembre de 1973, la totalidad de las Fuerzas Armadas y de Carabineros, lideradas por los generales Augusto Pinochet, Gustavo Leigh, José Toribio Merino y César Mendoza, perpetran un golpe de Estado, derrocando al presidente socialista Salvador Allende y al gobierno de la Unidad Popular, con lo que se inicia la dictadura militar que duraría diecisiete años. Esto podría pasar por una simple coincidencia. Pero veamos.

En la estación Metro Universidad de Chile, hay un mural espectacular de 1.200 metros cuadrados llamado Memoria visual de una nación, del pintor chileno Mario Toral. Este gran trabajo está temáticamente dividido en dos partes: pasado y presente, ​ que corresponden a los sectores oriente y poniente de la estación, a nivel de los andenes, separados por la mesanina. Interesante saber que en 2011, la editorial de viajes turísticos Lonely Planet nombró a esta estación una de las 10 «más artísticas del mundo». Mérito mayor al saber que fue la única seleccionada de Latinoamérica. Este mural repasa la historia de Chile, desde su pasado precolombino, las guerras de la conquista, de la independencia hasta culminar en el último fragmento –hacia el noroeste-, denominado El Conflicto, donde se ve a un avión desde el cielo castigar con su rayo de fuego vengador al Palacio de la Moneda.

Esta iconografía se asemeja misteriosamente al imaginario mitológico mapuche de los Pillanes, seres llameantes y ardientes, condenados a vivir dentro de los volcanes luego de desatar una larga y gran batalla entre los antiguos pillanes, castigando a la tierra y a los perdedores con su rayo vengador. Las madres Wangulén lloraron cuando vieron los cuerpos despedazados de sus hijos sobre la tierra y empezaron a lamentarse y a llorar. Debido a ello, el espíritu Pu-am se conmovió y decidió recuperar el equilibrio. No tiene nada de casual que el primer avión chileno fabricado por la empresa chilena ENAER para la instrucción básica militar, se denomine Pillán.

El día del golpe, se cuenta que Salvador Allende, al ver la inminencia del abrupto fin de la democracia en Chile, se dirigió a la Galería de los Presidentes del Palacio de la Moneda, que albergaba los bustos de los 30 mandatarios que gobernaron el país desde la independencia, y los fue botando al suelo, dejando solo en pie el del Presidente Manuel Balmaceda (quien un día 19 de septiembre de 1891, al día siguiente de cumplir su mandato presidencial, se suicidó, disparándose un tiro en la sien). El otro busto que no rompió fue el del Presidente Pedro Aguirre Cerda, quien es recordado por la reclamación y posesión del territorio chileno antártico, la creación de la Corfo y el gran impulso dado a la educación, bajo su lema “gobernar es educar”, y que tampoco terminaría su mandato por muerte prematura en noviembre de 1941. Todo esto, hace 48 años atrás.

El 4 de septiembre de 1821 es fusilado en Mendoza el general José Miguel Carrera, al verse atrapado en su intento de regresar a Chile. Padre de la patria que había sido presidente de la junta provisional de gobierno, más o menos, entre 1811 y 1814. Recordemos que la fundación de la Primera Junta Nacional de Gobierno también había sido un 18 de septiembre de 1810, y que había iniciado el proceso independentista de Chile de la corona española.

Poco más de cien años después de vida republicana, el 4 de septiembre de 1924, un grupo de jóvenes oficiales del Ejército concurrió a las galerías del Senado con el fin de expresar su oposición a la aprobación de la dieta parlamentaria y la postergación de la tramitación de las leyes sociales. Hicieron golpear sus sables contra el suelo como señal de desafío y de respaldo a la agenda social del Presidente Arturo Alessandri Palma. El 5 de septiembre de 1924, saltó a la palestra política el general Luis Altamirano, al entregar un pliego de peticiones que favorecía a los oficiales de Ejército. El presidente Alessandri quiso presentar su renuncia, la que no fue aceptada, pero se le dieron 6 meses de permiso para ausentarse del país, y en la madrugada del día 9 se asiló con su familia en la sede diplomática de Estados Unidos. Precipitados los acontecimientos, Altamirano había sido nombrado ministro del Interior después del 5 de septiembre y  juró como vicepresidente de la República el 9 de ese mes.

El 11 de septiembre de 1924, dio un golpe de Estado junto con el general Juan Pablo Bennett y el almirante Francisco Nef, tras lo cual formó una Junta de Gobierno, derrocando de facto al Presidente Arturo Alessandri y además decretando ese mismo día la disolución del Congreso Nacional, tras 93 años de funcionamiento ininterrumpido. Esta Junta de Gobierno que Altamirano presidió, gobernó la nación entre el 11 de septiembre de 1924 y el 23 de enero de 1925.

Pocos años después, en un hecho bastante menos conocido –y también olvidado- fue la sublevación de la Escuadra, a raíz de un motín y movilización gremial protagonizada por el conjunto de la marinería de la Armada de Chile, entre el 31 de agosto y el 7 de septiembre de 1931. El movimiento nació como protesta frente a una fuerte rebaja de salarios, que había sido decretada por el gobierno del vicepresidente Manuel Trucco, en medio de la crisis económica y política que atravesaba Chile, a raíz de la Gran Depresión del año 1929. La Fuerza Aérea bombardeó a la escuadra que se encontraba fondeada en la bahía de Coquimbo – y también en Talcahuano-, el 6 de septiembre de1931. Finalmente, los amotinados capitularon. Hubo varios muertos y algunos fusilados.

El 5 de septiembre de 1938, se produce la masacre perpetrada en Santiago y conocida como La Matanza del Seguro Obrero, contra miembros del Movimiento Nacional-Socialista de Chile, que intentaban llevar a cabo un golpe de Estado contra el gobierno de Arturo Alessandri y favorable al expresidente Carlos Ibáñez del Campo. Los estudiantes que pertenecían a este movimiento, se atrincheraron en el edificio de la Caja de Seguro Obrero frente al Palacio de La Moneda y fueron masacrados por la policía luego de rendirse, en un hecho que conmovió fuertemente a la opinión pública. Ibáñez partió nuevamente al exilio y creció el desprestigio del gobierno por dicha innecesaria matanza. Consecuencia de ello fue el apoyo que entregaron los ibañistas y nazistas al Frente Popular, determinantes en la victoria de Aguirre Cerda y la llegada del Frente Popular al gobierno.

Dicho eso, podemos volver a las jornadas que procedieron al 11 de septiembre de 1973. Un hecho notable es la destrucción del material fílmico de los estudios de Chile Films ese mismo 11 de septiembre y la quema pública de literatura de izquierda. Se cierra el Congreso durante diecisiete años. Se clausura el eje Cívico que conformaba el eje Bulnes y calle Morandé, que articulaba notablemente los poderes Ejecutivo (la Moneda), Judicial (Tribunales de la Corte Suprema) y Legislativo (Parlamento). Se cierra el palacio de Gobierno, donde ya no se podrá transitar hasta la reapertura que hizo el Presidente Lagos.

El lugar de la última foto del Presidente Salvador Allende vivo, y también por donde fueron sacados sus restos mortales, fue la puerta de Morandé 80, que luego de la reconstrucción del palacio, fue cubierta por orden de Augusto Pinochet, de tal forma de evitar su simbolismo. Sin embargo, la dirección de esa puerta fue usada como símbolo por los partidarios de Allende y la Unidad Popular, al depositar cada año una ofrenda floral donde había estado ese acceso, que pasó a convertirse en una ventana. El 11 de septiembre de 2003, treinta años después del golpe militar, el Presidente Ricardo Lagos reabrió la puerta durante una ceremonia televisada, junto con liberar el tránsito peatonal por el interior de La Moneda, aunque después volvió a cerrarse. Además, se promulgó una amplia reforma constitucional. “Contamos con una Constitución que ya no nos divide, es un día muy grande para Chile. Tenemos hoy por fin una Constitución democrática” dijo entonces el Presidente socialista. Tradicionalmente, por dicha entrada los presidentes podían ingresar domésticamente, además era por donde salían en forma simbólica, después de terminar su mandato.

Augusto Pinochet había clausurado la continuidad del eje cívico de Bulnes, poniendo un pedestal elevado donde colocó la estatua del libertador, general Bernardo O´Higgins, y en 1978 inauguró el Altar de la Patria, donde estuvo encendida la Llama Eterna de la Libertad entre 1982 y 2004. Curiosamente la llama más custodiada de Chile, que corta la continuidad visual del Palacio de la Moneda desde Bulnes, es decir, simbólicamente se cortó el eje democrático diseñado por Karl Brunner, en época del Presidente Ibáñez del Campo. Ricardo Lagos, profundo conocedor del simbolismo –al igual que Augusto Pinochet-, demuele el basamento, pone a un costado la estatua de O`Higgins y quita la Llama de la Libertad. Más tarde, durante el bicentenario de la independencia, en septiembre de 2010, el Presidente Sebastián Piñera agrega al otro costado del eje Bulnes con la Alameda, la imagen de José Miguel Carrera, obra de Héctor Román. Con ello, se realizaba un gesto de reparación y reconciliación histórica y simbólica de dos facciones de patriotas divididas por el proceso independentista.

Otro gesto no menor, fue la disposición del general Pinochet de trasladar al Congreso fuera de la capital, llevándolo a Valparaíso, con el argumento de descentralizar el país, lo que también se entendió como un exilio simbólico de la oligarquía política, a la cual Pinochet, sin disimularlo, detestaba “salvo poquísimas excepciones”, como acostumbraba a decir.

Finalmente, un 11 de septiembre de 2001, suceden los atentados a las Torres Gemelas, en Nueva York, y a El Pentágono, en Washington, así como también a un avión en Shanksville, Pensilvania, dejando 3.016 muertos. Este episodio precedió a la guerra de Afganistán y a la adopción, por parte del gobierno de George W. Bush y sus aliados, de la política denominada «guerra contra el terrorismo». Nuevamente, esos Pillanes, seres llameantes y ardientes desataban una larga y gran batalla entre los antiguos pillanes, castigando desde el cielo, a la tierra con su rayo vengador. Ese día de 2011 -ante el horror y el desconcierto- pareció el día en que nos habían robado nuestro once.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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