Publicidad
¿Qué haremos con el miedo? Opinión

¿Qué haremos con el miedo?

En otra perspectiva, el miedo posibilita igualmente transformar a las personas en simples consumidores, para confirmar lo anterior, es necesario recordar un acertado comentario: “una persona feliz, no necesita comprar, sólo lo hace quien se encuentra asustado e infeliz, para llenar con bienes su carencia afectivo espiritual”. Hoy más que nunca, parece necesario trabajar el miedo mediante nuestra observación personal o bien a través de una mayor conciencia, considerado como patología o como manipulación social, en ambos casos, creo que avanzamos en libertad.


El miedo que indefectiblemente nos acompaña como función instintiva, naturalmente nos activa ante eventos de peligro, despertando mecanismos destinados a nuestra protección. Ello, que es inherente a nuestra naturaleza, se presenta en reacciones corporales y, eventualmente, como una patología que, luego de mucho esfuerzo por observarlo, podría derivar en un crecimiento personal, estableciendo a través de su conocimiento el grado de influencia que tiene en nuestras vidas y su posible superación.

En el primer escenario de normalidad, se sostiene que: “El miedo genera respuestas fisiológicas, corporales y conductuales. Además, hay aumento del ritmo cardiaco, sudoración y dilatación de las pupilas, así como liberación de hormonas como cortisol y adrenalina. La adrenalina nos pone en un estado de vigilancia alta ante un estímulo amenazante y el cortisol –hormona que producen las glándulas suprarrenales– ayuda a los músculos a liberar más azúcar. Ambos alertan para escapar, esconderse o enfrentar el peligro”.

Lo anterior, que parece tan necesario en una situación extrema, no lo puede ser en el común de nuestra vida o de supuesta normalidad. El “vivir asustado” implica igualmente una peor calidad de vida, que no permite ser feliz. El miedo es replicado en el sistema social, en la medida que, conociendo sus efectos, los sectores dominantes de la sociedad lo utilizan a través de una alta dosis de manipulación, mediante formas no tan inocentes que a veces no logramos comprender a cabalidad. Los hombres asustados no son capaces de discernir sobre su libertad y siguen sin duda el camino de aquél que les intimida, ya lo dijo Maquiavelo: “Quien domina el miedo de la gente, se convierte en el amo de sus almas”, el miedo en nuestra sociedad permite la enajenación de las personas y que estén lejos de lo que les interesa a los dueños del país. De esta forma, se nos hace creer que nuestros dineros destinados a nuestra pensión, estarían en una cuenta individual, lo que obviamente no es efectivo, ya que las AFP pagan todos sus compromisos (jubilaciones y otros)  con el 50% de lo que recaudan cada mes, lo que demuestra que el ahorro individual (existe sólo en simples documentos) sosteniendo, para atemorizarnos, que de modificarse el sistema, perderemos nuestro ahorro individual, en circunstancias que en la realidad, existen usuarios del dinero ajeno, que lo tienen a un costo menor, con la certeza que no les será exigible, por la crisis que ello implicaría.

En otra perspectiva, el miedo posibilita igualmente transformar a las personas en simples consumidores, para confirmar lo anterior, es necesario recordar un acertado comentario: “una persona feliz, no necesita comprar, sólo lo hace quien se encuentra asustado e infeliz, para llenar con bienes su carencia afectivo espiritual”.

Hoy más que nunca, parece necesario trabajar el miedo mediante nuestra observación personal o bien a través de una mayor conciencia, considerado como patología o como manipulación social, en ambos casos, creo que avanzamos en libertad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias